"La responsabilidad de nuestros políticos es, creo, tanto por acción
como por omisión. Hay una primera responsabilidad por omisión: nuestros
políticos no cumplieron la primera de las obligaciones que como
políticos se les atribuye, que es la de “vigilar” que los demás no
cometan desmanes.
“Debí de pinchar la burbuja inmobiliaria, pero no lo
hice, y me arrepiento”, sería un ejemplo de ello. Se agradece la
confesión y la autocrítica (más si cabe en un país en el que nadie,
absolutamente nadie, pide perdón por nada) pero, ¿no ilustra la propia
confesión, a su vez, un determinado nivel de culpa in vigilando?
Vayamos al segundo supuesto, no ya la omisión del deber de vigilar,
sino la propia acción, es decir, que las decisiones que se tomaron
fueron causantes directamente de lo que está pasando ahora.
La lista de
ejemplos es larguísima: fueron los políticos los que allá por los años
ochenta decidieron desregular los mercados financieros; fueron los
políticos los que tomaron la decisión de crear un euro con unas
instituciones de gobernanza insuficientes, cuando en la época en la que
se estaba diseñando la moneda única muchos expertos dijeron que si se
tomaban esas decisiones las consecuencias podrían ser muy costosas; y
fueron los políticos los que tomaron la decisión de liberalizar hasta el
extremo de lo imposible los mercados inmobiliarios, por ejemplo, en
nuestro país.
Pues bien, que yo sepa, nadie obligó a los políticos que tomaron esas
decisiones a hacerlo; si no estaban de acuerdo con ellas, y alguien les
obligó, siempre podían haber dimitido antes de tomarlas; y si alguien
les obligó, y no pudieron resistirse, convendría saberlo, porque la
cuestión de “quién gobierna en realidad” es crucial en estos momentos.
Por acción u omisión, los políticos son una parte importante del problema, y en parte causantes del mismo." (
Antonio Estella
, El País, 12 OCT 2012)
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