"Una vez más, Francia ha entrado en una fase de confrontación social de
una gran dimensión. Hace una años (noviembre 2018) irrumpió en las
rotondas y en la calle de todo el país el movimiento de los chalecos amarillos.
Provocado por la voluntad decidida del gobierno de imponer un
incremento en el impuesto sobre los carburantes, el movimiento no tardó
en plantear como una de las primeras reivindicaciones el incremento del
poder de compra (sobre todo del SMI), el rechazo a una sociedad
gestionada por y a favor de los más ricos, el restablecimiento del
impuesto sobre las grandes fortunas y la exigencia de una democracia en
la que las clases populares se pudieran hacer oír.
Al gobierno de Macron
les estalló en la cara la exasperación social generada por las
políticas de austeridad que se venían imponiendo desde los años 1980.
Una exasperación que en las elecciones presidenciales de 2017 provocó
el hundimiento de los dos partidos que venían gestionando el sistema
desde los años 1960: el partido gaullista (LR) y el partido socialista
(PS).
Tomando las riendas de la gestión capitalista, Macron pensó que
tenía las manos libres para exhibir su arrogancia e insolencia de clase y
emprender contrarreformas capitalistas sistémicas: acentuar los rasgos
autoritarios del Estado y de una política económica liberal en provecho
de los grandes grupos capitalistas.
También pensaba, sin reparar en la
confrontación social, que tenía las manos libres para emprender reformas
a la Thatcher en los temas que los gobiernos precedentes habían
fracasado, con el objetivo de situar a Francia al miso nivel que los
países vecinos en términos de regresión social en el ámbito de los
derechos laborales y de la protección social.
Pocos meses después de su elección, en otoño de 2017, promulgó cinco
decretos-ley sin que los sindicatos apenas rechistaran. Uno de ellos
quebraba el sistema de representación sindical de los trabajadores y
trabajadoras en las empresas, reduciéndo en un 50% el número de
representantes. Otro, liquidaba la prevalencia de los acuerdos
sectoriales sobre los de empresa en la negociación colectiva,
favoreciendo el dumping social y, un tercero, allanaba el camino a los
despidos al dificultar los recursos de las y los trabajadores ante los
tribunales.
Unos meses más tarde, en la primavera de 2018, la Asamblea Nacional
aprobó el desmantelamiento de la SNCF (Red ferroviaria) como empresa
pública y el estatus de su plantilla.(...)
La respuesta sindical
a este reconversión que impuso la intersindical (CGT, FO, UNSA): con 18
huelgas de dos días consecutivos durante 3 meses (más conocida como la
táctica de 2/5), desgastó la combatividad del sector sin lograr generar
una relación de fuerzas favorable frente a Macron.
Con esa victoria, el
gobierno volvió a imponer por decreto una nueva reforma sobre el seguro
de desempleo que entró en vigor el 1 de noviembre, restringiendo
sobremanera las condiciones para acceder a las prestaciones por
desempleo. Y a ello se añade, en los dos últimos años, las graves
agresiones contra el sistema educativo, mediante la reforma de la
enseñanza secundaria y del acceso al ciclo superior que implica una verdadera segregación social.
Por otra parte, en el otoño del año pasado, la mayoría del movimiento sindical francés rehusó reconocer al movimiento de los chalecos amarillos
como expresión de una irrupción de las clases populares, mostrándose
incapaz de buscar desde el inicio una convergencia con el mismo y poner
en pie un poderoso movimiento contra la injusticia social y la
austeridad. Esta división, aún cuando fue corregida de inmediato por los
sectores más activos del movimiento sindical, dio a entender al
gobierno que al igual que la oposición política, la oposición social
tampoco era capaz de unirse para bloquear su ofensiva.
De ese modo, el balance que extrajeron Macron y su gobierno fue que
podía poner en marcha una reforma que siempre había sido postergada por
el capitalismo francés: la puesta en cuestión del sistema de pensiones
que data de 1945. (...)
La relación de fuerzas establecida por las clases populares en Francia
tras décadas de combate social logró que en 2018 el gasto público
representase aún el 56% del PIB. (...)
Así pues, Francia no ha alcanzado aún el nivel de regresión social en el que se sitúan los principales países europeos.
Es este componente del modelo social, que sus predecesores no logran desmantelar, al que Macron quiere poner fin.
El esquema es simple: congelar el gasto público de pensiones al nivel
actual, inferior al 14% del PIB, cuando el número de pensionistas va a
incrementarse en un 1,5% de aquí al 2050. Matemáticamente (y en euros
constantes) esto se traduce en el reparto de la misma masa monetaria
entre un número creciente de pensionistas, lo que conlleva una reducción
de las pensiones y un empobrecimiento de las y los pensionistas. (...)
Dramatizar la situación para justificar la reforma
Con el objetivo de preparar el terreno para la reforma, el Gobierno
de Macron puso en marcha una campaña de propaganda, bien secundada por
los grandes media, para denunciar "a quienes se aprovechan de un sistema
de pensiones a borde del abismo". Aún cuando ello suponía borrar de un
plumazo lo que el propio Macron afirmaba en su web durante la campaña
electoral de 2017:
"Tras más de veinte años de sucesivas reformas, el problema de las pensiones no constituye ya un problema financiero… Por la primera vez después de decenios, las perspectivas financieras permiten mirar el porvenir con una razonable serenidad".
