"Es cada vez más habitual, especialmente en campaña electoral: llegan los
mítines y el populismo reaccionario saca a pasear viejos fantasmas para
desviar la atención respecto a las causas de nuestros problemas.
(...) antes de que nos dé por reflexionar sobre cuál es el origen de nuestra
crisis habitacional, el trifachito ha decidido ponerse la máscara de
Halloween para meternos miedo: cuidado, que vienen los okupas. Pero,
¿son las ocupaciones de primeras y segundas residencias un problema de
primer orden, como dicen PP, Ciudadanos, Vox, e incluso PDeCat o PNV? (...)
Nada más alejado de la realidad. Las viviendas ocupadas sin contrato
representan un 0,34% del total en todo el Estado. Lo decía el estudio
del Institut Cerdà en 2017, financiado nada menos que por Banc Sabadell
(entidad poco interesada en minimizar las ocupaciones). Y entre esas
casas, solo una de cada diez es identificada como problemática.
Es
decir, las supuestas “mafias” que dañan la convivencia, que obsesionan a
los populistas de derechas, a la telebasura y a las empresas de
seguridad, son estadísticamente insignificantes: el 0,03% sobre el total
de viviendas. Otro informe,
del Observatori DESC, lo corrobora: el porcentaje de escaleras donde
hay malas relaciones con quienes ocupan en precario tiende a ser
estadísticamente anecdótico.
Aunque nos taladran día y noche con la historia de los jubilados a
quienes le ocuparon su casa cuando se fueron de vacaciones, lo cierto es
que es un problema muy residual. La mayor parte de ese 0,34% de casas
ocupadas pertenece a bancos, fondos buitre y grandes empresas. Y la
cifra de ocupaciones supuestamente conflictivas, unas 8.500 en todo el
Estado, es absolutamente ridícula al lado de las más de 700.000 familias
que han sido desahuciadas en la última década (expulsiones, por cierto,
que en el 65% de casos han sido protagonizadas por bancos rescatados).
O del número de casas vacías según el último censo: 3,5 millones en
todo el Estado, un tercio de las viviendas no habitadas de todo Europa.
Lo sorprendente es que la cifra de ocupaciones no se haya disparado. Que
los barrios no hayan estallado.
Otro bulo muy repetido. “Los okupas son parásitos sociales que buscan
cómo aprovecharse del trabajo y los impuestos de los demás”. Falso.
Según la Obra Social BCN,
de cada cuatro personas que ocupan, tres lo hacen porque no pueden
pagarse una casa.
Para no terminar bajo un puente. Porque la realidad es
que los precios del mercado están totalmente desvinculados de los
ingresos de la mayoría social, y no hay alternativas: la vivienda
pública apenas llega al 2% del parque total, a años luz de la media
europea (15%). (...)
Detrás de las demonizadas ocupaciones hay un problema diez mil veces
mayor: la especulación inmobiliaria que ellos promueven activamente. (...)
Sin embargo, lo sucedido en la última década es incluso más grave de lo que pensábamos. (...)
Viendo que las generaciones más jóvenes (que son siempre la base del
mercado inmobiliario) no podían acceder al crédito hipotecario y cada
vez vivían más de alquiler, los poderes públicos facilitaron que la
especulación pudiera trasladarse a ese terreno.
Primero, pusieron la
alfombra roja a fondos buitre como Blackstone para que pudieran acaparar
buena parte de las viviendas y destinarlas al alquiler, a través de
sociedades que empezaron a gozar de privilegios fiscales (las Socimis,
que son las Sicav del sector inmobiliario).
A renglón seguido,
legislaron para quitarle derechos a los inquilinos, adaptando sus
condiciones de vida a los planes de negocio de fondos y bancos.
Redujeron la duración de los contratos. Facilitaron las expulsiones. Y
así, en pleno crecimiento de la demanda, garantizaron una mayor rotación
en el mercado y un aumento vertiginoso de los precios.
Los resultados de esta política estatal son conocidos. Los beneficios
inmobiliarios se han triplicado, recuperando ya los niveles de 2007, año
del estallido hipotecario. Pero lo han hecho a costa de empobrecer a
millones de hogares y disparar los desahucios, que han vuelto a las
cifras de los peores años de crisis financiera.
Con la diferencia de que
ahora son, sobre todo, por impago de alquiler. Y de que la amenaza de
desahucio ya no afecta solo a los más pobres: la burbuja del alquiler se
come en España más sueldo que en ningún otro país de la OCDE.
Habiendo un 13% de casas vacías sobre el total y un 0,03% de ocupaciones
conflictivas, ¿por qué elige el populismo de derechas hacer política en
torno a lo segundo? ¿Por qué se ceban con esa minoría de okupas sin
alternativa en lugar de abordar el problema de los fondos buitre o los
165 desahucios al día? Por un lado, creen que les es electoralmente
rentable. (...)
Azuzar el miedo de millones de propietarios hablando de “mafias okupas”
no soluciona nada, pero sale gratis y puede dar votos. Por otra parte,
la derecha sirve a poderosos intereses privados, que están en guerra. El
fantasma del okupa que se mete en tu casa cuando bajas la guardia es
tanto un chivo expiatorio para encubrir las políticas pro-especulación
como una herramienta para profundizar en ellas.
Fue la base sobre la que
justificaron la última vuelta de tuerca a la ley de desahucio exprés
y ahora plantean reformas del código penal, cambios funcionales para
empresas cuyo negocio consiste en vaciar edificios para alquilar y
vender lo más rápido posible. En otras palabras, a quien sirven las
derechas no es al pequeño propietario, sino al buitre que les llama por
teléfono quejándose de que cuesta demasiado echar a la gente, o de los
activistas que le han ocupado el edificio para exigir su expropiación.
De hecho, buitres y políticos profesionales suelen coincidir en los
mismos círculos de poder: Aznar, Aguirre, Pujol o Zaplana... son todos
apellidos que suenan en los consejos de administración de fondos buitre.
Desengañémonos. No vivimos en un paraíso para la okupación, sino para la
especulación. Las familias que habitan una casa sin contrato, así como
las que no tienen hogar, son expresiones de la mercantilización de la
vivienda, que cada cinco minutos deja a alguien en la calle. (...)"
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