3.7.25

Los banqueros centrales asumen que la avaricia de las empresas disparó la inflación desde 2021 y que es otra vez, en esta nueva etapa, el mayor riesgo, aunque directamente no mencionan “la inflación de vendedores” o “de beneficios”, que son conceptos que utilizan los economistas más críticos, y están prohibidos para la ortodoxia de la política monetaria... El análisis cualitativo proporciona mayor comprensión del razonamiento que subyace al optimismo de los ejecutivos respecto a su capacidad para convertir un shock de costes a nivel de toda la economía en una oportunidad para subir los precios y proteger o incluso aumentar las ganancias”, recoge Isabella M. Weber (Daniel Yebra)

 "Los principales banqueros centrales del mundo se han reunido esta semana en Sintra (Portugal), en el cónclave anual que organiza el Banco Central Europeo (BCE), y en el que la institución ha aprovechado para revisar su estrategia y sus herramientas de política monetaria —entre las que se encuentran los tipos de interés o la creación de dinero para comprar deuda pública y privada o remunerar a las entidades financieras privadas, y facilitar o restringir la financiación—. En definitiva, un poder inmenso.Las medidas de las empresas ante los aranceles: subir precios, nuevos mercados y sin despidos

El BCE apenas ha anunciado cambios, y se ha dejado caer en la autocomplacencia tras reaccionar con “contundencia” —en sus propias palabras— a la peor crisis de inflación de las últimas décadas, que ha provocado un daño histórico al bolsillo de las familias, sobre todo en 2022 y en 2023, mientras que las empresas han conseguido beneficios récord, especialmente los bancos comerciales.

Las declaraciones y los documentos de los bancos centrales hay que leerlos entre líneas. Es parte del lenguaje de la política monetaria, cuya influencia en los mercados financieros es instantánea y es capaz de rescatar o hundir al euro —y, por tanto, a todas las economías que comparten esta divisa— con solo una frase, como ocurrió con aquel “haré todo lo que sea necesario” de Mario Draghi, expresidente al que sucedió Christine Lagarde.

En los informes y discursos compartidos en los últimos días por el BCE y el resto de instituciones, no hace falta mucha interpretación para entender que los banqueros centrales asumen que la avaricia de las empresas disparó la inflación desde 2021 y que es otra vez, en esta nueva etapa, el mayor riesgo, aunque directamente no mencionan “la inflación de vendedores” o “de beneficios”, que son conceptos que utilizan los economistas más críticos, y están prohibidos para la ortodoxia de la política monetaria.

En el relato de la última crisis de inflación que ha hecho el BCE en la revisión de su estrategia, sin mencionar las consecuencias de la avaricia de las empresas, y de algunos sectores en concreto, sí que reconoce lo evidente. En 2021, en la salida de la pandemia, “las perturbaciones en el sector energético, alimentario y de la cadena de suministro [del comercio global] desempeñaron un papel especialmente importante en el repunte inicial de la inflación”, recoge este informe de la institución.

“Los factores de oferta, tanto globales como nacionales, fueron los que más contribuyeron a la inflación”, continúa. “Una transmisión inusualmente elevada de los costes de los insumos energéticos a los precios finales […] desempeñaron un papel importante en la transmisión de las perturbaciones”, prosigue el BCE. Finalmente, “los salarios reaccionaron a las subidas de precios con cierto retraso, lo que resultó en un aumento inicial de los beneficios de las empresas, pero a mediados de 2023 estos comenzaron a absorber un mayor crecimiento salarial”.

“El enérgico endurecimiento de la política monetaria en respuesta al repunte inflacionario [las subidas de los tipos de interés, que buscaban ahogar a las familias y a las empresas para rebajar así la inflación y que en los últimos meses la propia institución está revirtiendo por el frenazo del crecimiento económico] fue crucial para mantener ancladas las expectativas de inflación a largo plazo, evitar una espiral de precios y volver a acercar la inflación al objetivo de manera oportuna”, se autofelicita el BCE. Lo que no menciona el regulador financiero es que las subidas de los tipos de interés oficiales —que se trasladan al Euríbor y, por tanto, a las hipotecas— se unen a la inflación y ejecutan un golpe doble que se ceba con las familias más vulnerables.

