13.1.12

Todos los días se compran y se venden derivados (los más funestos, los CDO u obligaciones de deuda colateralizada, o garantizada, por sus siglas en inglés) por una cantidad superior al billón de dólares

"¿Por qué Reino Unido ha vuelto a boicotear esta semana la tasa Tobin que gravaría las transacciones financieras, al menos en la UE? La idea, ya articulada en una sólida propuesta de directiva -COM(2011) 594 final- de Bruselas, pretende recaudar 57.000 millones de euros anuales gravando las compraventas de acciones con un impuesto de un 0,1% y las de derivados con un 0,01%.

El propósito es triple: nutrir al presupuesto comunitario, desalentar a los especuladores, y poner a disposición de los Estados de la UE un remanente, algo siempre gozoso en tiempos de tribulación. (...)


La tasa se liquidaría en la ciudad-sede de las entidades financieras, esto es, mayoritariamente en Londres. La City recaudaría así 10 veces más que París y cinco veces más que Fráncfort. Pero el Gobierno de su majestad sigue oponiéndose, cada vez con frases más estentóreas.

Alega que esa tasa desviaría su capitalidad financiera hacia Hong Kong u otros rincones, hipótesis más que discutible. En realidad, lo que ocurriría de inmediato es que una tasa Tobin desincentivaría las finanzas-basura: esas en las que la City es líder mundial.

Todos los días se compran y se venden derivados (los más funestos, los CDO u obligaciones de deuda colateralizada, o garantizada, por sus siglas en inglés) por una cantidad superior al billón de dólares, en operaciones cerradas en gran parte desde la City, donde tienen su cuartel general.

Los derivados, activos financieros que no traducen transacciones de productos reales, sino virtuales, fueron la causa de la quiebra de la aseguradora AIG, tras Lehman Brothers, y de la intoxicación de otras: el equipo de AIG que suscribió los seguros (CDS) que la arruinaron tenía su base en Londres.

Las entidades financieras, de Wall Street y de la City, ocultaban y ocultan algunos de estos activos envolviéndoles en vehículos de objetivo especial sitos en -hoy semi- paraísos fiscales que son auténticos terminales de la City, como los territorios británicos de las islas Caimán, las Bermudas o las islas Vírgenes. (...)

"La City siempre desea hacer dinero demasiado rápidamente y asumiendo muy poca responsabilidad... y solo aspira, como en un casino, a conseguir un rendimiento espectacular en el plazo más breve posible", concluye la magnífica investigación de John Lanchester (¡Huy!, Anagrama, Barcelona, 2010). ¿Queda claro?"     (El País, 10/11/2011, XAVIER VIDAL-FOLCH La crisis del euro - El impacto mundial.La City reparte basura)

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