18.1.12

Sí, la crisis es una calamidad, pero nos ha puesto en guardia, nos ha obligado a revisar la sociedad que tenemos y a pensar en una sociedad más acorde con el futuro

"Después de vivir en Dublín, hace casi una década, vine a vivir a España, cuando este era un país rico, con una bonanza distinta a la irlandesa, sin tanto Mercedes Benz por la calle, pero con una neurosis similar: todos vivían como ricos, es decir, cualquiera, aunque no tuviera el dinero suficiente, podía salir a cenar a restaurantes varios días a la semana, irse tres semanas de vacaciones en agosto, tener un coche y una casa propia.

A aquella riqueza aparente, igual que le pasó a la irlandesa, se la ha llevado la crisis, y en esa vuelta de golpe a la normalidad empieza a construirse la España del futuro, donde se irán de vacaciones y comprarán casas y coches los que tengan el dinero suficiente, y los demás iremos tirando y sobreviviendo como ha pasado toda la vida en los países que no son ricos.

La crisis económica es una desgracia en toda regla, pero no conviene perder de vista los elementos positivos que también tiene. Por ejemplo, nos ha puesto ya frente a los ojos los fundamentos de la España que viene, que será un país muy distinto de este, al que han liquidado el tsunami de la economía mundial, la torpe gestión política, la desvergonzada rapiña de los nuevos ricos y el pasmo, la abulia y la involuntaria complicidad, con los que el ciudadano común ha asistido a esta debacle.

La clave de la España que viene está ahí, en el ciudadano común que ya no será el mismo, que ha pasado en unos cuantos meses de nuevo rico a nuevo pobre y que ya desde ahora, porque no le queda otro remedio, vigilará con lupa la gestión de sus diputados, de su alcalde y de su presidente, y estos funcionarios, con semejante vigilancia, no podrán conducirse como lo hacían antes, tendrán que irse con cuidado y esto se lo debemos, precisamente, a la crisis.(...)

  Nuestra nueva pobreza ha puesto de relevancia la solidaridad, que es un valor que se enrarece, cuando no desaparece, en las épocas de bonanza económica. Sí, la crisis es una calamidad, pero nos ha puesto en guardia, nos ha obligado a revisar la sociedad que tenemos y a pensar en una sociedad más acorde con el futuro al que nos arrojan cada día la tecnología y las redes sociales.

La crisis, al poner a la clase política contra las cuerdas, nos ha enseñado con mucha claridad que necesitamos políticos distintos, otro tipo de gobernantes porque los que tenemos ahora pertenecen al milenio anterior; son impermeables a la realidad diversa, polimorfa, multirreferencial e hiperconectada que promueven los nuevos medios de comunicación.

La ineficiencia de nuestros políticos no tiene tanto que ver con los colores de su partido, sino con que se han quedado a la zaga, son hombres y mujeres forjados en el milenio anterior, sin instrumental para lidiar con la modernidad que les está pasando por encima."               (El País, 28/11/2011)

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