"El número de muertes en la Frontera Occidental Euroafricana en 2024 ha revelado, un año más, una crisis de derechos humanos de proporciones alarmantes. Según el último informe de Caminando Fronteras, un total de 10.457 personas migrantes fallecieron en su intento de llegar a Europa, lo que supone un incremento del 58% respecto al año anterior.
Esta cifra, cerrada a fecha de 15 de diciembre de 2024, equivale a una media de 30 muertes al día, un aumento bastante significativo respecto a las 18 registradas en 2023. Las políticas migratorias europeas, centradas más en el control que en la protección, han convertido esta región en un escenario donde las tragedias evitables y el abandono son la norma. Entre las víctimas, 421 eran mujeres y 1.538 niños y adolescentes. Además, 131 embarcaciones desaparecieron sin dejar rastro, llevándose consigo a todas las personas que iban a bordo.
La ruta Atlántica hacia las islas Canarias continúa siendo "la más letal a nivel global", con 9.757 víctimas. El 71% de las tragedias documentadas en este trayecto correspondieron a embarcaciones que partieron desde Mauritania, que este año se ha consolidado como el principal punto de cruce. Las barcazas utilizadas suelen ser neumáticas y frágiles, un riesgo que, sin embargo, estas personas que se embarcan a la deriva con el fin de llegar a un lugar mejor están dispuestas a asumir. En el último trimestre del año, el número de naufragios ha aumentado de forma pronunciada, especialmente en embarcaciones que partieron desde la región de Tan Tan (una ciudad del sur de Marruecos), cada vez más alejadas del destino final.
El caso del cayuco con 150 personas, que salió de Senegal y pasó días a la deriva en medio de discusiones burocráticas sobre qué país debía coordinar el rescate, ejemplifica las fallas de un sistema que les deshumaniza constantemente. Durante los diez días que duró la odisea, la embarcación fue desplazándose hacia aguas mauritanas. Al arribar en Nuadibú, se hallaron 122 personas vivas, entre ellas tres niños pequeños, mientras que al menos 26 personas murieron durante la travesía. Sus cuerpos fueron arrojados al mar.
Víctimas invisibles
En las rutas Atlánticas y Mediterráneas, mujeres y menores constituyen una parte significativa de las víctimas. Durante 2024, se documentó un aumento del número de mujeres en tránsito en embarcaciones hacia Canarias, procedentes principalmente de Mauritania, Senegal y Gambia. Muchas de ellas huyen de sus países, aparte de por la pobreza y las guerras, por la violencia machista que sufren a diario. Durante el trayecto migratorio la situación, lejos de mejorar, se recrudece.
En Mauritania, por ejemplo, es común que trabajen en condiciones de semiesclavitud para reunir el dinero necesario para el viaje. Mientras que en las rutas se ven sometidas bajo diferentes formas de violencia sexual, trata de personas y explotación. Este año, hasta un 20% de las personas en cada embarcación eran mujeres, algunas con hijos nacidos durante el tránsito.
Los menores también representan una población en creciente riesgo. Huyen de conflictos armados en el Sahel, donde el reclutamiento forzoso y la violencia generalizada son constantes. Sin embargo, la falta de protección adecuada por parte de las autoridades también los deja vulnerables a la desaparición y todo tipo de abusos.
Necrofronteras
El informe señala que las políticas de externalización de fronteras, adoptadas por la Unión Europea, han agravado la mortalidad en estas rutas. Los acuerdos bilaterales entre España, Marruecos, Mauritania y Senegal terminan priorizando el control migratorio sobre la protección de la vida. En muchos casos, las operaciones de búsqueda y rescate no se activan a tiempo, incluso cuando la posición de las embarcaciones es conocida y se sabe que quienes van subidos corren peligro.
El concepto de "necrofrontera", acuñado por el sociólogo Carlos Valencia, resulta especialmente atinado en este contexto. Las fronteras no solo actúan como barreras físicas, sino como espacios donde las políticas migratorias permiten y, en ocasiones, provocan muertes. La militarización de estas áreas y la delegación de responsabilidades de rescate en países con recursos limitados no ayudan.
Familias que pasan toda una vida buscando
Las consecuencias de esta crisis van más allá de las cifras. En comunidades del Sahel, Senegal y Marruecos, las familias elaboran listas de desaparecidos como un acto de memoria y resistencia. Caminando Fronteras destaca que la documentación de estas tragedias es un acto importantísimo para exigir justicia, aunque esta labor no esté exenta de riesgos. La criminalización de organizaciones sociales y las familias buscadoras parece una práctica común en un sistema que busca silenciar estas denuncias.
Los 10.457 fallecidos que Caminando Fronteras ha contabilizado pertenecían a 28 nacionalidades diferentes:
Argelia, Bangladesh, Burundi, Burkina Faso, Camerún, Costa de Marfil,
Egipto, Etiopía, Gabón, Gambia, Ghana, Guinea Bissau, Guinea Conakry,
Irak, Islas Comores, Mali, Marruecos, Mauritania, Nigeria, Pakistán,
República del Congo, Somalia, Senegal, Sierra Leona, Siria, Sudán, Túnez
y Yemen." (Público, 26/12/24)
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