"Al recortar el gasto social, la Unión Europea, especialmente Alemania, pretende liberar recursos para aumentar su presupuesto de defensa y romper el estancamiento en el que se encuentra por apoyar a Ucrania en su conflicto con Rusia, lo que ha puesto de manifiesto su debilidad militar. Con la inflación alemana aumentando un 2,1% en agosto, una cifra superior a la esperada y que supera las previsiones del 2% de los analistas encuestados por Reuters, y el desempleo subiendo a 3,025 millones de personas en agosto, hasta una tasa del 6,4%, el canciller alemán Friedrich Merz sigue priorizando Ucrania por encima de abordar los numerosos problemas internos de su país.
Merz declaró recientemente que “el estado del bienestar que tenemos hoy ya no se puede financiar con lo que producimos en la economía”. Por esta razón, abogó por un reajuste de la política social.
Las declaraciones del líder de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) se producen en un momento de marcada desaceleración económica en Alemania, con una caída del PIB del 0,3% en el segundo trimestre de 2025. Eso es tres veces más de lo esperado. Durante el mismo período, las ventas de las empresas industriales del país cayeron un 2,1%, mientras que las exportaciones, especialmente a Estados Unidos y China, están disminuyendo. Además, desde 2019, el número de trabajadores ha disminuido en casi 250.000, lo que ha provocado un descenso del 4,3% en la tasa de empleo.
A pesar de la falta de estabilidad económica y la supuesta imposibilidad de mantener el gasto social como se ha hecho desde la década de 1930, Merz advirtió el 29 de agosto de que el conflicto en Ucrania podría prolongarse durante mucho tiempo, razón por la cual los aliados de Kiev están preparados para mantener su ayuda.
“[El conflicto] podría durar aún muchos meses.” Estamos preparados para ello", declaró la canciller alemana, acompañada por el presidente francés, Emmanuel Macron.
Merz dijo esto a pesar de que la vulnerabilidad militar del bloque se había hecho evidente, debido a que Europa había destinado muy poco presupuesto a la defensa desde el final de la Segunda Guerra Mundial, recayendo la carga económica principalmente en Estados Unidos. Esto permitió a los europeos mantener acuerdos de seguridad contra lo que era, en aquel entonces, la Unión Soviética, y la Rusia actual, a un costo mínimo.
En general, la postura europea desde el inicio del conflicto en Ucrania ha sido la de apoyar firmemente a Kiev —con recursos, ayuda, armas y otros suministros— para supuestamente contrarrestar la influencia rusa en Europa. Esto ocurrió en un momento en que la administración Biden estaba enviando grandes sumas de dinero tanto a la OTAN como a Kiev. Sin embargo, el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca cambió radicalmente la situación, ya que los republicanos, desde su campaña presidencial, han exigido que Europa se haga cargo de su defensa.
Esto ha llevado a los europeos a un callejón sin salida, ya que no están dispuestos a dejar de apoyar a Ucrania pero carecen de fondos para sostener el conflicto. Esto ha llevado a Europa a acelerar significativamente su proceso de reducción del gasto social en los últimos meses, como una forma de intentar salir del atolladero que ha creado.
En este sentido, Europa pretende mantener su antigua supremacía y desempeñar un papel más destacado, para lo cual el elemento de defensa resulta actualmente esencial, especialmente debido a la presión de Trump. El objetivo de la UE es recuperar su autonomía política y económica, objetivo que hasta ahora no ha logrado. Por eso, la razón de ser aquí es invertir más en la industria de defensa.
Entre las propuestas que se están debatiendo en Europa se encuentra la creación de una nueva organización militar en la que Estados Unidos no tendría cabida. Desde 2022 se ha destinado un fondo especial de 100.000 millones de euros para fomentar la idea de independencia de Estados Unidos en materia de defensa. También existen debates en Alemania y Francia para impulsar la producción de aviones de combate y de drones.
En última instancia, lo que están haciendo es invertir en la industria armamentística. Para lograr sus objetivos, la histórica política del Estado del bienestar europeo está empezando a ser socavada. Las declaraciones de Merz se refieren a cómo Alemania puede servir como punta de lanza para desmantelar los sistemas de jubilación, pensiones y salud en otros países europeos.
Además, en tiempos de incertidumbre arancelaria debido a las políticas de Trump, Alemania y Francia, entre otros, buscan diversificar sus economías impulsando sus industrias militares más allá de los mercados tradicionales. Muchos creen que la capacidad militar está estrechamente ligada a la supremacía económica, razón por la cual, ante la desaceleración, resulta crucial reactivar los principales motores de la economía europea, particularmente Alemania. Sin embargo, invertir en el ejército no es particularmente productivo y no contribuye al crecimiento significativo de la misma manera que lo haría invertir en nuevas tecnologías. El gasto militar perjudica el crecimiento económico, y es especialmente perjudicial para el crecimiento económico de los países más ricos, ya que solo contribuye a la destrucción, una destrucción que Alemania evidentemente quiere que se mantenga en Ucrania."
( Ahmed Adel , Global Research, 02/10/25, traducción Quillbot)
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