"El 2 de abril de 2025, la administración Trump anunció unos aranceles «recíprocos» largamente debatidos sobre los mayores socios comerciales de Estados Unidos, con el objetivo de introducir a Estados Unidos en una nueva «edad de oro» de prosperidad. Sin embargo, esta decisión parece ignorar por completo las repercusiones para el resto del mundo, como si tuvieran la culpa exclusiva de los problemas internos de Estados Unidos.
En cuanto a los aranceles europeos, la administración estimó que el déficit comercial de EE.UU. con la UE asciende al 43% de las exportaciones de la UE a EE.UU. Basándose en esto, Trump argumentó que un arancel del 20% sobre las importaciones europeas sería más que justo. En el caso de China, estimó de forma similar que los aranceles de China sobre las importaciones estadounidenses ascienden aproximadamente al 68%. Por lo tanto, EE.UU. reclama el derecho a imponer un arancel adicional del 34% a los productos chinos, además de los ya existentes, con lo que el total ascendería al 54%.
En cuanto a Corea del Sur, la administración Trump afirmó que el país impone un arancel del 50% a las importaciones estadounidenses. Esta estimación incluía no solo los aranceles oficiales, sino también la supuesta intervención del gobierno coreano en el tipo de cambio del won-dólar y otras barreras a las importaciones estadounidenses. ¿La conclusión? Un arancel del 25% para Corea del Sur, aunque no se aportaron pruebas de estas afirmaciones.
El Reino Unido presenta un caso distinto, con aranceles fijados en el 10%, basados en una evaluación de los impuestos británicos sobre las importaciones estadounidenses. Es importante señalar que no se dio ninguna explicación sobre el arancel del 10% impuesto a los países con los que EE.UU. tiene superávit comercial. Canadá y México serán examinados próximamente y, por supuesto, se aplicarán otras consideraciones.
En ninguna parte de las declaraciones oficiales se menciona lo obvio: que Estados Unidos ha perdido con los años su ventaja competitiva absoluta en la producción de bienes. Los aranceles, si se mantienen, no resuelven el problema de fondo, sino que protegen a las llamadas empresas «zombi» que sobreviven artificialmente, socavando la competitividad económica a largo plazo. Los actuales dirigentes aspiran a una reactivación de la industria manufacturera estadounidense, pero esto parece poco realista teniendo en cuenta la tecnología y los niveles salariales actuales. Los aranceles no pueden cambiar esta dura realidad.
Además, la administración estadounidense insiste en que los ingresos arancelarios previstos servirán para hacer frente a la creciente deuda pública o para aliviar la presión fiscal. En realidad, estos aranceles acabarán siendo pagados indirectamente por los contribuyentes, ya que se repercutirán a través de precios más altos. Irónicamente, el propio Gobierno lo admite cuando aboga por sustituir los impuestos directos por indirectos.
La retórica oficial de Trump -que ha destapado una «estafa del comercio internacional» que perjudica al contribuyente estadounidense medio- no se sostiene. Costes absolutos más bajos y precios históricamente competitivos son las principales ventajas de los países con superávit comercial frente a EE.UU. De hecho, habría que reescribir los libros de texto sobre comercio internacional, ya que ensalzan erróneamente la ventaja comparativa frente a la absoluta, entre otros mitos que desgraciadamente ganan credibilidad entre los responsables políticos. En cuanto a las consecuencias económicas, ya las analicé en un artículo anterior en un periódico griego que su efecto aparecerá en el mercado de valores.
El de Trump consigue un «logro» fundamental: aleja aún más a Estados Unidos de sus antiguos aliados-países con los que ha firmado acuerdos internacionales, como el GATT y la Organización Mundial del Comercio (cuyas normas probablemente esté violando). En cambio, une al resto del mundo contra Estados Unidos y perturba el orden internacional. Considera que estos efectos son temporales, pero lo peor para las políticas de Trump aún puede venir de dentro de Estados Unidos.
La UE prepara contramedidas, mientras China, Japón y Corea del Sur exploran estrategias más agresivas. Estados Unidos ha advertido de que los aranceles de represalia serán respondidos con duras contramedidas, es decir, con una «guerra comercial». Así pues, estamos entrando en un periodo de escalada y feroz competencia, con consecuencias económicas y geopolíticas impredecibles."
( Lefteris Tsoulfidis, Un. Macedonia, Brave New Europe, 04/04/25, traducción DEEPL)
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