23.4.25

Cristina Moreira será la primera mujer obispa católica y podrá ordenar mujeres presbíteras... reclama la presencia activa de la mujer en la eucaristía, un celibato opcional... todo esto no supone ninguna ruptura con el Evangelio... en la presbítera vemos a alguien elegido por la comunidad para ser su guía y en el caso de la catolicidad, presidir las celebraciones y encargarse de las tareas espirituales... lo que Jesús les pidió a sus discípulos: “Haced esto en mi memoria”... "Quién está rompiendo a la Iglesia y la está manchando son los curas machos que violan menores y mujeres. Esos son los que dañan a la Iglesia pero nos apuntan a nosotras" (Ramón Mariño)

 "-¿Cómo se realizó su ordenación sacerdotal, que obispo se ofreció a realizar el sacramento?

En realidad lo que encontré fue una asociación de mujeres curas que nace en el 2002. Realizamos la ordenación en el río Danubio donde dos obispos hombres de la Iglesia Católica aceptaron ordenar a siete mujeres. La asociación fue prosperando y más adelante estos obispos consagraron mujeres obispas y se retiraron del movimiento para dejar que ellas continuasen la labor. La asociación es la ARCWP (Association of Roman Catholic Women Priests) y existe otra, la RCWP, que son asociaciones hermanas. En la primera me ordené como presbítera.

 -¿Qué diferencia existe entre un presbítero y un sacerdote o cura?

Ninguna, la diferencia está en la palabra y la comprensión de su papel. En el sacerdocio vemos un estamento de clase, vemos clericalismo, vemos algo que no tiene nada que ver con el Evangelio ni con lo que predicaba Jesús. En el presbítero o en la presbítera vemos a alguien elegido por la comunidad para ser su guía y en el caso de la catolicidad, presidir las celebraciones y encargarse de las tareas espirituales. 

 -¿Cómo nace en usted la vocación presbítera para administrar la ecuaristía?

Yo era una católica de a pie, muy devota, catequista, trabajé en barrios, parroquias, etc. Digamos que me sentí llamada espiritualmente a continuar la labor de Jesús, lo que él pedía a sus discípulos en la última cena.

 -¿Cuáles fueron los pasos de formación antes de ordenarse presbítera?

Tuve que certificar años de Teología reglada, ahora mismo estoy realizando la investigación porque ya tengo la licenciatura. En aquel momento me pidieron una cantidad de créditos y además tenemos un seminario online donde personas más preparadas (teólogos y teólogas) nos forman y nos dan otro tipo de teología, otra forma de entender la Iglesia y comprensión de los sacramentos más acordes con la teología actual que denominan Teología del Pueblo de Dios, muy en contacto con la Teología de la Liberación, teología feminista, ecoteología y abarca otros muchos espectros que la gente necesita.

 En el presbítero o en la presbítera vemos a alguien elegido por la comunidad para ser su guía y en el caso de la catolicidad, presidir las celebraciones y encargarse de las tareas espirituales

  -¿Cómo evolucionó su fe hasta llegar al punto de querer ser administradora de la eucaristía?

Lo que es para mí, no hubo una evolución notable, era algo lógico no el ser sacerdote sino lo que Jesús les pidió a sus discípulos: “Haced esto en mi memoria”. El “haced” me impactó y entonces me dije a mí misma “tengo que hacerlo”. Estuve muchos años sin hacerlo y no fue una evolución de mi fe sino una evolución dentro de la Iglesia y comprender que para hacerlo tenía que desobedecer una norma de esa Iglesia en la que me encontraba. Necesité muchos años de discernimiento, de comprensión sobre mí misma, de lo que quería, de lo que significaba para mí esa llamada y decir: “si se rompe una ley, se rompe, porque es una ley injusta”.

-Una vez que se da el paso las reacciones habrán sido de lo más diverso. ¿Qué reacciones ha ido recogiendo y quién le ha apoyado con más decisión?

Los que más me ha apoyado han sido mi marido, Victorino, las comunidades en las que he estado y sobre todo la comunidad dónde yo participaba como miembro, 'Comunidade do Home Novo' aquí en A Coruña. Acogieron con mucho entusiasmo el que les anunciase “tengo esta vocación y os la voy a contar, surge la posibilidad de responder y de acceder a la ordenación. ¿Qué os parece?” Fue un proceso de la comunidad que estuvieron pensando si les parecía bien mi ordenación. Yo me remití por completo a ese proceso porque quería servir a esa comunidad realmente y que fuese un servicio para la comunidad. Después, cuando ya se hizo público tuve que hacer frente a las críticas de que esto les parecía un despropósito, que hago daño a la figura del Papa y perjudico la unidad de la Iglesia y que esto es poco más que un sacrilegio. También dentro de la progresía hay reacciones y cuesta mucho hacerles comprender que esto no es clericalismo: “hacéis lo mismo que los hombres, clericalismo”. Realmente, somos disidentes, rebeldes y por tanto, no somos clericales porque no tenemos ningún poder. Ningún obispo nos ha impuesto una diócesis, no tenemos ese marco institucional y legal de los curas habituales. Estamos al servicio de nuestra comunidad y no salimos de ahí, por tanto, tenemos el poder que nos da la comunidad el cuál es poco y, gracias a Dios, no saldremos de ese círculo. Por tanto, no estamos afectadas por el clericalismo. ¿Alguien puede decir que hago clericalismo? Es decir, ¿ejercer poder o sentirme privilegiada? Soy una mujer casada, además en segundas nupcias, soy madre y trabajadora, por tanto me gano la vida. ¿En algún momento se ve que hay clericalismo? Pues como yo, la mayoría de las compañeras que tengo, aunque alguna sí puede ejercer clericalismo. 

