27.3.25

El regreso de Itamar Ben Gvir al gabinete ministerial, para volver a ocupar la cartera de Seguridad Nacional, es la mejor muestra de que lo que se avecina es todavía peor de lo que ya ha sufrido la Franja de Gaza en estos últimos meses... Su vuelta supone la confirmación de que Netanyahu está dispuesto a llegar hasta el final, aplicando la fuerza bruta para completar la masacre... Tras haber forzado el relevo del jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI), y en pleno proceso para deshacerse tanto del jefe del Shin Bet como de la fiscal general del Estado, el primer ministro israelí ya tiene en su mesa el plan diseñado por el nuevo jefe militar, Eyal Zamir... con el empleo de hasta cuatro divisiones de las FDI para reocupar militarmente la Franja... así como la gestión directa de ese territorio ocupado a partir de que se inicie su reconstrucción. Una reconstrucción que se vislumbra ajustada al plan de Trump –es decir, con limpieza étnica incluida... ahí está la creación de un departamento del Ministerio de Defensa para gestionar lo que se quiere presentar, en contra de toda evidencia, como la salida voluntaria de los gazatíes hacia otros países... Que el ejército israelí vuelva a desencadenar una ofensiva terrestre en Gaza es una clara muestra del fracaso de la operación de castigo que inició en octubre de 2023... se estima que, a pesar del golpe recibido, Hamás cuenta ahora con unos 25.000 efectivos en la Franja, mientras que la YIP tendría unos 5.000... Israel no ha conseguido hacer desaparecer una idea que se fundamenta en la resistencia al ocupante (Jesús A. Núñez Villaverde, Real Instituto Elcano)

 "El regreso de Itamar Ben Gvir al gabinete ministerial, para volver a ocupar la cartera de Seguridad Nacional, es la mejor muestra de que lo que se avecina es todavía peor de lo que ya ha sufrido la Franja de Gaza en estos últimos meses. Ben Gvir había abandonado el gobierno en enero por entender que Benjamín Netanyahu mostraba síntomas de debilidad al haber firmado un acuerdo con Hamás que suponía un cese temporal de las hostilidades, en lugar de intensificar el castigo para terminar de una vez por todas con el Movimiento de Resistencia Islámica y para rematar la limpieza étnica, expulsando a los gazatíes a otras tierras. Su vuelta supone la confirmación de que Netanyahu está dispuesto a llegar hasta el final, aplicando la fuerza bruta para completar la masacre.

Tras haber forzado el relevo del jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI), y en pleno proceso para deshacerse tanto del jefe del Shin Bet como de la fiscal general del Estado, el primer ministro israelí ya tiene en su mesa el plan diseñado por el nuevo jefe militar, Eyal Zamir. Un plan que, aunque se afirma que todavía no ha sido aprobado por el gabinete de seguridad, ya ha arrancado con los sangrientos bombardeos aéreos de la pasada semana. En esencia, lo que plantea es el empleo de hasta cuatro divisiones de las FDI para reocupar militarmente la Franja, volviendo a la situación previa al desmantelamiento de los asentamientos en 2005, así como la gestión directa de ese territorio ocupado a partir de que se inicie su reconstrucción. Una reconstrucción que se vislumbra mucho más ajustada al plan de Trump –es decir, con limpieza étnica incluida– que al anunciado por la Liga Árabe –que no conlleva el traslado de la población local fuera de Gaza–. Y, por si aún hubiera alguna duda sobre la intención del gobierno israelí, ahí está la creación de un departamento del Ministerio de Defensa para gestionar lo que se quiere presentar, en contra de toda evidencia, como la salida voluntaria de los gazatíes hacia otros países.

Que las FDI vuelvan a desencadenar una ofensiva terrestre en Gaza es una clara muestra del fracaso de la operación de castigo que inició en octubre de 2023, tras los ataques de Hamás y la Yihad Islámica Palestina (YIP). A pesar de la desorbitada destrucción de vidas humanas y de infraestructuras de todo tipo, ni han logrado liberar a quienes fueron capturados entonces (se estima que quedan 59 personas en manos de Hamás, de las que más de la mitad estarían muertas), ni mucho menos terminar con Hamás. Por el contrario, se estima que, a pesar del golpe recibido, Hamás cuenta ahora con unos 25.000 efectivos en la Franja, mientras que la YIP tendría unos 5.000. Eso significa, como ya advertían a su propio gobierno incluso los altos mandos militares israelíes, que, aunque Israel haya logrado eliminar a muchos de sus altos mandos, tanto políticos como militares, no ha conseguido hacer desaparecer una idea que se fundamenta en la resistencia al ocupante. Y aunque nuevamente las FDI vuelvan a desplegarse en el corredor Netzarim, fracturando Gaza en dos mitades para bloquear el tránsito en su interior, y sigan presentes en el Corredor Filadelfia, con el objetivo de impedir la entrada de materiales de combate desde Egipto, seguirán teniendo que asumir que la mayoría de los que sobrevivan a la masacre seguirán aferrados a esa tierra y, en buena medida, movilizados contra el ocupante.

La estrategia israelí no se limita al empleo de la fuerza bruta, sino que también incluye, una vez más, el bloqueo total a la entrada de ayuda humanitaria (desde el pasado 2 de marzo) y el ataque deliberado contra mezquitas y hospitales, el asesinato de periodistas (se contabilizan ya más de 200 desde el inicio de la ofensiva) y los ataques deliberados contra instalaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA). Y todo ello a la luz del día, contando con que nadie va a detener a Netanyahu y los suyos en su deriva supremacista. Ahí está hoy Donald Trump (como ayer Joe Biden y tantos otros inquilinos de la Casa Blanca) mostrando abiertamente su respaldo a una apuesta violenta que busca transformar el mapa de la región, acompañado de la pasividad de una Unión Europea (UE) que no es capaz de ir más allá de los lamentos ante cada nuevo ejemplo de barbarie.

De ahí que tampoco pueda extrañar que ese mismo Netanyahu siga violando el acuerdo firmado con Hizbulah, en la medida en que no se ha retirado completamente del territorio libanés, y se anime a seguir bombardeando a su antojo diferentes localidades próximas a la frontera común. El mismo Netanyahu que desde la caída del dictador sirio Bashar al-Assad, sin necesidad de ningún mandato internacional que lo avale, se ha apresurado a ocupar militarmente más territorio sirio y a bombardear objetivos a su entera elección. Y el mismo, en definitiva, que va afinando el punto de mira con Irán como objetivo principal. De momento, no parece que haya alguien dispuesto a detenerlo ni nadie que le haga pagar el coste de sus excesos."                 (Jesús A. Núñez Villaverde, Real Instituto Elcano, 26/03/25)

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