"Las causas del éxito de Vox entre los jóvenes han sido interpretadas de diversas maneras: la saturación con la política tradicional, la brecha con los mayores en cuanto a vivienda,
las dificultades económicas, los cambios culturales y el rechazo a lo
woke. Sin duda, todas ellas tienen anclaje en la realidad, pero existe un factor relevante que es menos tenido en cuenta, como es su atractivo antiestablishment.
Quizá el ámbito en el que más se ha reparado en este asunto haya sido la esfera comunicativa. Hay sectores de la población cuyo interés en la política se ha vehiculado a través de los mensajes que emiten podcasters y youtubers, una parte significativa de los cuales se sitúan a la derecha. El reciente evento de Jordi Wild, con su público coreando insultos contra Pedro Sánchez, es un ejemplo. El gobierno, y la izquierda en general, son conscientes del poder perturbador de estas vías de comunicación. La insistencia en los bulos de las redes tiene que ver también con esto, pero no es el único camino por el que intentan contrarrestar el potencial de la derecha. La presencia del presidente en ‘La pija y la quinqui’ y del ministro Puente en ‘Detective Murciano’ forman parte de la intención de equilibrar esa esfera, pero también ‘La Revuelta’ trata de llegar a poblaciones más jóvenes desde medios tradicionales con difusión en redes con una perspectiva progresista.
Esto no es más que una parte de una ruptura generacional que circula en varias direcciones. El descontento con las opciones de futuro, la sensación de que la sociedad no funciona bien y de que los caminos establecidos no sirven ha penetrado en buena parte de la población, y los jóvenes forman parte de eso. Ese sentimiento entra de lleno en las carreras profesionales, y el éxito de los youtubers supone la demostración de que vías alternativas a la comunicación tradicional, y por tanto, por fuera de los grandes medios de masas, son viables. Suelen ser una trampa, en la medida en que muy pocos de quienes lo intentan consiguen ingresos que les permitan vivir, pero esos ejemplos funcionan como reflejos aspiracionales. Algo muy similar, en su concepto, aparece en el interés juvenil por las criptos. Es otro de esos ámbitos en los que se unen los deseos aspiracionales, el rechazo a las vías tradicionales y la posibilidad de un éxito rápido. De nuevo, se trata de un camino muy limitado, pero ejerce un atractivo indudable.
Gente que se cree lista, pero come de táper
Sin embargo, el movimiento más significativo aparece en espacios menos visibles. El más relevante en España es el desprecio que muestran hacia lo establecido votantes de la nueva derecha. Un joven afiliado de Vox hablaba con desdén de aquellos que, por ir a trabajar a una torre, "se creen que son los más listos. Son gente que se pasa catorce horas en el trabajo, que come de táper, que llevan trajes baratos y que cobran una mierda. Conozco agricultores jóvenes que tienen su empresa y ganan cuatro veces más que ellos".
Esto es significativo en la medida en que los trabajos cualificados en empresas de prestigio, como la consultoría o la abogacía, eran los destinos preferidos por los hijos de las familias con más recursos, ya que suponían el acceso a un entorno profesionalmente brillante. Ahora, cada vez más, apuestan por carreras alternativas. Y no solo porque entiendan que el esquema de ese tipo de compañías, hasta ahora difundidas como el espacio idóneo para los best y los brightest, es perjudicial y carece del futuro que promete, sino por una perspectiva que va más allá. Forman parte de esas élites que no han entendido los tiempos y que pretenden perpetuar una fórmula que no va con esta época.
Este tipo de élites, las que constituyen las clases gestoras profesionales, son las más presionadas con la victoria de Trump, que se construyó contra ellas. Eran las que abogaban por el orden basado en reglas y estándares, las interconexiones entre las grandes ciudades y la globalización feliz. Son las que el presidente estadounidense menciona como el pantano o la ciénaga, y con las que quiere acabar. Todo ese mundo de consultores, lobbies, abogados y expertos son los causantes, desde su perspectiva, de los males americanos.
No es de extrañar, pues, que su intento de sustituir el establishment tradicional por uno nuevo sea visto con agrado por parte de los jóvenes de la derecha, aunque le otorguen un significado propio, mucho más ligado a la variable generacional y su lucha contra los boomers.
Cambiar el 'establishment', no sumarse a él
Este movimiento, no obstante, forma parte de uno más amplio, arraigado entre las clases con más recursos, como es el rechazo de las vías de ascenso tradicionales. Muchos jóvenes de ese estrato han apostado por el emprendimiento, ya que rechazan entrar en ámbitos, como los que reinan en las grandes empresas, demasiado verticales y muy anquilosados. La idea de que en esos entornos no se puede desarrollar una carrera que tenga relación con el mérito se extiende. Son el establishment, y es algo que deberían cambiar, no a lo que sumarse.
El crecimiento de Vox entre los jóvenes debe mucho a la pulsión antisistema vinculada con el futuro profesional
Otra de esas aristas, en clave internacional, la subraya la acción del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), el organismo creado por Trump y liderado por Elon Musk, cuyo objetivo es recortar los gastos de la administración estadounidense. Como señala la revista Wired, muchos de los empleados del DOGE son trabajadores junior que provienen de las empresas de Musk. Sus nombres no se han hecho públicos, pero la revista ha identificado a seis jóvenes (19-24 años) que carecen de experiencia gubernamental y que juegan un papel importante en el Departamento. Uno de ellos, el que envió un correo electrónico cerrando USAID, Gavin Kliger, se graduó en la escuela secundaria en 2017, y el más joven, Edward Coristine, tiene 19 años. Su apodo es bigballs.
Algunos de ellos cuentan con formación universitaria, otros no la finalizaron, pero todos están inmersos en la crucial tarea de reorganizar la administración de EEUU, parece que con métodos poco respetuosos con las normas.
El sistema y los 'boomers'
Es un ejemplo relevante del potencial disruptivo que mezcla caminos laborales alternativos y desafío al sistema. Esta unión funciona de manera distinta según las diferentes clases sociales, ya que el atractivo de las criptos o de los youtubers penetra en sectores con menos recursos, mientras que el desdén por las carreras profesionales en entornos brillantes lo hace entre los estratos medios altos. Sin embargo, ambas vías conservan el mismo aliento.
El crecimiento de formaciones como Vox entre los jóvenes posee varias causas. Una de ellas es la politización de clases con menos recursos, otra la participación de sectores religiosos, pero la pulsión antisistema vinculada con el futuro profesional es de las más importantes. Para muchos jóvenes, esa idea de cambiar las cosas mediante nuevos caminos suena bien, en particular si se mezcla con otra de las variables que tienen relevancia en la política contemporánea, la de edad. Frente a generaciones precedentes que siguen ancladas en el marco mental fijado por los boomers, los jóvenes pueden aportar esa transformación que los mayores no han querido realizar. Dado que el sistema beneficia a los mayores y perjudica a las poblaciones de menor edad, rebelarse contra lo establecido es hacerlo contra los boomers y sus ideas acabadas. Es una visión que conjuga realidades y errores, pero que resulta muy atractiva entre las derechas."
(Esteban Hernández , El Confidencial, 09/02/25)
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