"Criticar a la generación del baby boom se ha convertido en la última moda intelectual en Alemania. En su nuevo libro ‘Nach uns die Zukunft’ (Después de nosotros, el futuro), Marcel Fratzscher, presidente del Instituto Alemán de Investigación Económica, lanza una contundente acusación: casi ninguna generación desde la Ilustración y la Revolución Industrial ha privado a sus hijos y nietos de tantas oportunidades para una vida buena y autodeterminada como la generación de los baby boomers de hoy. Declara que el contrato intergeneracional está roto, esa promesa fundamental de que cada generación estaría mejor que la anterior.
Una crítica tan fundamental exige pruebas contundentes. Sin embargo, la comparación histórica de Fratzscher invita inmediatamente al escepticismo: ¿ha pasado por alto de alguna manera las dos guerras mundiales? En su libro, Fratzscher destaca que el 84% de los alemanes, incluida la gran mayoría de los propios baby boomers, creen que las generaciones futuras estarán peor que las actuales. Él lo llama "una señal de alarma". Sin embargo, para un científico, parece extraño pronosticar el desarrollo económico a través de encuestas de opinión en lugar de teorías y hechos.
El argumento se derrumba por sus propias inconsistencias lógicas. Muchas de las amenazas que Fratzscher identifica —conflictos geopolíticos y geoeconómicos, peligros derivados del progreso tecnológico, retroceso de la democracia, manipulación por parte de los superricos— no pueden atribuirse razonablemente a la generación de los baby boomers alemanes. Además, debemos preguntarnos cuánta responsabilidad tienen realmente los "baby boomers", nacidos entre 1955 y 1969, por el bienestar de las generaciones futuras. Si el contrato intergeneracional implica que los hijos deben prosperar más que sus padres, entonces los hijos de la generación baby boomer, que ahora tienen entre 30 y 40 años, ya han tenido éxito.
La paradoja de la prosperidad
Las evidencias económicas cuentan una historia sorprendentemente diferente a la narrativa de Fratzscher. Entre 1980 y 1991, el producto interno bruto real per cápita de Alemania Occidental aumentó un 17 por ciento. Desde 1991, ha aumentado otro 41 por ciento en toda la Alemania unificada. Consideremos las transformaciones cotidianas: hace cuatro décadas, las llamadas de larga distancia eran prohibitivamente caras, y mucha gente hacía cola en las cabinas telefónicas porque los teléfonos privados seguían siendo un lujo. El acceso a la música era prácticamente inasequible para los ciudadanos más pobres: en 1980, un LP costaba alrededor de 36 euros en poder adquisitivo actual.
Los baby boomers contribuyeron a lo largo de sus vidas laborales a la creación de la prosperidad material sustancialmente mayor de hoy en día. A cambio, aceptaron jornadas laborales más largas que las que afrontan los empleados de hoy en día.
Los "baby boomers" alemanes también ahorraron considerablemente más que sus vecinos franceses o los hogares estadounidenses, lo que contradice las afirmaciones de Monika Schnitzer, presidenta del Consejo Alemán de Expertos Económicos, de que los "baby boomers" vivían por encima de sus posibilidades.
Esta responsabilidad fiscal se refleja claramente en la balanza por cuenta corriente de Alemania, que muestra el superávit de ingresos sobre gastos del país. Desde 1980, ha mostrado superávits muy elevados en su mayor parte. Solo entre 1991 y 2001 aparecieron déficits relativamente pequeños, directamente atribuibles a los costes extraordinarios de la reunificación alemana.
Uno de los logros históricos de los baby boomers fue la reunificación alemana. En 1991, aproximadamente 61 millones de alemanes occidentales tuvieron que integrar económicamente a 16 millones de ciudadanos de Alemania Oriental de la noche a la mañana, garantizándoles desde el primer día las elevadas prestaciones sociales de la República Federal. A esto le siguieron inversiones masivas en la infraestructura obsoleta del este de Alemania.
