"El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha mostrado una relación física y simbólicamente distante con otros líderes de la OTAN, una medida bien recibida por sectores de la izquierda, pero criticada por la derecha proestadounidense española. Muchos la ven como una expresión de la voluntad popular de no someterse a los dictados de la alianza militar.
Los gobiernos españoles siempre han mostrado una gran docilidad hacia Washington y la OTAN. Después del franquismo, sin embargo, Adolfo Suárez, presidente de la transición democrática, había rechazado reconocer al Estado de Israel y hacer entrar a España en la OTAN, a pesar de las presiones de los Estados Unidos. Pero se enfrentó a un intento de golpe de Estado militar el 23 de febrero de 1981. Después de su dimisión, su sucesor, Leopoldo Calvo-Sotelo, hizo que España se adhiriera a la OTAN sin consultar a la población.
Incluso el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) se había opuesto inicialmente a esta adhesión. Pero cambió de posición bajo la influencia de figuras que llevaban al partido hacia la derecha, como Felipe González, Josep Borrell (exresponsable de asuntos exteriores de la Unión Europea) y Javier Solana (exsecretario general de la OTAN).
En 1986, el PSOE organizó un referéndum sobre este delicado tema: 9 millones de personas votaron a favor de la permanencia en la OTAN, 6,9 millones se opusieron. Desde entonces, los sucesivos gobiernos han demostrado una perfecta servidumbre a la alianza atlántica. Pero el sentimiento anti-OTAN ha permanecido vivo en una amplia franja de la población.
Hoy, el primer ministro Pedro Sánchez, miembro del PSOE, se niega a aumentar el gasto militar español al 5 % del PIB para 2035, como exigen los Estados Unidos. Asegura que prioriza «una inversión suficiente, realista y compatible con nuestro modelo social y nuestro Estado del bienestar».
Esta decisión desató la ira de Donald Trump, quien amenazó a España:
« Es el único país que no va a pagar todo, se quedará en el 2 %. Su economía va muy bien, pero podría implosionar si ocurriera algo grave. Vamos a negociar un acuerdo comercial con España: les vamos a hacer pagar el doble. Se las arreglan un poco por su cuenta, pero al final van a tener que pagar. Es injusto", declaró durante la conferencia de prensa posterior a la cumbre de la OTAN del 25 de junio.
La respuesta de la izquierda española fue inmediata. Los miembros del gobierno, los partidos aliados, así como los sindicatos progresistas como Comisiones Obreras, han apoyado la posición del presidente. Diana Morant, ministra de Ciencia, declaró: "No vamos a comprometer la seguridad de los servicios públicos".
Yolanda Díaz, vicepresidenta de la coalición SUMAR, expresó su rechazo a que España se convierta en un vasallo de Donald Trump. El dirigente sindical Unaï Sordo ha saludado el compromiso del 2 % del PIB en lugar del 5 %, al tiempo que se opone a la carrera de rearme en Europa.
Esta posición firme de Pedro Sánchez fue bien recibida por una parte importante de la población española. Sin embargo, los principales medios, tanto públicos como privados, se han negado a publicar cualquier encuesta de opinión al respecto. Otra parte de la población se mostró sorprendida por las amenazas del presidente estadounidense, cuando se supone que es uno de los principales aliados de España y una figura central del "mundo occidental libre".
En cuanto a los partidos de derecha y extrema derecha, siempre se presentan como los grandes defensores de los intereses españoles. Pero han evitado criticar las amenazas de Trump contra España.
Finalmente, se observa que Pedro Sánchez ha recuperado cierta iniciativa política al oponerse a la OTAN y expresar abiertamente su apoyo a Palestina. El 26 de junio, calificó de «genocidio» la guerra llevada a cabo por Israel en la franja de Gaza mientras reclamaba «un acceso inmediato y urgente a la ayuda humanitaria» en el territorio palestino, bajo el auspicio de las Naciones Unidas."
(José Antonio Egido , Investig'Action, 02/07/25, traducción Quillbot)
No hay comentarios:
Publicar un comentario