"Pocos anticipaban el autocontrol que Donald Trump parece estar ejerciendo hacia China esta semana.
Mientras que Canadá y México, aliados de Norteamérica, se enfrentan a aranceles del 25 %, China, su gran rival, se ha librado con un 10 %. Nadie está más sorprendido que los responsables políticos de Pekín, que se temían lo peor en el arranque de la era Trump 2.0.
Es cierto que Ottawa y Ciudad de México consiguieron retrasos de 30 días. Pero los aranceles están al caer. Las promesas de ambos países de reforzar la seguridad fronteriza no impedirán que Trump logre su objetivo de varios decenios de castigar a los países que considera que le roban a Estados Unidos.
Por el contrario, la respuesta más bien relajada de Xi Jinping hasta ahora sugiere que el líder chino mantiene abiertas sus opciones de represalia y la pólvora seca.
Pekín anunció un arancel más limitado del 15% sobre determinados tipos de carbón y gas natural licuado, y un impuesto del 10% sobre el petróleo crudo, la maquinaria agrícola, los automóviles de gran cilindrada y las camionetas. Pero las represalias de mayor envergadura siguen siendo una opción.
Por ahora, Xi tiene motivos para creer que ya tiene la sartén por el mango frente a Trump en varios niveles, ya que el líder estadounidense agota su bienvenida global a toda prisa.
«La Guerra Comercial 2.0 puede desencadenar una narrativa de estanflación, ya que implica no solo el comercio entre Estados Unidos y China, sino con otros socios comerciales importantes», dice Kelvin Wong, analista senior de la correduría OANDA.
Tony Sycamore, analista de mercado de IG Australia, cree que el caos no ha hecho más que empezar.
«El retroceso de la noche a la mañana de los aranceles a México sirve como recordatorio del ciclo en el que hemos entrado: los anuncios de aranceles van seguidos de llamadas y negociaciones, declaraciones de victoria, y luego el ciclo comienza de nuevo», afirma Sycamore. «En última instancia, el camino lleva a aranceles más altos, crecimiento más lento, inflación más alta y menos certidumbre para los tomadores de riesgo y la renta variable».
Para empezar, la buena voluntad ha desaparecido. Golpear duro a Canadá y México por razones cuestionables señala que la gira de venganza de Trump está en pleno apogeo.
El asalto de Trump al orden de la Organización Mundial del Comercio no se olvidará pronto. Y la rapidez con la que amenazó con hundir la economía de Colombia por un pequeño contratiempo diplomático deja pocas esperanzas de que Trump actúe de buena fe.
Por otro, Xi sabe que China depende hoy menos de EE UU que en 2017, la primera vez que Trump llegó a la Casa Blanca. Como señala Carlos Casanova, economista de Union Bancaire Privée, hasta ahora el impacto de los aranceles de Trump es «manejable» para China.
«Las exportaciones estadounidenses representan solo el 3% del PIB [de China], frente al 15% del resto del mundo», señala Casanova. Por ello, añade, «una devaluación no mejoraría significativamente los términos comerciales, al tiempo que podría aumentar las tensiones con otros socios comerciales de Europa y Asia.»
En su lugar, Casanova señala que «es probable que China utilice una combinación de exenciones fiscales y medidas deflacionistas para compensar el impacto de los aranceles previstos, de forma muy parecida a lo que vimos durante la primera guerra comercial». El Ministerio de Comercio chino indicó que tiene previsto presentar una demanda ante la Organización Mundial del Comercio y prometió «contramedidas correspondientes» no especificadas para proteger sus derechos e intereses.»
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