12.7.24

Por qué Vox rompe ahora y por qué con la inmigración... esta decisión puede ser interpretada en clave nacional, como parte de una estrategia de diferenciación clara y, en consecuencia, como un intento de ganar tracción electoral. Las lecturas que insistan en esta dirección contendrán más errores que aciertos... la inmigración es un asunto existencial para los de Abascal. Han sido el partido más combativo en ese aspecto y los menores no acompañados han sido uno de sus argumentos principales, ya que fijaban un marco perfecto para su discurso sobre inmigración, inseguridad, delitos y deterioro de la convivencia. Ceder en ese terreno allí donde tienen responsabilidades de gobierno era impensable, ya que se trataba de una obvia línea roja... ratifica la creencia de Vox de que la partida es larga y que, por tanto, hay que trabajar a medio plazo. Son conscientes de que su discurso sobre los inmigrantes no está calando mayoritariamente en la sociedad española... Pero también están convencidos de que las cosas cambiarán dentro de un tiempo, y entonces llegará su momento... nadie pensaba que una opción como la de Le Pen contase con oportunidades reales... cuando la emigración se ha convertido en un foco de conflictos políticos, RN es el primer partido en Francia... El otro eje importante, el más relevante, es el europeo... El PPE y Patriotas por Europa han entrado en la fase de hostilidad profunda... Por lo tanto, ambas partes, PP y Vox, tienen motivos para la ruptura e incentivos transmitidos desde sus grupos europeos para la misma. Las políticas de inmigración, que son un elemento fundamental para Patriotas, son el contexto perfecto. Es en ese entorno en el que se está jugando la partida tanto como en el terreno nacional... Patriotas piensan que el futuro les será favorable: Trump ganará en EEUU, sus derechas son cada vez más grandes en Europa y creen que las próximas presidenciales se han puesto muy bien para Le Pen (Esteban Hernández)

 "La ruptura de los gobiernos regionales de Vox y PP, anunciada por la dirección del partido de Abascal, puede ser interpretada en clave nacional, como parte de una estrategia de diferenciación clara y, en consecuencia, como un intento de ganar tracción electoral. Las lecturas que insistan en esta dirección contendrán más errores que aciertos.

En las coaliciones de gobierno, la parte menor de la misma suele salir perdiendo cuando termina el periodo electoral. Si los ciudadanos están razonablemente contentos con la gestión, atribuirán el mérito al partido principal; si, por el contrario, existe malestar, se lo harán pagar a ambos. Hay excepciones a esta regla, pero no suelen ser habituales. Lo más frecuente es que los partidos que cohabitan con las formaciones mayoritarias paguen la factura al término de la legislatura. Le ocurrió a Podemos y después a la coalición atípica que ha sido Sumar, respecto del gobierno de la nación, y a Ciudadanos en los gobiernos autonómicos, como tantos otros.

Dado que es un hecho conocido, lo usual es que, si no hay choques mayores, la legislatura transcurra relativamente tranquila hasta que llegue el instante, cerca del final de la misma, en que el partido con menor porcentaje de voto salga del gobierno, o que al menos vaya al choque frontal remarcando diferencias muy visibles con el objetivo de llegar a la campaña en condiciones de competir. Nada de eso se da en este instante, ya que la relación entre PP y Vox en las comunidades que gobernaban era razonable, sin más tensiones que las esperables entre socios, y las próximas elecciones autonómicas están bastante lejos.

Tampoco se percibe que la ruptura pueda conceder a Vox demasiados réditos en este instante. Es más, parece beneficiar al PP, ya que le permitirá exhibir una narrativa de alejamiento de la extrema derecha por la que algún sector de su partido ha abogado con insistencia. Génova podría, de este modo, enfrentarse al mismo tiempo a Sánchez y a los de Abascal. En un momento como el presente, fijar dos cortafuegos a la vez es muy complicado, pero puede intentarlo.

Génova puede enfrentarse, con este giro de los acontecimientos, a Sánchez y a los de Abascal a la vez. Una tarea más complicada de lo que parece

Los motivos no parecen, pues, demasiado claros, ni tampoco demasiado comprensibles. Las narrativas sobre un cierto deseo o una cierta desesperación de Vox para hacerse visible después de malos resultados recientes, así como para frenar a SALF, serán comunes. Tampoco es cierto: Vox no ha conseguido crecer de manera significativa, pero en los últimos comicios no le ha ido mal. Ha asentado su base y ha aumentado levemente su porcentaje de voto, aun cuando el PP está al alza y le ha surgido un competidor.

