"Trump ha cejado por ahora, pero sigue siendo un manojo de impulsos y agravios contradictorios. Así que continuará la crisis económica totalmente artificiosa.
La explicación oficial de la brusca pausa de 90 días de Trump en su guerra arancelaria –salvo en el caso de China- resulta hilarante y acorde con su carácter. En realidad, lo planeó todo el tiempo para llevar a otros países a la mesa de negociaciones. Eso supone un gran bajón desde el Día de la Liberación como fórmula para la autosuficiencia estadounidense.
Igualmente absurda es su afirmación de que está dando un respiro a otros países porque se abstuvieron de tomar represalias. Pero, ¿no se trataba de imponer aranceles «recíprocos» para compensar el hecho de que otras naciones andaban supuestamente arruinando la economía norteamericana, aún sin más represalias?
No se ha acabado, porque hasta un arancel básico del 10% sigue siendo un impuesto sobre las importaciones que va a aumentar la inflación. Y no está nada claro qué países estarán dispuestos a negociar qué tipo de acuerdos en los próximos 90 días.
No ha terminado porque no sabemos cómo va a reaccionar Trump. Su impulsividad se mantiene, por lo que los planificadores corporativos no tienen ni idea de lo que hará a continuación y son reacios a ampliar la capacidad de producción nacional.
Lo siento, pero esto no ha terminado
Y no ha terminado porque es una fantasía que Trump pueda de alguna manera cercar a China como único actor nocivo y aplicar aranceles que aumentan día a día, y aislar de alguna manera de sus consecuencias a la economía de los Estados Unidos. Los Estados Unidos importaron bienes de China por valor de 438.000 millones de dólares en 2024. Entre ellos, teléfonos móviles y otros productos electrónicos de consumo, así como todo tipo de bienes de consumo, piezas de automóviles y otros insumos de fabricación.
China también suministra minerales raros a los Estados Unidos. En caso de guerra comercial extrema, China podría empezar a deshacerse de sus enormes tenencias de deuda del Tesoro estadounidense o de valores respaldados por hipotecas.
Tiene sentido encontrar otras fuentes de suministro, pero esto no va a ocurrir de la noche a la mañana. Mientras tanto, los aranceles, que ascienden al 125%, equivalen a un embargo virtual de China, y reducirán las cadenas de suministro y elevarán los precios al productor y al consumidor. El arancel de represalia de China, actualmente del 84 %, va a perjudicar a los exportadores estadounidenses, especialmente a los agricultores.
El presidente chino, Xi Jinping, no da señales de pestañear, y una de las consecuencias es que China desvíe las exportaciones a otros países. Gracias a Trump, China puede acabar mucho más cerca de Europa.
Y los mercados parecen estar de acuerdo en que esto no ha terminado. En el momento de escribir estas líneas, el Dow ha bajado un 2,5%.
Al final, Trump ha decidido cejar, y no porque los legisladores republicanos le hayan demostrado tener su espinazo, sino porque se asustaron los mercados financieros. Y la forma en que se asustaron es instructiva. A medida que caían los precios de las acciones, comenzó a tambalearse el mercado financiero más importante de todos, el mercado de 28 billones de dólares de valores del Tesoro de los Estados Unido.
Y los bonos del Tesoro empezaron a tambalearse debido aparentemente a un juego especulativo favorito de los fondos de cobertura conocido como «basis trades». La idea consiste en pedir prestada una gran suma -el apalancamiento puede llegar a ser de 100 a 1- y luego presentar una gran apuesta aprovechando la convergencia o divergencia entre el precio de los bonos del Tesoro y los futuros del Tesoro.
Pero cuando el derrumbe del mercado de valores se extendió a los mercados de bonos y los bonos del Tesoro empezaron a comportarse de forma extraña, los fondos de cobertura empezaron a deshacer operaciones y a deshacerse de los bonos del Tesoro, y les siguieron otros inversores. Tal y como advirtieron los magnates de Wall Street -secundados además por el secretario del Tesoro, Scott Bessent- se corría el riesgo no sólo de un desplome bursátil, sino de un colapso financiero total.
Así que Trump parpadeó. Un par de conclusiones importantes, ninguna de ellas tranquilizadora:
Este asunto quizá haya debilitado la capacidad de Trump a la hora de librar una guerra económica (aunque, por ahora, está convencido de que ha conseguido un acuerdo estupendo). Pero no está nada claro que haya debilitado su dictadura que va tomando forma en otros aspectos.
El DOGE sigue causando estragos en servicios públicos vitales; la investigación y la sanidad públicas patrocinadas por el gobierno federal siguen siendo destruidas, y la Seguridad Social socavada, las libertades civiles pisoteadas y las universidades intimidadas. Y a los republicanos todavía no les ha salido nada parecido a un espinazo.
Y aunque el sistema financiero ha esquivado por ahora la bala más letal, el hecho de que el mercado de bonos del Tesoro estuviera a punto de derrumbarse ha sido otro fruto amargo de la extrema desregulación financiera para la que se confabularon ambos partidos.
El sistema regulador del New Deal restringió drásticamente el juego con margen en el mercado de valores, que fue una de las causas de la burbuja y el desplome bursátil de los años 20. Pero gracias a la profusión de derivados, existen nuevas formas de margen con las que nunca soñaron los especuladores bursátiles de los años 20.
Las operaciones de base utilizan márgenes de hasta 100 a 1. El reciente derrumbe del mercado se agravó cuando ellos y otros especuladores empezaron a recibir peticiones de margen.
Es un emparejamiento emblemático: desregulación extrema y dictadura incipiente, las cuales crean las condiciones para un derrumbe económico. Y a pesar de una jornada de alivio parcial, persisten esas condiciones."
(Robert Kuttner , Sin Permiso, 13/04/2025)
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