8.2.21

Anular la deuda pública mantenida por el BCE para que nuestro destino vuelva a estar en nuestras manos... el 25% de la deuda pública europea está ahora en manos de su banco central. Nos debemos el 25% de nuestra deuda a nosotros mismos... y el BCE puede permitírselo

Eduardo Garzón @edugaresp

 Aunque esta propuesta es un avance considerable frente lo que se lee por ahí, lo cierto es que anular la deuda pública en manos del BCE es totalmente innecesario. Mientras el BCE respalde la deuda pública, ésta será sostenible y no hará falta anularla

Los autores señalan que si no se anula dicho volumen de deuda, habrá que obtener nuevo dinero para devolverla, por ejemplo pidiéndolo prestado a inversores o aumentando impuestos. Pero olvidan que el dinero podría provenir directamente del BCE, el emisor del dinero.

Si el BCE creara dinero para financiar los déficits públicos de los Estados, entonces su deuda pública sería sostenible y al mismo tiempo podrían dedicar recursos a inversión y a generar empleo. Ése debe ser el objetivo, no cancelar la deuda en manos del BCE; que es innecesario.

 4:53 p. m. · 5 feb. 2021
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Stuart Medina Miltim @SMiltim

 Gracias a Pikety ya tenemos a la progresía de este país entretenida con otra propuesta de solución DENTRO de la UE: crear un poco más de espacio para rascarse un poco la espalda dentro de la camisa de fuerza de la UME con un juego de apuntes contables.

No es la contabilidad la que resolverá nuestros problemas, es la capacidad de nuestro estado de movilizar recursos reales. Eso no ocurrirá jamás en el euro y bajo el paradigma neoliberal.

Por otra parte la ilusión durará lo mismo que con los "coronabonos", el seguro de desempleo europeo y otros proyectos bienintencionados pero banales, lo que tarden Alemania y sus socios en decir que es ilegal y fomentaría el riesgo moral.

Todo proyecto que no plantee la salida del euro y la superación del neoliberalismo con sus reglas de constricción de la acción del Estado será inútil y solo generará frustración. 

12:04 p. m. · 6 feb. 2021
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"En la zona euro nos debemos el 25% de nuestro endeudamiento a nosotros mismos. Su cancelación a cambio de inversiones de los Estados sería un primer signo fuerte de que el continente está recuperando su destino.

 El debate sobre la anulación de las deudas en manos del BCE se ha desarrollado en Francia, pero también en Italia, Luxemburgo y Bélgica, en los pasillos de las instituciones europeas, entre los representantes del propio BCE y los distintos ministerios de finanzas de la zona euro.

Este debate es positivo y útil. Por primera vez desde hace mucho tiempo, las cuestiones monetarias se plantean como discusión pública. El dinero deja de ser por un momento este tema, sustraído a la deliberación colectiva y confiado a un banco central independiente de los poderes políticos, aunque dependiente de los mercados financieros. Los ciudadanos están descubriendo, algunos de ellos con consternación, que casi el 25% de la deuda pública europea está ahora en manos de su banco central.

Nos debemos el 25% de nuestra deuda a nosotros mismos. Si devolvemos este dinero, tendremos que encontrarlo en algún lado, ya sea volviendo a pedir prestado para refinanciar la deuda en lugar de pedir prestado para invertir, ya sea subiendo los impuestos o recortando el gasto.

Hay otra manera. Como economistas, dirigentes y ciudadanos comprometidos de varios países, nos toca advertir que el BCE podría ofrecer hoy a los Estados europeos los medios para su reconstrucción ecológica, pero también para reparar los daños sociales, económicos y culturales causados por la terrible crisis sanitaria que sufrimos.

Esto no significa que los Estados miembros no hayan actuado, ya que se han adoptado medidas de protección. Pero siguen siendo muy insuficientes. El plan de rescate europeo, con una dotación de apenas 300.000 millones de euros en subvenciones durante tres años, está muy lejos de los dos billones de euros solicitados por el Parlamento Europeo. ¿Hace falta recordar que, antes de la crisis sanitaria, el Tribunal de Cuentas Europeo ya indicaba en 2018 una necesidad mínima de entre 300.000 y 400.000 millones de euros de inversión adicional al año para financiar la transición ecológica en Europa? Estamos muy lejos de esto, sobre todo con la crisis sanitaria.

