"A finales de junio, en las fiestas de San Juan, un enfrentamiento entre jóvenes fue utilizado posteriormente, según la plataforma Herritarron Harrera Sarea, "para desatar una auténtica caza al moro, dirigida contra jóvenes magrebíes que no tenían ninguna relación con el incidente original". A comienzos de este mes, la ultraderecha intentaba asaltar el Centro de Emergencia, Acogida y Derivación de Alcalá de Henares, al que acusaban de estar detrás del supuesto incremento de la inseguridad en sus inmediaciones. Y una semana después, la agresión a un vecino de Torre Pacheco de 68 años por parte de tres personas de origen magrebí, desataba un auténtico pogromo racista en la localidad murciana.
Una situación que, por desgracia, no es ni mucho menos una particularidad de nuestro país, sino más bien una realidad generalizada en toda Europa. En donde hay un común denominador: el odio al migrante pobre, especialmente musulmán; un mismo patrón de actuación: una campaña previa de desinformación y odio en las redes sociales que la fachosfera utiliza como caja de resonancia para justificar su violencia; y unos protagonistas: los traficantes del odio.
Quizás uno de los episodios de violencia racista más importantes de los últimos años se vivió el pasado verano en Inglaterra. Cuando un galés menor de edad fue acusado de asesinar a tres niñas en Southport y, por las redes sociales, se propagó el bulo de que el crimen había sido cometido por un solicitante de asilo musulmán. De esta forma, la violencia pasaba de las redes sociales a las calles de los barrios ingleses. Así, durante los primeros días de agosto de 2024, grupos ultraderechistas camparon a sus anchas agrediendo, asaltando, vandalizando y generando un clima de terror y acoso propio de los pogromos que pensábamos desterrados de Europa.
El mes pasado, en la ciudad de Ballymena, que con sus apenas 30 000 habitantes es el séptimo núcleo urbano de Irlanda del Norte, fue el escenario de duros enfrentamientos con vehículos, neumáticos, contenedores y escaparates de comercios incendiados, ante la caza de migrantes que organizaron los grupos ultraderechistas. Un año antes, el escenario de las cacerías racistas fue el centro de Dublín. Y la chispa, una vez más, la sospecha de que un inmigrante estaba en el centro de un crimen aparentemente horrendo.
En Alemania, los ataques racistas llevan varios lustros creciendo de forma alarmante: en 2023 se registraron 2378 agresiones contra refugiados, casi el doble que el año anterior. En Chemnitz, la tercera ciudad más grande de Sajonia, en 2018, cientos de neonazis convocados desde foros de redes sociales y grupos de Telegram se lanzaron literalmente a la caza del extranjero tras el apuñalamiento de un vecino de la localidad. En Grecia, a pesar de la disolución del grupo neonazi Amanecer Dorado, cientos de escuadristas de ultraderecha tomaron parte de la isla de Lesvos en 2020, agredieron a refugiados entre gritos de ¡quemadles vivos!, incendiaron diversos locales de una ONG y atacaron centros de acogida. Una vez más, la excusa fue una mezcla de bulos, teorías conspirativas y racismo amplificado desde la caja de resonancia de la fachosfera.
El catalizador inicial de estos pogromos racistas son las noticias falsas o tergiversadas que corren como la pólvora y se amplifican desde la fachosfera, que no solo son las redes sociales al uso tal y como las conocemos, sino que cada vez cobra más fuerza en la estrategia de agitación y coordinación el uso de canales de comunicación unidireccional, especialmente Telegram. En los pogromos del pasado agosto en Inglaterra, los canales de extrema derecha en Telegram, como Reality Reports (Informes de Realidad), Dismantling the Cabal (Desarmando la Conspiración) o Freedom Warriors (Guerreros de la Libertad), jugaron un papel fundamental no solo en la difusión de las fake news racistas, sino como espacios de coordinación de las "cacerías y ataques". Así mismo, unos años antes, en los ataques racistas en Chemnitz, Telegram también jugó un papel fundamental como espacio de coordinación y difusión de los ataques de la ultraderecha.
En el reciente caso de Torre Pacheco, la plataforma europea Deport Them Now, con vínculos con diferentes partidos ultraderechistas europeos como Alternativa por Alemania, Reconquista o Vox, ha sido clave para la difusión de bulos y la organización de las razzias a través, una vez más, de sus canales de Telegram. Esta red, que ya participó en un encuentro europeo —Remigration Summit 25— celebrado en mayo pasado en Italia, ha sido catalogada por la Policía como un grupo fantasma de jerarquía difusa cuya actividad principal se desarrolla en redes sociales y en grupos de Telegram que aparecen y desaparecen cada poco tiempo. Al menos tienen diecisiete chats en Telegram dirigidos a territorios específicos como Madrid, Andalucía, Murcia, Cataluña y el País Vasco, entre otras, desde donde se han coordinado parte de los ataques ultraderechistas en Torre Pacheco.
Deport Them Now responde muy bien a los nuevos modelos organizativos ultraderechistas en el marco de la fachosfera. No son colectivos al uso, con una organicidad y regularidad, sino espacios de encuentro telemático con una participación fluida que varía según momentos concretos. De hecho, se especula que muchos simpatizantes de Núcleo Nacional y otros grupúsculos de extrema derecha, como Democracia Nacional, han utilizado los chats de Deport Them Now para coordinar y difundir los ataques racistas. Así, aunque se puedan cerrar sus canales, no les afecta, ya que rápidamente se mudan a otros nuevos que permanecen latentes hasta el próximo estallido de violencia callejera.
