"A pesar de todos los discursos optimistas del presidente de Trump sobre
el estado de la economía estadounidense, los últimos datos sobre la
actividad económica y la producción industrial sugieren que Estados
Unidos se suma a Europa y Japón en una fuerte desaceleración al entrar
en la segunda mitad de 2019. Y ello ocurre cuando la guerra comercial y
tecnológica entre los EE.UU. y China ha subido un nuevo escalón y
amenaza con desencadenar una recesión global antes de que termine el
año. (...)
Los índices de compras de los gerentes (PMI) son encuestas de opinión de
las compañías sobre sus compras y ventas actuales y futuras. Han
demostrado ser orientadores razonables de la producción real. Y un
crecimiento del 2,5% a nivel mundial se considera una ‘perdida de
velocidad' de la economía mundial, por debajo de la cual se avecina una
recesión. (...)
Según JP Morgan la fabricación mundial de manufacturas está sufriendo la
peor parte - de estar casi en 50 en el PMI (por debajo de 50 significa
una contracción). Pero los servicios, que constituyen el 70-80% de la
mayoría de las principales economías (al menos en la definición
oficial), también se deslizan hacia los niveles de la mini-recesión de
2015-6.
Hasta ahora, ha sido en Europa y Japón dónde eran visibles las señales
de una desaceleración e incluso de una franca recesión. Pero ahora la
economía de Estados Unidos puede sumarse. El PMI manufacturero de
Estados Unidos cayó a 50,6 en mayo, lo que implica casi un
estancamiento. Es el índice más bajo desde septiembre de 2009 como
consecuencia de que los nuevos pedidos cayeron por primera vez desde
agosto de 2009, mientras que la producción y el empleo aumentaron menos. (...)
Cuando se llega a Europa, la última cifra para la locomotora de Europa,
la industria manufacturera alemana, es una lectura particularmente
triste. El índice de mayo apunta un quinto mes de contracción en el
sector industrial, porque los nuevos pedidos continuaron cayendo
bruscamente, en gran parte debido a la menor demanda en toda la
industria del automóvil y los efectos de la liquidación de existencias.
Además, la tasa de destrucción de empleo se aceleró hasta ser la mayor
desde enero de 2013.
La economía de Japón está “empeorando” por primera vez en más de seis
años, de acuerdo con uno de los principales indicadores del gobierno. (...)
Como acotación al margen, vale la pena señalar que Japón es un ejemplo
de la política fiscal y monetaria keynesiana. El Banco de Japón tiene
tasas de interés negativas y ha comprado casi todos los bonos
gubernamentales disponibles de los bancos, así como deuda corporativa y
valores, a través de inyecciones de crédito masivas en los últimos diez
años.
Y ha aplicado sistemáticamente déficits presupuestarios para
tratar de impulsar la economía; tanto es así que la deuda pública en
relación con elPIB es la más alta del mundo. Sin embargo, el crecimiento
del PIB nominal y de los precios continúa estancado.
Los que defienden la Teoría Moderna Monetaria deberían tomar nota.
Sí, se pueden ejecutar déficits presupuestarios de manera permanente y
contraer deudas públicas sin consecuencias para la inflación o incluso
la divisa en una economía como Japón. Pero no se puede conseguir un
impulso permanente del crecimiento si las empresas japonesas o el
gobierno no invierten. La creación de dinero no es necesariamente
creación de valor.
Fuera de los bloques imperialistas, las economías de los llamados "mercados emergentes” también se están desacelerando. (...)
La baja rentabilidad es lo que explica
sobre todo por qué la inversión corporativa ha sido tan débil desde
2009. Los beneficios realizados han sido desviados a la especulación
financiera: fusiones y adquisiciones, la recompra de acciones y el pago
de dividendos. Además, ha habido una cierta acumulación de dinero en
efectivo por los FAANGS. Todo esto se debe a que la rentabilidad de la
inversión productiva sigue siendo históricamente baja.
El otro factor clave en la larga depresión ha sido el
aumento de la deuda, especialmente de la deuda corporativa. Con una baja
rentabilidad, las empresas han acumulado más deuda para financiar
proyectos o especular.
Las grandes empresas como Apple o Microsoft
pueden hacer esto porque tienen reservas de efectivo en las que apoyarse
si algo va mal; las empresas más pequeñas pueden manejar esta espiral
de la deuda porque las tasas de interés se mantienen en mínimos
históricos y, por lo tanto, el servicio de la deuda sigue siendo viable -
siempre y cuando no haya una caída de las ventas y ganancias.
Cuando los fundamentos como la rentabilidad y la deuda
son negativos para el capital, cualquier cosa puede desencadenar una
depresión. Cada crisis tiene un disparador diferente o causa próxima.
Pero detrás de cada una de estas crisis hubo un
movimiento a la baja en la rentabilidad del capital productivo y,
finalmente, una desaceleración o disminución de la masa de ganancia. (El nexo entre inversión y beneficios).
Ahora parece posible que la amenaza de una guerra
comercial entre los EE.UU. y China podría ser un nuevo detonante de una
recesión global. (...)
Está en marcha una reacción en cadena en la medida en que una industria
gigante se prepara para un choque violento. El banco de inversión
estadounidense Goldman Sachs ha observado que, desde 2010, el único
lugar donde los beneficios empresariales han crecido es en los EE.UU.. Y
esto, según Goldman, se debe totalmente a las empresas de
super-tecnología.
Las ganancias globales fuera de ese sector son sólo
moderadamente más altas de lo que eran antes de la crisis financiera,
mientras que los beneficios del sector tecnológico se han disparado
bruscamente hacia arriba (lo que refleja principalmente el impacto de
las grandes empresas tecnológicas de Estados Unidos).
La desaceleración del crecimiento está siendo
impulsada por una baja inversión y rentabilidad en la mayoría de las
economías y en la mayoría de los sectores. Sólo las grandes empresas de
tecnología en los EE.UU. han evitado esta tendencia, ayudadas por una
reciente bonanza de los beneficios procedentes de las reformas fiscales de Trump.
Pero ahora la guerra tecnológica con China afectará también a las
ganancias de las empresas de tecnología - incluso si los EE.UU. y China
llega a un acuerdo comercial.
El FMI está muy preocupado. (...)
Roberto Azevedo, director general de la Organización
Mundial del Comercio, dijo que la guerra comercial entre EEUU y China
estaba perjudicando a la economía mundial. La OMC ha quedado al margen,
en la medida en que la administración Trump dirige sus ataques
directamente contra China. Azevedo ha señalado que: “se han introducido $
580 mil millones de medidas restrictivas en el último año, siete veces
más que el año anterior.
Esto desanima a los inversores, está frenando a
los consumidores, y por supuesto está teniendo un impacto en la
expansión de la economía mundial. Todo el mundo pierde ... cada uno de
los países perderán si no encontramos una solución“.
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