"Porque esta crisis es inmensa, anuncia de modo específico el fin del capitalismo, el del modelo anglosajón, o mejor aún, para ser más precisos, el modelo americano-británico. Las características principales de este sistema son conocidas: vínculo social basado en la competencia de todos contra todos, privatización de los bienes públicos, competencia comercial "libre y no falseada", mercantilización de las relaciones sociales, flexibilidad y precariedad del mercado laboral, inversiones especulativas a corto plazo con tasas de rendimiento elevadas. Trasfondo del cuadro: provecho máximo para una minoría, endeudamiento generalizado para la mayoría. (...)
No podemos decir, por ejemplo, que de ahora en adelante se tenga que "regular" y descartar que el Estado vuelva a convertirse en agente central dentro del sistema económico. Porque éste es quien debe equilibrar con su arbitrio, sus subvenciones, sus orientaciones, el juego de la competencia siempre desigual entre el capital y el trabajo. (...)
Podríamos desgranar cien ejemplos más de nociones y conceptos que hay que revisar para afrontar esta crisis mundial. Pero ¿qué dicen las élites políticas? Aun cuando éstas favorecen de hecho el proteccionismo nacional y las nacionalizaciones, siguen defendiendo el librecambismo integral, el Estado débil y la disciplina abstracta de los presupuestos. Y focalizan la atención sobre medidas secundarias, como la lucha contra los "paraísos fiscales" o a favor de la "transparencia financiera", olvidando intencionadamente que éstas no son las causas sino las consecuencias de un sistema que las ha hecho posibles." (SAMI NAÏR: Las élites ante la crisis. El País, ed. Galicia, Internacional, 07/03/2009, p. 8)
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