 Para mí no hubo una evolución notable, era algo lógico no el ser sacerdote, sino lo que Jesús les pidió a sus discípulos: “Haced esto en mi memoria”

 -Aún así, habrá quién se sienta sorprendido por ver a una presbítera oficiando.

Sí, porque rompes con esa imagen tradicional del cura hombre, se les hace pedazos. Hay personas que dicen: “me gusta más así”. Suelo poner la estola para hacer misa y el alba en algunas ocasiones, como en una misa priscilianista que celebramos en Ourense hace unos meses, un miembro de la comunidad dijo: “me gusta que vistas así”.
 

-¿Y esta postura de no ejercer el clericalismo qué significado tiene para las comunidades que aceptan presbíteras?

Estamos creando una nueva forma de servir a nuestras comunidades desde la fe, desde lo espiritual, desde los sacramentos sin imponernos, sin ejercer poderes opresores y, definitivamente, se trata de una experiencia muy hermosa en ese sentido. Aún así, las feministas y otros colectivos por la igualdad me señalan la ropa que visto y debo contestarles: “es la ropa para que se vea que estamos llegando a la igualdad”. Y es que si no ha llegado la igualdad, nosotras la haremos llegar. Por tanto, la ropa es la que se usa en estas funciones, lo mismo que ir a trabajar a un taller debo vestir ropa específica para ese trabajo. Por tanto, se debe ver quién soy y qué hago pero no significa que mis actitudes sean de opresión o de abuso de poder. Quién está rompiendo a la Iglesia y la está manchando son los curas machos que violan menores y mujeres. Esos son los que dañan a la Iglesia pero nos apuntan a nosotros. ¿Cuál es nuestra culpa, qué hemos hecho mal?

 -¿Qué gente acude a sus oficios religiosos?

En Galicia gente de la comunidad 'Home Novo'. De vez en cuando recibimos a gente que viene de fuera para saber cómo oficiamos en esta comunidad y ha venido gente desde América Latina o de otros lugares de España. Nosotros también visitamos a otras comunidades como 'Home Novo'. Existe una red de pequeñas comunidades libres que comparten ideas y liturgias. También he participado en comunidades francesas y en una de ellas enviamos el CV al obispado para pedir trabajo en puestos masculinizados. Este fuera un caso bastante mediatizado.

 Estamos creando una nueva forma de servir a nuestras comunidades desde la fe, desde lo espiritual, desde los sacramentos sin imponernos, sin ejercer poderes opresores

-Hace un tiempo un teólogo decía que no hay razones de peso para que las mujeres no puedan ser sacerdotes en la Iglesia. Aún así, siguen sin poder serlo.

Se recurre al “siempre se ha hecho así”. Los Papas alegan que nosotras debemos ser como María y ellos como Jesús, por eso los curas deben ser hombres. Al final vemos que esos hombres obtuvieron privilegios durante dos milenios, también poder temporal, psicológico y sociológico y que todo esto les ha costado el celibato y no tener familia, o tener que esconderla. Como ha sido un sacrificio afectivo y psicológico inmenso que pagan con todos esos privilegios, pues no ven con buenos ojos que una mujer haga lo mismo que ellos. En la catolicidad, el presbiterado, no me gusta la palabra sacerdocio, ellos se ordenan curas con la idea de quedarse solteros sin tener vida afectiva ni sexual. Muchos hombres se ordenaron curas tirándose a una piscina enorme falta de afectividad. Algunos lo ven como un gran precio que los sitúa por encima del resto de los hombres, algo que no tiene relación con el Evangelio ni con Jesús.

 El miedo lo dan ellos por ser tan endógamos, por quedarse solos y estén neurótico, porque no deja de ser una neuricidad privar a una persona de su vida afectiva y sexual
 

-El que entren mujeres y oficien misa, por tanto, parece ser el gran miedo.

Dentro de dos meses me consagrarán como obispa, la primera de Galicia, y diré más, hacen falta obispas pues estamos ordenando mujeres en España y Francia y muchas no pueden viajar a Estados Unidos para ordenarse presbíteras. Hay miedo a lo nuevo, en la Iglesia se ha sacralizado la separación entre hombre y mujer. El miedo lo dan ellos por ser tan endógamos, por quedarse solos y estén neurótico, porque no deja de ser una neuricidad privar a una persona de su vida afectiva y sexual. El peligro para ellos está en cambiar las cosas y hacer circular el aire y nuevas ideas para ver el mundo y que haya amor y afecto entre hombres y mujeres en la Iglesia y puedan tener hijos e hijas. Si decrece la fe no es porque haya hombre y mujeres, son otras las causas."

( , Galicia Press, 20/04/25)

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