Con el fin de generar un clima de tensión y urgencia, el gobierno
pidió un nuevo informe al Consejo de Orientación de las Pensiones (COR,
en francés), organismo paritario, que en junio pasado había público un
informe en el que no había ningún elemento para alarmarse y afirmaba (al
igual que el candidato Macron) que, por desgracia, para 2017 el nivel
de pensiones pagadas se reduciría debido a los recortes implementados
desde 1993 contra el sistema de pensiones y que la salud del sistema no
corría ningún riesgo. (...)
Sin embargo, el nuevo informa de la COR, publicado en noviembre, viéndose obligado a integrar la hipótesis de importantes reducciones en las aportaciones del Estado de aquí al 2025, introdujo un posible déficit
de 17 mil millones (sobre un presupuesto de más de 300 mil millones).
El gobierno y los media se han amparado en este hipotético déficit como
si condujera a una ¡explosión del gasto!
El problema es que el proyecto de Macron ha generado una hostilidad creciente entre la población, sea asalariada o no. (...)
El gobierno, respaldado por sus logros precedentes, esperaba que el 5 de diciembre sería una especie de tormenta de verano, inevitable pero sin futuro, una jornada de huelga de los sectores con regímenes especiales, la SNCF y la RATP [transporte público en Paris].
Su desilusión ha sido fuerte. Con 800.000 manifestantes según la policía y 1,5 millones según la CGT, (...)
En la SNCF la índice de huelguistas fue impresionante: 90% de trenes
suprimidos y en París sólo funcionaban las líneas de metro automáticas;
lo mismo en el sector de enseñanza (70% de huelguistas en primaria y
secundaria), en el que han comprendido que serían quienes más perderían
con esta reforma.
Pero sobre todo, el gobierno no se esperaba que en el sector del
ferrocarril se votara en todos los sitios a favor de reconducir la
huelga hasta el 9 de diciembre, rompiendo con las tácticas precedentes. (...)
Sin duda, para los días que vienen, el objetivo está en la convergencia
de los distintos sectores en torno a una misma demanda: la retirada del
proyecto de reforma de Macron. La presión de la base ha llevado a las
direcciones confederales de la CGT y FO a convocar unitariamente junto a
Solidaires y la FSU una nueva jornada de huelga y manifestaciones para
el martes 10 de diciembre. (...)
Sea cual sea la prolongación en los días que vienen, esta movilización
se beneficia de la combatividad acumulada durante estos últimos meses.
Desde hace una año, los chalecos amarillos han dinamizado al
conjunto del movimiento social con decenas de manifestaciones dinámicas,
combativas y rompiendo con la atonía anterior de los cortejos. Además,
este movimiento ha sido el único que en el periodo reciente ha obtenido
rápido concesiones por parte del gobierno.
El anunciar, cuando apenas
llevaban un mes movilizándose, el incremento en 10 mil millones del
gasto público tras las manifestaciones espontáneas y ofensivas del 1 de
diciembre de 2018, supuso un soplo de aire fresco para el movimiento
social. Un movimiento que, sin embargo, no ha llegado al final de sus
exigencias. Todas las categorías de trabajadores y trabajadoras de
hospitales, sobre todo en los servicios de urgencia, también se han
movilizado masivamente y a lo largo de todo el año, sin que el gobierno
sea capaz de poner fin al movimiento que aún continúa vivo: el 14 de
noviembre en París se manifestaron más de 10.000 personas del sector. (...)
Así pues, desde hace un año, un movimiento social, proteiforme, ha
puesto de relieve un dinamismo política que, para la gente mayor, trae a
la memoria los años 90, en los que las luchas por los derechos de las
mujeres se daban al mismo tiempo que las luchas contra el racismo, por
el derecho a la vivienda y los derechos de la gente en paro. Fueron los
prolegómenos del movimiento altermundialista.
Hoy en día, la diferencia notable, no solo en Francia, es la enorme
dificultad por lograr la convergencia de estos movimientos sociales con
perspectivas políticas comunes y ofensivas.
El PS y Les Républicans se mantienen absolutamente callados ante el
movimiento actual. Esperan que Macron se dé el batacazo pero, al mismo
tiempo, no están contra su proyecto. RN (Marine Le Pen) procede de la
misma forma que cuando emergieron los chalecos amarillos. Intenta
capitalizar el descontento popular al mismo tiempo que oculta que su
programa va en la misma dirección que el de Macron. (...)
La movilización contra la reforma de las pensiones plantea de forma
directa la cuestión de la sociedad en la que queremos vivir, libre de
explotación y de opresiones y democráticamente organizada para
satisfacer las necesidades sociales. Hacer avanzar esta perspectiva
dependerá de la fortaleza que muestre del movimiento social en los días
que vienen."
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