“No es señal de debilidad, sino un paso más para la resurrección de Chrysler”, dijo el presidente Barack Obama... Y a renglón seguido dejó claro que no podía permitir que un “grupo de especuladores que no ha querido sacrificarse como el resto” acabara enterrando a este icono industrial.
Los dedos apuntaban a Oppenheimer Funds, Perella Weinberg, Stairway Capital y otra decena de hegde funds como culpables de un desenlace que marca la historia de la industria del automóvil. Su rechazo a los términos acordados con los principales acreedores de Chrysler hizo colapsar las negociaciones. Washington endulzó su oferta con un pago de 2.250 millones en efectivo. Pero querían una participación sustancial para el perdón de la deuda.
Unas 45 firmas financieras controlan la deuda de Chrysler, que se eleva a 6.900 millones. El 30% está en manos de los fondos especulativos. (...)Lo que está por ver es si los italianos serán capaces de conseguir de la estadounidense lo que no hicieron los alemanes de Daimler, que acaban de ceder toda su participación. Fundada en 1925, Chrysler es la más pequeña de los tres gigantes de Detroit y es un banco de pruebas para General Motors." (El País, ed. Galicia, Economía, 01/05/2009, p. 23)
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