"Los argentinos que siguen interesados en Europa (a pesar de la
pujanza de las relaciones con China) observan nuestras dificultades con
inquietud. Ven analogías -también diferencias- entre lo que les pasó en
2001 y lo que sucede ahora en países como Grecia o Italia (y más allá,
en casi todos los demás).
Un analista argentino arrancaba del siguiente
modo su crónica sobre el G-20 de Cannes: "Fue como entrar en el túnel
del tiempo. Todo era igual a nuestro 2001, el desconcierto, la angustia,
las tensiones. Por suerte, esta vez lo vivimos como espectadores".
Las consecuencias del corralito en
Argentina fueron letales: interrumpió la cadena de pagos, lo que generó
más recesión. Uno de los libros que han aparecido sobre aquella
efeméride (El corralito, de Lucio Di Matteo.
Editorial
Sudamericana) describe aquel mes de diciembre de principio de siglo, en
medio de la Navidad: ahorradores golpeando las puertas de los bancos
(luego sustituidas por chapas de acero), saqueos, cacerolazos, gente
revolviendo en la basura de los McDonald's... Y lo más grave: 39
muertos.
De repente, sin avisar a nadie, amaneció un lunes en el
que la gente no podía sacar el dinero de los bancos. Los argentinos lo
reviven como una pesadilla cuyo objeto fue salvar bancos, no ciudadanos.
De la Rúa y Cavallo son muertos civiles sin relevancia en la vida
pública. Y comentan lo de los griegos, que están retirando parte de los
depósitos (que se han reducido más de un 20% en menos de dos años) y
evadiendo capitales, por si acaso."
(JOAQUÍN ESTEFANÍA: 'Corralitos' varios. El País, 31/11/2011)
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