"El recuerdo del Holocausto ha sido utilizado perversamente para justificar tanto la erradicación de Gaza como el extraordinario silencio con que se ha respondido a esa violencia”. (Erradicación significa la acción de eliminar algo por completo, como si se arrancara de raíz). Lo escribe en el último número de The New York Review of Books Omer Bartov, israelí, profesor de Historia Europea y Estudios Alemanes en la Universidad Brown, en Estados Unidos, y uno de los mayores especialistas del mundo en el adoctrinamiento ideológico de los combatientes, en los crímenes de guerra y el genocidio.
El silencio que rodea lo que está ocurriendo en Gaza es quizás uno de los hechos más terroríficos de este siglo XXI. ¿Cómo se explica que el asesinato de 14 trabajadores de la Cruz Roja (la Media Luna Roja) y de Naciones Unidas ocurrido el pasado 23 de marzo no haya levantado un verdadero clamor internacional y provocado la inmediata reacción contra el Gobierno israelí, responsable de esos asesinatos? No caben dudas sobre lo ocurrido: los cuerpos, y sus vehículos, fueron encontrados por un convoy enviado por la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA). Todos los muertos estaban a su vez intentando localizar a otros dos trabajadores paramédicos desaparecidos un día antes. Según declaró Jonathan Whittall, uno de los responsables de OCHA, los médicos, enfermeros, conductores de ambulancia y trabajadores sociales recibieron disparos “uno a uno”. Su colega, el director de la OCHA, Tom Fletcher, afirma: “Sus vehículos estaban bien identificados como pertenecientes a Naciones Unidas y a la Cruz Roja”. Según los reporteros de The Guardian, dos testigos les dijeron que algunos de los cuerpos aparecieron con las manos atadas.
Omer Bartov negó en un artículo publicado en 2023 que lo que estaba ocurriendo en Gaza fuera un genocidio, sino, quizás, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Cambió de opinión, sin embargo, en agosto de 2024, después de una estancia en Israel. Lo que más le inquietó fue el terrible adormecimiento de la población israelí, que fue capaz en su día (1982) de salir a la calle para protestar por la masacre de Sabra y Chatila y que hoy parece tener “una absoluta incapacidad para sentir empatía por la población de Gaza”. La mayoría, asegura, ni siquiera quiere saber lo que ocurre en Gaza, y este deseo se refleja en la cobertura televisiva. La mayoría de la población israelí se mueve hoy por un sentimiento de rabia y miedo, un deseo de restablecer la seguridad a cualquier precio y “una desconfianza total en las soluciones políticas, las negociaciones y la reconciliación”.
Bartov se reunió con grupos de jóvenes soldados que habían participado en acciones militares en Gaza. “A diferencia de la mayoría de los israelíes, estos jóvenes habían presenciado la destrucción de Gaza con sus propios ojos. Me pareció que no solo habían interiorizado una visión particular que se ha vuelto común en Israel —a saber, que la destrucción de Gaza como tal fue una respuesta legítima al 7 de octubre—, sino que también habían desarrollado una forma de pensar que observé hace muchos años al estudiar la conducta, la cosmovisión y la autopercepción de los soldados del ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial. Habiendo interiorizado ciertas visiones del enemigo —los bolcheviques como Untermenschen [infrahumanos]; Hamás como animales humanos— y de la población en general como menos que humanos e indignos de derechos, los soldados que observan o perpetran atrocidades tienden a atribuirlas no a sus propias fuerzas armadas, ni a sí mismos, sino al enemigo”.
El dolor que expresa el profesor Bartov es compartido, sin duda, por una
parte seguramente muy minoritaria de la población israelí, cada día más
preocupada por el efecto de este adoctrinamiento en sus jóvenes
soldados. Dolor ante la posibilidad de que la sociedad israelí termine
con los años responsabilizando a los mandos y a los políticos que
ordenan esas acciones sin comprender que son los soldados quienes sufren
las consecuencias y quienes son también responsables de esas acciones.
Sus hijos, los profesores de sus niños, los funcionarios, dependientes,
obreros o empresarios tendrán responsabilidad en la erradicación de Gaza
y algún día no podrán decir que solo respondieron a ataques o que se
enfrentaron al enemigo. ¿Eran el enemigo los médicos, enfermeros,
conductores de ambulancia y trabajadores sociales de la Cruz Roja y de
Naciones Unidas?"
( Soledad Gallego-Díaz , El País, 06/04/25)
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