16.9.24

Loretta Napoleoni: El apoyo a la guerra en Ucrania es sólo el último capítulo de un libro que aún se está escribiendo, y algunos de cuyos capítulos más destacados son la guerra contra el terrorismo, la invasión de Afganistán e Irak... Es en esta perspectiva sesgada en la que hay que situar el último intento de asesinar a Donald Trump. Un intento que afortunadamente fracasó, pero que hace que estas elecciones sean peligrosamente inestables... los dos atentados contra Trump se enmarcan en la defensa de una política exterior que quiere mantener la primacía hegemónica de EEUU en el mundo. En ambos casos se trata de individuos exaltados que se creen con derecho a tomarse la justicia por su mano, fusil en mano. Ante esto, existe el peligro de que, gane quien gane, la violencia vuelva a EE UU... Una escalada de violencia en el seno de la primera podría contaminar a otras naciones y hacerles creer que sólo con actos de violencia se puede hacer justicia. El problema no es sólo la cantidad de armas de que disponen los norteamericanos, el verdadero problema es la polarización de la realidad política y la transversalidad de las opiniones enfrentadas... la conducta beligerante seguida por los candidatos y sus partidarios hace cada vez más difícil la cooperación futura entre los partidos y abre la puerta a la violencia política. Y yo añadiría a la aceleración de la decadencia de la democracia... a juzgar por la reacción de la prensa «oficial», casi se tiene la impresión de que estos intentos forman parte de la normalidad de la campaña.

 "Hace poco, Jeffrey Sachs afirmaba que existe una continuidad entre la política de resurgimiento hegemónico de Estados Unidos lanzada a principios de siglo por el entonces vicepresidente Dick Cheney y la política exterior llevada a cabo por la administración Biden. Durante la campaña electoral, Kamala Harris se declaró partidaria de continuar por este camino en caso de ganar las elecciones. Está claro que existe un movimiento interpartidista e interinstitucional que apoya la defensa de la primacía mundial de Washington, Dick Cheney es republicano pero ha declarado que votará a Harris.

El apoyo a la guerra en Ucrania es sólo el último capítulo de un libro que aún se está escribiendo, cuyo prólogo fueron las dos bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki, y algunos de cuyos capítulos más destacados son la guerra contra el terrorismo, la invasión de Afganistán e Irak. ¿Por qué es importante destacar esta transversalidad? Porque altera el carácter tendencialmente aislacionista de esta nación enclavada entre dos océanos, un país nacido de una revolución y una guerra de independencia de la vieja Europa.

Resulta irónico que sea precisamente el viejo continente el que ejerza una atracción «fatal» hacia Estados Unidos, una atracción que lleva al país a apoyar una guerra lejana para definirse como democrático, libre y esencialmente justo.

 Es en esta perspectiva sesgada en la que hay que situar el último intento de asesinar a Donald Trump. Un intento que afortunadamente fracasó, pero que sin embargo hace que estas elecciones sean peligrosamente inestables.

No hay que subestimar la violencia en una nación donde la mayoría de la población tiene acceso a las armas. La polarización entre los dos candidatos la fomenta. Mientras que el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 tuvo su origen en cuestiones de política interna, es decir, el supuesto robo de las elecciones, los dos atentados contra Trump se enmarcan en la defensa de una política exterior que quiere mantener la primacía hegemónica de EEUU en el mundo. En ambos casos se trata de individuos exaltados que se creen con derecho a tomarse la justicia por su mano, fusil en mano.

Ante esto, existe el peligro de que, gane quien gane, la violencia vuelva a EE UU, un segundo asalto al símbolo de la democracia estadounidense si gana Harris, u otros intentos de asesinato contra Trump si es el primero en cruzar la línea de meta en la carrera hacia la Casa Blanca. Sea como fuere, Estados Unidos debe tener miedo porque una desestabilización de este tipo alteraría el delicado equilibrio geopolítico actual.

 La prensa, que tiene la responsabilidad de difundir la verdad y hasta ahora ha hecho un mal trabajo, no saldría bien parada. Pero tampoco los gobiernos aliados, que entrarían en una grave crisis. Estados Unidos sigue siendo la nación líder de un mundo libre y democrático enfrentado a otro autoritario y dictatorial.

Una escalada de violencia en el seno de la primera podría contaminar a otras naciones y hacerles creer que sólo con actos de violencia se puede hacer justicia. El problema no es sólo la cantidad de armas de que disponen los norteamericanos, el verdadero problema es la polarización de la realidad política y la transversalidad de las opiniones enfrentadas. El sistema corre el peligro de dejar de ser bipolar, demócratas contra republicanos, y por tanto vertical, para convertirse en horizontal en función del papel geopolítico de Estados Unidos, a favor y en contra del papel hegemónico en el mundo. Nunca se ha producido un fenómeno semejante a nivel institucional; es cierto que durante la Guerra Fría hubo oposición popular a la guerra de Vietnam, pero no implicó a partidos e instituciones, y sobre todo no fomentaron la polarización en su seno.

 El peligro de la actual campaña electoral es precisamente éste, la imposibilidad de enmendar la fractura interna en la gestión bipartidista de la nación. Más allá de los insultos mutuos y las acusaciones personales, la conducta beligerante seguida por los candidatos y sus partidarios hace cada vez más difícil la cooperación futura entre los partidos y abre la puerta a la violencia política. Y yo añadiría a la aceleración de la decadencia de la democracia.

Dicho esto, la gravedad de los intentos de asesinar a Trump debe considerarse al mismo nivel que el atentado del 6 de enero. Pero no es así; al contrario, a juzgar por la reacción de la prensa «oficial», casi se tiene la impresión de que los primeros forman parte de la normalidad de la campaña.

Así pues, el tema está candente y es probable que lo esté aún más a medida que nos acerquemos al 5 de noviembre."              (Loretta Napoleoni, L'Antidiplomatico, 16/09/24, traducción DEEPL)

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