"Después de vivir en Dublín, hace casi una década, vine a vivir a España,
cuando este era un país rico, con una bonanza distinta a la irlandesa,
sin tanto Mercedes Benz por la calle, pero con una neurosis similar:
todos vivían como ricos, es decir, cualquiera, aunque no tuviera el
dinero suficiente, podía salir a cenar a restaurantes varios días a la
semana, irse tres semanas de vacaciones en agosto, tener un coche y una
casa propia.
A aquella riqueza aparente, igual que le pasó a la
irlandesa, se la ha llevado la crisis, y en esa vuelta de golpe a la
normalidad empieza a construirse la España del futuro, donde se irán de
vacaciones y comprarán casas y coches los que tengan el dinero
suficiente, y los demás iremos tirando y sobreviviendo como ha pasado
toda la vida en los países que no son ricos.
La crisis económica es una desgracia en toda regla, pero no conviene
perder de vista los elementos positivos que también tiene. Por ejemplo,
nos ha puesto ya frente a los ojos los fundamentos de la España que
viene, que será un país muy distinto de este, al que han liquidado el
tsunami de la economía mundial, la torpe gestión política, la
desvergonzada rapiña de los nuevos ricos y el pasmo, la abulia y la
involuntaria complicidad, con los que el ciudadano común ha asistido a
esta debacle.
La clave de la España que viene está ahí, en el ciudadano
común que ya no será el mismo, que ha pasado en unos cuantos meses de
nuevo rico a nuevo pobre y que ya desde ahora, porque no le queda otro
remedio, vigilará con lupa la gestión de sus diputados, de su alcalde y
de su presidente, y estos funcionarios, con semejante vigilancia, no
podrán conducirse como lo hacían antes, tendrán que irse con cuidado y
esto se lo debemos, precisamente, a la crisis.(...)
Nuestra nueva pobreza ha puesto de relevancia la solidaridad, que es un
valor que se enrarece, cuando no desaparece, en las épocas de bonanza
económica. Sí, la crisis es una calamidad, pero nos ha puesto en
guardia, nos ha obligado a revisar la sociedad que tenemos y a pensar en
una sociedad más acorde con el futuro al que nos arrojan cada día la
tecnología y las redes sociales.
La crisis, al poner a la clase política
contra las cuerdas, nos ha enseñado con mucha claridad que necesitamos
políticos distintos, otro tipo de gobernantes porque los que tenemos
ahora pertenecen al milenio anterior; son impermeables a la realidad
diversa, polimorfa, multirreferencial e hiperconectada que promueven los
nuevos medios de comunicación.
La ineficiencia de nuestros políticos no
tiene tanto que ver con los colores de su partido, sino con que se han
quedado a la zaga, son hombres y mujeres forjados en el milenio
anterior, sin instrumental para lidiar con la modernidad que les está
pasando por encima." (El País, 28/11/2011)
Artículo 129 de la Constitución española: Los poderes públicos... establecerán los medios que faciliten el acceso de los trabajadores a la propiedad de los medios de producción - Implantar la democracia económica en España es constitucional
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