"Los acontecimientos en la Cumbre del Clima de Bakú (COP29) se suceden a un ritmo tan frenético como crece la indignación entre las naciones en desarrollo y las organizaciones que integran el movimiento por el clima. Si el jueves la presidencia azerí de la cita publicaba las últimas versiones de los textos de negociación sobre las cuestiones más importantes de la Cumbre, a mediodía (hora española) del viernes, día oficial para el fin del encuentro, se daba a conocer una nueva versión del documento más importante: el que versa sobre el llamado New Collective Quantified Goal (Nuevo Objetivo Cualificado Colectivo, NCQG).
En esencia, el texto pretende establecer la base de la financiación climática que los países del Norte global, causantes históricos del cambio climático, otorgarán al Sur a partir de 2026. Y si el documento sobre el NCQG del jueves no se apostaba por una cifra y dejaba en el aire todas las opciones, la actualización del borrador hecha pública esta mañana sí ofrece una: 250.000 millones de dólares anuales para 2035 sin obligación de que las naciones pongan esa cifra desde 2026, año en que entraría en vigor el acuerdo, sino que deberán incrementar sus aportaciones hasta alcanzar esa cifra en 2035.
“Sin duda esta es la peor redacción que se podía encontrar respecto a las opciones planteadas en el texto anterior”, valora Javier Andaluz, coordinador de Clima y Energía de Ecologistas en Acción, quien está siguiendo sobre el terreno las negociaciones en Bakú. Si bien el propio texto integra que las necesidades reales para hacer frente a la catástrofe son de entre cinco y seis billones de dólares anuales, y establece que el objetivo deseado es llegar a 1,3 billones, lo único que estaría sobre la mesa realmente sería ese cuarto de millón anual.
Semejante cifra ha provocado una riada de condenas desde las naciones más pobres y la comunidad científica internacional. “Con una oferta de financiación climática insignificante de 250.000 millones de dólares anuales y un plazo de entrega que puede llegar hasta 2035, las naciones más ricas, incluidos los países de la UE y los Estados Unidos, están peligrosamente cerca de traicionar el Acuerdo de París”, lamenta Rachel Cleetus, directora de Políticas del Programa de Clima y Energía de la Unión de Científicos Preocupados. “El objetivo propuesto es totalmente inaceptable e inadecuado”, añade Ali Mohamed, presidente del Grupo Africano de Negociadores: “250.000 millones de dólares provocarán una pérdida inaceptable de vidas en África y en todo el mundo, y ponen en peligro el futuro de nuestro planeta”, asegura.
El Norte global pretende colar el gol de la financiación privada
Para conseguir los fondos necesarios el nuevo texto considera además clave la integración de fuentes privadas y adicionales no públicas en el NQCG. Esto choca de frente con los intereses del G77 —el grupo de los países más pobres— y el resto de coalición de las naciones en desarrollo, que ven en esta propuesta un descenso de los compromisos de los países más ricos y responsables de la crisis climática. Consideran que dejar algo tan importante para el futuro como es la financiación de la adaptación y la mitigación del cambio climático en las naciones con menos recursos en manos privadas abre la puerta al lucro del sector privado con lo que deberían ser subvenciones directas sin compensaciones, a exigir contrapartidas y a ofrecer los fondos como préstamos.
Con estas cifras tan escuetas respecto al objetivo buscado, la previsión es que las negociaciones se alarguen, puesto que el borrador actual supondría un fracaso estrepitoso de las naciones menos desarrolladas. “Esta propuesta de la presidencia no debería pasar el filtro y el acuerdo de muchos de los países, particularmente de los pequeños Estados insulares, el Ailac (Asociación Independiente de América Latina y el Caribe) y de otros bloques de países que difícilmente van a sumir esta financiación)”, señala Andaluz.
Desde las organizaciones del movimiento por el clima se recuerda además que, si se actualizan las cifras con la inflación, la propuesta sobre la mesa apenas supone un incremento en la financiación actual de 60.000 millones de dólares anuales, cuando todos los documentos de la cumbre establecen que el montante debería ser de billones: si no los cinco o seis que propone el texto como necesario, al menos 1,3, como sugería una propuesta de Filipinas como posible término medio.
Si bien se espera que el texto cambie en las últimas horas, y ya está
sobre la mesa la posibilidad de que la Cumbre se extienda al menos
hasta parte del sábado, desde la sociedad civil se mira de reojo a una
presidencia azerí que desde el comienzo de la COP se ha visto claramente
escorada a los intereses del lobby de los combustibles fósiles,
dada la clara interdependencia del Gobierno de Azerbaiyán con el
negocio del petróleo. “Tenemos ciertas dudas de hasta qué punto esto
puede ser una estrategia de la propia presidencia para plantear un
objetivo tan bajo que cualquier objetivo que planteen en la próximas
horas sea percibido como un éxito de esa presidencia por muy pequeño que
sea el incremento de compromiso”, señala a El Salto Andaluz desde Bakú."
(Pablo Rivas , El Salto, 22/11/24)
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