Estas cargas exigieron sacrificios extraordinarios. Los tipos del impuesto sobre la renta se dispararon; en 1997, el tipo máximo, incluyendo el recargo de solidaridad, llegó a casi el 57 por ciento. Las contribuciones a la seguridad social aumentaron considerablemente para financiar las prestaciones del este. Sugerir, como hace Fratzscher, que los "baby boomers" 'se regodearon en la gloria de su éxito económico' equivale a un insulto, particularmente para los trabajadores de bajos ingresos que soportaron estos costes.
La llegada a la edad de jubilación de la generación del baby boom sin duda planteará considerables desafíos financieros. Sin embargo, la edad media de jubilación ha aumentado significativamente, pasando de 62,3 años en 2000 a 64,7 en 2023. Simultáneamente, el nivel de las pensiones ha disminuido del 52,9% al 48%. La edad de jubilación seguirá aumentando hasta 2031.
El legado de una década dorada
A pesar de su retórica crítica contra la generación del baby boom, incluso Fratzscher debe reconocer que esta generación deja Alemania en una situación notablemente buena. En los últimos 15 años, casi todas las regiones han experimentado un crecimiento económico significativo. “Alemania nunca ha tenido más gente trabajando que ahora”, admite. “La economía alemana experimentó una década dorada en los años posteriores a 2010…” Numerosas empresas obtuvieron beneficios. Los grupos industriales lograron aumentar sus cuotas de mercado globales, y en algunos casos los salarios también aumentaron significativamente. A pesar de muchos pronósticos funestos, aún no hay señales de desindustrialización.
En este contexto, las propuestas políticas de Fratzscher parecen cada vez más extrañas. Sugiere introducir un servicio social obligatorio para los baby boomers después de la jubilación, quizás en el ámbito de la enfermería o el servicio público. Su "solución sencilla" movilizaría a los "baby boomers" que completaron el servicio militar para defender Europa, una propuesta que ya ha sido objeto de burlas en el programa satírico Heute-Show.
Aún más problemático es su propuesto "impuesto de solidaridad para la generación del baby boom", un gravamen especial del 10% sobre todos los ingresos de las personas mayores de 65 años. Implementar esto de manera consistente requeriría gravar no solo las pensiones, sino todos los ingresos, incluyendo los activos y las participaciones en empresas. Esto violaría el principio fundamental de la tributación según la capacidad económica. La justificación constitucional basada en la supuesta "ruptura del contrato intergeneracional" por parte de Fratzscher parece altamente improbable.
El libro de Fratzscher logra precisamente lo que pretende combatir: envenenar los debates sobre el estado del bienestar con un peligroso populismo que enfrenta a los grupos vulnerables entre sí. Divide la sociedad entre los "baby boomers" y sus supuestas víctimas. La acusación de que los "baby boomers" han roto el contrato intergeneracional, un cargo grave que se suele utilizar mal en el debate público, se vuelve particularmente negligente cuando se basa en pura especulación en lugar de en hechos económicos.
El propio Fratzscher reconoce que explotar los miedos conlleva consecuencias catastróficas. Polariza a la sociedad y dificulta cada vez más la búsqueda de compromisos y soluciones. Sin embargo, su propio trabajo ejemplifica este mismo problema, sustituyendo el enfrentamiento generacional por los debates políticos serios que Alemania necesita sobre pensiones, inversión y cohesión social.
El verdadero desafío intergeneracional no radica en asignar culpas, sino en reconocer cómo las contribuciones y sacrificios de cada generación han dado forma a la prosperidad actual. El legado de la generación baby boomer alemana es complejo: ni el desastre que describe Fratzscher ni una historia de éxito inmaculada. Comprender este matiz, en lugar de caer en la búsqueda de chivos expiatorios generacionales, ofrece el único camino hacia políticas que puedan garantizar verdaderamente la prosperidad para todas las generaciones."
(Peter Bofinger , IPS, 16/09/25, traducción Quillbot)