No consideramos que la cancelación de la deuda pública, aunque esté retenida por el BCE, sea un hecho insignificante. Sabemos que las cancelaciones de deuda son momentos decisivos. Así ocurrió en la Conferencia de Londres de 1953, cuando Alemania se benefició de la condonación de dos tercios de su deuda pública, lo que le permitió volver a la prosperidad y afianzar su futuro en el espacio europeo. Pero, ¿no está Europa atravesando hoy una crisis de proporciones excepcionales que exigiría medidas igualmente excepcionales?

Por otro lado, contamos con la suerte de tener un acreedor que no teme perder su dinero: el BCE. Por tanto, nuestra propuesta es sencilla: hagamos un contrato entre los Estados europeos y el BCE. Este último se compromete a condonar las deudas públicas que posee (o a transformarlas en deudas perpetuas sin intereses), mientras que los Estados se comprometen a invertir las mismas cantidades en la reconstrucción ecológica y social. Estas cantidades alcanzan ya casi 2.500.000 millones de euros para toda Europa. Esta cantidad es suficiente para satisfacer las expectativas del Parlamento Europeo y, sobre todo, para salvaguardar el interés general.

Sin duda, el BCE puede permitírselo. Como reconoce un gran número de economistas, incluso entre los que se oponen a esta solución, un banco central puede operar con capital propio negativo sin dificultad. Puede incluso crear dinero para compensar estas pérdidas: así lo establece el Protocolo nº 4 anejo al Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea. En segundo lugar, jurídicamente, en contra de lo que afirman algunos responsables de instituciones europeas, en particular el BCE, la anulación no está explícitamente prohibida por los tratados europeos. 

Por un lado, todas las instituciones financieras del mundo pueden renunciar a sus créditos y el BCE no es una excepción. En cambio, la palabra “cancelación” no aparece ni en el Tratado ni en el Protocolo sobre el Sistema Europeo de Bancos Centrales (SEBC). Tal vez sería “contrario al espíritu del Tratado”, pero ¿no era también el caso del quantitative easing de Mario Draghi? En este asunto, solo cuenta la voluntad política: la historia nos ha demostrado muchas veces que las dificultades jurídicas se ven superadas por los acuerdos políticos.

Por último, queremos aclarar un malentendido: queda claro que la cancelación de la deuda pública por parte del BCE, aunque esté condicionada a su reinversión, no puede ser el alfa y el omega de cualquier política económica. En primer lugar, el BCE sólo intervendría para liberar el margen fiscal de los Estados miembros y, obviamente, no invertiría por sí mismo. Algunos piensan que las tasas de interés bajas o negativas en toda Europa son suficientes para empujar a los Estados a endeudarse para invertir. Esto no es lo que muestra la reducción constante del nivel medio de deuda pública en la Unión Europea entre 2015, cuando aparecieron las tasas negativas, y el inicio de la crisis sanitaria.

 Muchos Estados han reducido su nivel de endeudamiento en lugar de pedir préstamos para invertir, aunque las tasas sean negativas. ¿Por qué cambiaría esto? El pacto suscrito entre los Estados y el BCE impedirá esta estrategia de escape de responsabilidad. Pero, por supuesto, no será suficiente: hay que tomar otras medidas en materia de reforma de los criterios de deuda y déficit, de proteccionismo ecológico y solidario, de reformas fiscales destinadas a reducir el nivel de desigualdad… También hay que implementar una nueva gobernanza europea, en particular mediante la transición al voto por mayoría cualificada en asuntos fiscales.

Europa ya no puede permitirse el lujo de verse sistemáticamente bloqueada por sus propias normas. Otros Estados del mundo utilizan al máximo su política monetaria, en apoyo de la política fiscal, como China, Japón o Estados Unidos. El Banco de Japón utiliza su poder de creación monetaria para comprar acciones directamente en el mercado a través de fondos cotizados (ETF), convirtiéndose así en el mayor inversor del país. 

También deberíamos considerar la posibilidad de utilizar el poder de creación monetaria del BCE para financiar la reconstrucción ecológica y social bajo control democrático. La anulación de las deudas públicas que tiene, a cambio de inversiones de los Estados, sería un primer signo fuerte de que Europa está recuperando su destino."

(Thomas Piketty|Cristina Narbona|Nacho Álvarez|Steve Keen, El País, 05/02/21)

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