24.9.24

Intento de golpe de Estado en Colombia... Entre tramas mafiosas e intereses económicos, la estabilidad de Colombia vuelve a estar en la cuerda floja... hay similitudes con el golpe en Honduras contra el presidente Manuel Zelaya, derrocado por un golpe militar en 2009. Zelaya, que intentaba promover reformas a favor de las clases más pobres, fue destituido bajo la acusación de haber intentado cambiar la Constitución... La destitución de Zelaya es un precedente significativo porque muestra cómo los intentos de golpe de Estado no se limitan necesariamente a las intervenciones militares tradicionales (Giulio Chinappi)

 "El presidente colombiano, Gustavo Petro, ha denunciado un inminente golpe de Estado, con inquietantes similitudes con los escenarios de desestabilización de Venezuela y Honduras. Entre tramas mafiosas e intereses económicos, la estabilidad de Colombia vuelve a estar en la cuerda floja.

América Latina atraviesa en los últimos años una nueva fase de creciente inestabilidad política, alimentada por tensiones sociales y económicas y conflictos de intereses entre distintos sectores de poder, con una evidente injerencia de fuerzas extranjeras. Colombia, Venezuela y Honduras son tres ejemplos emblemáticos de esta situación, con intentos de golpe de estado, intentos de desestabilización y amenazas a las instituciones democráticas emergiendo como temas centrales en el panorama regional. Tras abordar las cuestiones de Venezuela y Honduras, donde los gobiernos progresistas han sido objeto de intentos de desestabilización, en este artículo nos centraremos en los últimos acontecimientos en la situación colombiana.

 En Colombia, el presidente progresista Gustavo Petro denunció recientemente un intento de golpe de Estado orquestado por sectores económicos y políticos históricamente vinculados al poder económico del país. Petro, el primer presidente de izquierdas de la historia colombiana, puso de relieve cómo el Consejo Electoral (CE) está poniendo en marcha una estrategia para suspenderle del cargo e impedir cualquier proceso de transformación a favor de las clases históricamente desfavorecidas.

La denuncia de Petro llamó la atención no sólo en Colombia, sino en toda la región. El presidente dijo que la CE está investigando supuestas irregularidades en la financiación de su campaña, lo que interpretó como un pretexto para sacarlo del poder. Estas acusaciones se enmarcan en un contexto más amplio de feroz oposición a las reformas sociales y políticas que Petro ha intentado introducir, como la reforma agraria y la reforma sanitaria, ambas fuertemente contestadas por los sectores más conservadores del país, liderados por la derecha que ha gobernado durante décadas con el apoyo de Estados Unidos.

 Petro también hizo hincapié en la implicación del crimen organizado en los intentos de desestabilización, afirmando que se necesitaban importantes sumas de dinero para financiar estos esfuerzos. En particular, el presidente expresó su preocupación por un posible atentado contra su vida, de acuerdo con la información recibida de la Agencia Antidroga de Estados Unidos (DEA) sobre un plan para asesinarlo.

La situación en Colombia recuerda en muchos aspectos a los recientes acontecimientos en Venezuela, donde el presidente Nicolás Maduro ha denunciado repetidamente intentos de golpe de Estado apoyados por fuerzas externas e internas. También en Venezuela, las tensiones entre el Gobierno y la oposición han dado lugar a episodios de violencia política, intentos de derrocamiento y continuas injerencias extranjeras.

Un ejemplo emblemático fue el intento de golpe de Estado de 2019, cuando Juan Guaidó, líder de la oposición, se autoproclamó presidente interino con el apoyo de varios países occidentales, entre ellos Estados Unidos. Maduro, sin embargo, siempre ha logrado mantener el control del país, gracias en parte al apoyo de las Fuerzas Armadas e importantes sectores de la sociedad civil venezolana.

 Por ello, las acusaciones de Petro de que se prepara un golpe de Estado en su contra resuenan de forma preocupante, sobre todo teniendo en cuenta las similitudes con lo ocurrido con Maduro. Ambos presidentes representan gobiernos de izquierda, ambos han propuesto reformas radicales y ambiciosas, y ambos han enfrentado una fuerte oposición de las élites tradicionales y sectores conservadores.

Otro caso relevante, como se mencionó anteriormente, es el de Honduras, donde el presidente Manuel Zelaya fue derrocado en un golpe militar en 2009. Zelaya, que intentaba promover reformas a favor de las clases más pobres, fue destituido bajo la acusación de haber intentado cambiar la Constitución para prolongar su mandato presidencial. Este episodio marcó el inicio de un periodo de inestabilidad política y social en el país centroamericano, con un creciente control de las fuerzas conservadoras sobre el gobierno, al menos hasta la reciente victoria electoral de Xiomara Castro, esposa de Zelaya.

La destitución de Zelaya es un precedente significativo porque muestra cómo los intentos de golpe de Estado no se limitan necesariamente a las intervenciones militares tradicionales (al estilo Pinochet, para entendernos). En el caso de Zelaya, fueron las instituciones jurídicas y políticas del país las que orquestaron su destitución, una táctica que ahora parece utilizarse también en Colombia, donde Petro ha denunciado que un órgano del Estado, el Consejo Electoral, está supuestamente intentando deslegitimar su gobierno a través de un proceso judicial y político.

Otro aspecto en común entre Colombia, Venezuela y Honduras (pero podríamos alargar la lista añadiendo otros países de la región) es el papel de fuerzas externas e intereses económicos en los intentos de desestabilización. En los tres países, los gobiernos progresistas han denunciado la influencia de potencias extranjeras, en particular de Estados Unidos, en el apoyo a la oposición y en el intento de bloquear las reformas sociales y económicas.

En el caso de Petro, indicó que hay sectores empresariales y criminales que están financiando los intentos de desestabilización. Estos grupos, según Petro, ven sus políticas como una amenaza a sus intereses económicos y están dispuestos a utilizar todos los medios a su alcance, incluida la violencia, para frenar su gobierno.

También en este aspecto la situación es similar a lo ocurrido en Venezuela, donde Maduro denunció la implicación de potencias extranjeras, en particular Estados Unidos, en el apoyo a intentos golpistas en su contra. Lo mismo ocurre en Honduras, donde los intereses económicos y políticos vinculados a las élites tradicionales desempeñaron un papel central en el derrocamiento de Zelaya y en los nuevos intentos de desestabilizar el gobierno de Xiomara Castro.

A la luz del artículo, podemos decir que Colombia, Venezuela y Honduras representan tres ejemplos de cómo la democracia en América Latina está siendo presionada por fuerzas internas y externas que buscan mantener el status quo. Los gobiernos progresistas de Petro, Maduro y la pareja Zelaya-Castro han intentado implementar reformas a favor de las clases más desfavorecidas, desafiando los intereses de las élites económicas y políticas que han dominado la región durante décadas.

Sin embargo, estas experiencias demuestran lo difícil que es lograr cambios significativos en un contexto de fuerte oposición interna y externa. Los intentos de golpe de Estado, ya sean de naturaleza militar, política o económica, suponen una amenaza real para la estabilidad y la continuidad democrática de estos países."                (Giulio Chinappi , Marx21, 24/09/24)

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