El futuro de la inmigración

El foco debe ponerse en otros lugares. En primera instancia, la inmigración es un asunto existencial para los de Abascal. Han sido el partido más combativo en ese aspecto y los menores no acompañados han sido uno de sus argumentos principales, ya que fijaban un marco perfecto para su discurso sobre inmigración, inseguridad, delitos y deterioro de la convivencia. Ceder en ese terreno allí donde tienen responsabilidades de gobierno era impensable, ya que se trataba de una obvia línea roja.

Vox utiliza el cambio de liderazgo en la derecha francesa, de Sarkozy a Le Pen, como modelo para perfilar su futuro

En segundo lugar, la inmigración es uno de los temas que ratifican la creencia de Vox de que la partida es larga y que, por tanto, hay que trabajar a medio plazo. Son conscientes de que su discurso sobre los inmigrantes no está calando mayoritariamente en la sociedad española, salvo en lugares y zonas concretas, y que muchos ciudadanos no la perciben como un problema. Pero también están convencidos de que las cosas cambiarán dentro de un tiempo, y entonces llegará su momento. El ejemplo al que se acogen es al de Sarkozy, el gran líder de la derecha francesa, en un instante en que nadie pensaba que una opción como la de Le Pen contase con oportunidades reales de ocupar ese espacio. Años después, razonan en Vox, cuando la emigración se ha convertido en un foco de conflictos políticos, RN es el primer partido en Francia y el de Sarkozy ha quedado relegado a un espacio minoritario. Están seguros de que, con el transcurso del tiempo, ese escenario llegará también a España.

El factor europeo

El otro eje importante, el más relevante, es el europeo, en el que se está jugando una partida de gran intensidad. El partido de Abascal insiste en que había acuerdos en las comunidades en las que cogobiernan y que los presidentes autonómicos tenían una narrativa preparada para negarse a la acogida, ya que sus capacidades están saturadas, de modo que exigirían más medios y más dinero como contrapartida; si estos no llegaban, no quedarían obligados. Entonces intervino Feijóo, afirman en Vox, que dio orden de aceptar el reparto fijado por el Gobierno. Abascal aseguró ayer en los pasillos del Congreso que “Feijóo intentó desde el principio impedir los pactos regionales con Vox y no ha parado hasta convertirlos en imposibles. A nosotros no nos ha votado nadie para aceptar la política migratoria de Pedro Sánchez”.

Esta ruptura va más allá de las comunidades y de las tensiones nacionales y forma parte del elemento central de la política europea en estas fechas, en la que Le Pen tiene un papel importante, ya que pretende llegar al poder en el segundo país más importante de la Unión, pero cuyo representante máximo es Viktor Orbán, sin cuya figura no puede entenderse la nueva tensión en el seno de la UE.

El PPE y Patriotas por Europa han entrado en una fase de hostilidad con derivadas nacionales

Fidesz pertenecía al Partido Popular Europeo, ya que Orbán entendía que su influencia sería mayor si formaba parte del grupo mayoritario que operando desde fuera. La táctica le fue muy útil durante años, pero ahora estamos en un momento distinto, ya que posee la capacidad para presionar de otra manera. Ha creado un grupo, Patriotas por Europa, al que se han sumado entre otros Le Pen y Abascal, que es ahora el tercero en el Europarlamento, y con el que pretende articular a las derechas populistas y extremas. La excepción es Meloni, pero la presidenta italiana debe hacer muchos equilibrios, dado su cargo; a pesar de la distancia coyuntural, conservan buenas relaciones.

En ese escenario, el Partido Popular Europeo no solo ha optado por conservar las tradicionales alianzas con socialistas y liberales, sino que ha entendido que la maniobra de Orbán y sus derechas amenaza con robarles cada vez más espacio y, sobre todo, con perturbar las políticas de la Unión. El PPE y Patriotas por Europa han entrado en la fase de hostilidad profunda y las luchas entre ellos son notables. Por lo tanto, ambas partes, PP y Vox, tienen motivos para la ruptura e incentivos transmitidos desde sus grupos europeos para la misma. Las políticas de inmigración, que son un elemento fundamental para Patriotas, son el contexto perfecto. Es en ese entorno en el que se está jugando la partida tanto como en el terreno nacional.

Hay un oleaje de fondo en el que confían los grupos de Patriotas y que les lleva a pensar que el futuro les será favorable: Trump ganará en EEUU, sus derechas son cada vez más grandes en Europa y creen que las próximas presidenciales se han puesto muy bien para Le Pen. Los populares europeos son conscientes de que la amenaza está ahí y están reaccionando en consecuencia."                     (Estaban Hernández, El Confidencial, 11/07/24)

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