Seseña, capital del fiasco inmobiliario. El parón urbanístico hace del sueño de El Pocero una ciudad fantasma.
(…) El único signo de vida omnipresente son los carteles de Se vende. Cuelgan de cada fachada y no los ha puesto el constructor, sino sus compradores. Un ejército de especuladores de carne y hueso, la feroz competencia.
Cuando la mayor parte de los compradores de El Pocero adquirieron su vivienda, no lo hicieron con la intención de vivir en ella, sino de ella. Pero la inversión en el ladrillo ha dejado de ser "el chollo del siglo". Los bancos han cerrado el grifo. La concesión de hipotecas ha bajado un 25% en el último año con la crisis financiera, según el INE, y sin créditos es imposible comprarse una casa. (…)
Hay promotores de zonas turísticas de la costa que llevan siete meses sin vender un piso. El exceso de oferta se traduce en una desaceleración de los precios. Y la gente no compra porque piensa que pueden bajar más", explica Julio Rodríguez, ex presidente del Banco Hipotecario. (…)
(el pocero) "Ha construido al margen de la demanda, de los puestos de trabajo, de la disposición de agua y de transporte... Tal y como está diseñada, esta urbanización iba más encaminada a inversores que a gente que quisiera vivir allí, pero los que compraron lo hicieron con unas expectativas de revalorización que ahora no existen. Seseña es el símbolo de los excesos urbanísticos del periodo anterior". (El País, ed. Galicia, España, 07/04/2008, p. 20)
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