Mientras los canales de Telegram juegan un importante rol a la hora de la organización la difusión interna de material de propaganda en el submundo de la fachosfera, los influencers del odio tienen un papel fundamental como agitadores virtuales que permiten viralizar el contenido racista, generando un clima propicio para los pogromos. En este sentido, en los sucesos de Southport, por ejemplo, destacaron traficantes de odio como Tommy Robinson (alias de Stephen Yaxley-Lennon), fundador de la Liga de la Defensa Inglesa (EDL, en sus siglas en inglés), o el influencer de la machoesfera Andrew Tate. Ambos personajes, desde la comodidad de su salón o, incluso como Robinson, desde un resort de cinco estrellas en Chipre, difundieron todo tipo de noticias falsas, Teorías de la conspiración e incitaciones explícitas a la violencia. Análisis de datos muestran que, en menos de 24 horas, publicaciones que sostenían que el presunto asesino era musulmán, una persona migrante o un refugiado habían sido vistas 27 millones de veces.
De hecho, este tipo de situaciones son sumamente rentables para los influencers del odio: una forma de publicidad para conseguir seguidores, interacciones, visitas y notoriedad, y, claro, esparcir su ideología de odio. Eso sí, nunca gratis. Porque el modelo de mercado de las redes sociales, que monetariza las interacciones y los seguidores, fomenta que el tráfico de odio online sea un negocio muy rentable. Un buen ejemplo fue el caso de Tommy Robinson durante los pogromos del verano pasado en Inglaterra. Pese a no llegar al millón de seguidores en X, según el Centro Contra el Odio Digital (Center for Countering Digital Hate), sus publicaciones en esta red social durante los ataques fueron vistas más de 434 millones de veces, un volumen que quintuplicaba la media que registraba antes del estallido de la violencia, generándole importantes beneficios.
Entre los influencers del odio de la fachosfera patria tenemos un elenco muy variado: desde agitadores con carné de prensa como Javier Negre, Bertrand Ndongo o Vito Quiles; youtubers como Daniel Santos; influencers magufos reconvertidos en eurodiputados como Alvise Pérez; o matones de la desokupación como Daniel Esteve. Este último ha hecho de la agitación en redes, con un virulento populismo punitivo, un modelo de negocio muy rentable. Alerta sobre la inseguridad ciudadana que se vive en las calles —a pesar de que los datos demuestran lo contrario—, con la migración como chivo expiatorio. Para, posteriormente, ofrecer la solución: por un módico precio de veinte euros mensuales te enseña de forma online a defenderte en un mundo inseguro, uniéndote al club Desokupa. El negocio perfecto, más aún cuando parece que el mercado de la desokupación no pasa por su mejor momento.
En este sentido, ya en el verano de 2024, Esteve mostró su admiración por los pogromos racistas contra migrantes en Inglaterra. Desde su canal de YouTube, Desokupa News, llamaba abiertamente a replicar las razzias racistas inglesas en España: "En Inglaterra creo ya que… el ser de luz de 'Jovenlandia', no sé si es marroquí o argelino… van ya tres criaturas muertas apuñaladas y ayer ya empezaron a haber los primeros disturbios. Eso es lo que tiene que pasar, lo he dicho muchas veces: dais una, damos dos; dais tres, damos cuatro. Ese es el único mensaje que entienden estos animales".
Unos meses después de la polémica por los pogromos racistas en Reino Unido, Esteve intentó replicar el modelo en España. Para ello se sumó a la propagación del bulo sobre la supuesta procedencia migrante del asesino de un niño de 11 años en Mocejón (Toledo). A pesar de que finalmente se demostró que el asesino era un joven del mismo pueblo toledano y no un migrante musulmán, Esteve no eliminó ni rectificó sus acusaciones anteriores. En el caso de Torre Pacheco, Esteve difundió diferentes bulos para incendiar aún más los ánimos, como el de un vídeo de otra supuesta agresión a un anciano en la localidad murciana, que finalmente resultó ser la agresión de dos neonazis a una persona sin hogar en Almería meses antes. Una vez más, a pesar de que se desenmascarara el bulo, ninguna de las cuentas de los traficantes de odio retiró o rectificó la publicación, porque su objetivo ya estaba alcanzado: viralizar, monetizar y cultivar el odio y la crispación. Todo mientras Esteve anunciaba la llegada con sus hombres a Torre Pacheco para emprender "patrullas vecinales", para enseñarles a "defenderse" y repartir "sprays de defensa legal" a los vecinos "españoles". Un poco más de publicidad gratuita para su negocio.
El modus operandi de Chemnitz, Lesvos, Southport, Ballymena, Alcalá y Torre Pacheco es demasiado parecido como para hablar de casos aislados, sino más bien de una estrategia ya demasiado habitual: tomar un hecho violento, añadirle una buena dosis de bulos racistas y difundirlo a través de redes bien engrasadas con el objetivo de estigmatizar, criminalizar y promover el odio y las agresiones contra las personas migrantes. Todo en una época en la que el racismo se ha vuelto una potente arma electoral que impregna prácticamente todo el arco político. Nada de espontaneidad, legítimo cabreo o de "poblaciones indignadas y confundidas" por la extrema derecha. Torre Pacheco es tan solo la última expresión del funcionamiento de una red difusa, pero muy organizada, en la fachosfera que, como una hidra, tiene múltiples cabezas, pero un mismo objetivo."
(Miguel Urbán , Viento Sur, 19/07/25)
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