"Probablemente, a la vista del titular, el lector imagine que este será un panegírico incondicional de Sumar y de su lideresa Yolanda Díaz. Pues no, se trata de explicar por qué votaré a Sumar a pesar de todas las críticas que voy a señalar.
A pesar de que no se haya opuesto con contundencia, ni parece que lo vaya a hacer, al envío de armas, al ejército de Ucrania, al entrenamiento de sus militares, al aumento de nuestro presupuesto militar, a aplaudir y recibir con entusiasmo la cumbre de la OTAN en Madrid. En pocas palabras, a meternos en una guerra que no es la nuestra y que cada vez más se acerca a un Tercera Guerra Mundial y al desastre.
A pesar de que el proyecto político es lo más alejado de una organización con elaboración colectiva, democracia interna, debate interno, estructura jerárquica pero con participación de las bases.
A pesar de que tanto la mayoría de sus candidatos, como los partidos miembros de la coalición, se han caracterizado por promover un debate político en torno a guerras culturales basadas en sentimientos de género, preocupaciones por tus genitales, con quién te querías ir a la cama, lo que comías, tus mascotas, la reivindicación de privilegios para tu terruño o el ecologismo como un negocio para algunos.
A pesar de que el discurso electoral parecía unas veces una misa evangelista, otras un sketch de teletubbies y otras un montaje audiovisual para un colegio de preescolar.
A pesar de tener la sensación de que nos deslizamos en el marco político global hacia el entorno verde capitalista alemán que apoyó invasiones en Yugoslavia, la complicidad absoluta con la OTAN y ahora la implicación total en la guerra de Ucrania y el seguidismo de Estados Unidos. Todo ello abandonando la tradición antiimperialista de la izquierda mundial.
A pesar de todo ello, no existe otra opción en el panorama español con una propuesta política mejor. Y la política es la gestión de lo viable, de lo menos malo. Apoyar opciones políticas de abstención, voto nulo o voto a partidos que no van a sacar representación podrá servir para presentarnos como coherentes y muy dignos, pero nuestro sistema político y electoral está perfectamente diseñado para gestionar en su beneficio todas esas opciones aparentemente rebeldes y díscolas y terminar neutralizadas.
A los políticos y partidos precedentes de Sumar no les podíamos exigir más logros de los que alcanzaba su representación de 35 diputados de un total de 350. Y es gracias a ellos que se ha subido el SMI como nunca sucedió antes, se logró ligar la subida de las pensiones al IPC, se protegió a los trabajadores durante la pandemia, se aprobó el Ingreso Mínimo Vital aunque desarrollado con muchas deficiencias o se mejoró la reforma laboral. Es verdad que muchos hemos echado de menos un discurso más a la izquierda frente a las políticas del gobierno de coalición, pero los resultados efectivos debido a su representación no podían ser mayores.
Soy de los que piensan que promover un castigo con el objetivo de que cuanto peor para esta izquierda insuficiente (incluso aunque alguno no la considere izquierda), será mejor para un horizonte futuro de una izquierda mejor no tiene ningún fundamento. Si se quiere ir haciendo una izquierda mejor, aquí estaremos dispuestos a ayudar, apoyar y empujar. Mientras tanto, vamos a apoyar lo único que tenemos. Este apoyo no está impidiendo que nazca algo mejor, si es que se puede.
Quienes somos críticos desde la izquierda con Sumar, con sus antecedentes, su realidad y su previsión de futuro, debemos seguir con ese espíritu crítico, señalar las deficiencias, exigir las rectificaciones, pero entender que con el castigo a Sumar negándoles el voto, no estaremos mejorando ningún horizonte.
No existe el partido político perfecto para mi ideario, por eso creo
que los comprometidos debemos saber que nuestro poder está en el
agrupamiento en torno a mínimos, en la colaboración desde las
diferencias, en el respeto a esa diferencia sin perder el objetivo de la
influencia y la crítica. Puede parecer contradictorio, pero algunos
creemos que debemos combinar el voto y el escrache a los mismos." (Pascual Serrano , Mundo Obrero, 21/07/23)
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