Doble golpe a las familias: precios y tipos

La última Encuesta de Presupuestos Familias (EPF) del INE corrobora este daño multiplicado por dos (precios y tipos), ya que techo y comida se llevan el 60% del gasto de los hogares más pobres de nuestro país, 20 puntos más que de los que viven más holgadamente. Visto de otra manera. De cada 100 euros, en 2024, tras pagar el alquiler o la hipoteca, la luz, el gas, el agua y llenar la nevera, las familias más pobres solo gastaron cada mes 40 euros para otras partidas, como la factura del teléfono, la cultura o el dentista. O dándole otra vuelta, mientras las subidas de los precios de la vivienda y de los supermercados asfixian a los españoles más pobres, los hogares más ricos pueden permitirse dedicar uno de cada tres euros a ocio, restaurantes, hoteles y transporte. Por el contrario, las familias más vulnerables se dejan solo 16 euros de cada 100 de su gasto total en ir al cine, en cenar fuera de casa, en coger aviones…

Pero el BCE asegura que sus decisiones han conseguido domar la inflación y da el ciclo por cerrado, después de ocho recortes de los tipos de interés desde junio de 2024, cuando la tasa de referencia (la facilidad de depósito) estaba en el 4%, hasta el 2% actual. Ese máximo, que se alcanzó en el otoño de 2023, tras los incrementos desde el 0% de 2022, ha propiciado que los bancos comerciales de la zona del euro hayan conseguido beneficios récord en los últimos ejercicios por la ‘generosidad’ de la política monetaria y de esa tasa de facilidad de depósito. Un tipo de interés que remunera el exceso de liquidez de las entidades financieras como herramienta para establecer un suelo en el mercado de las hipotecas y de los préstamos en general.

Para el futuro, el BCE señala que “los cambios estructurales en curso pueden hacer que las perturbaciones de la oferta sean más frecuentes que en el pasado y generar mayor incertidumbre y volatilidad inflacionaria. Dichas perturbaciones podrían provenir, por ejemplo, de factores geopolíticos o del cambio climático”.

En esta mirada hacia adelante, la institución considera que, “en presencia de perturbaciones más frecuentes y de mayor magnitud, la volatilidad inflacionaria puede aumentar aún más, ya que las empresas ajustan los precios con mayor frecuencia”. Es decir, trasladan los aumentos de costes (energía, materias primas…), por ejemplo por la guerra comercial escalada por la Administración de Estados Unidos, a los precios de venta, defendiendo o elevando sus márgenes de beneficio.

En este contexto, el BCE defiende su objetivo principal de mantener la inflación interanual en el 2%, con orientación de medio plazo. Distintas organizaciones y partidos políticos progresistas vienen pidiendo que a esta meta, el regulador añada otras, como la creación de puestos de trabajo —al igual que la Reserva Federal norteamericana— o el apoyo a la transición ecológica. “Esta revisión de la estrategia del BCE es una decepción autocelebrada que lleva al banco central a centrarse erróneamente en lo que, erróneamente, cree haber hecho bien”, denuncia Jordi Schröder Bosch, investigador de Positive Money Europe.

“El BCE se enorgullece de su papel en el control de la inflación, que en realidad se debió en gran medida a la caída de los precios de la energía. Otra realidad es que el aumento del precio de los préstamos, que impuso, tuvo consecuencias negativas precisamente para las inversiones verdes intensivas en capital”, añade. “Necesitamos que el BCE implemente la política directa y simple de reducir los costes de financiación para proyectos sostenibles. Esto permitiría al BCE desempeñar su papel clave y viable para ayudar a combatir el impacto del cambio climático y reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles, ambos cruciales para el cumplimiento de su mandato”, comenta Jordi Schröder Bosch.

El BCE sí que destaca en la revisión de su estrategia que, “sin perjuicio de la estabilidad de precios, en sus decisiones de política monetaria, el consejo de gobierno tiene en cuenta otras consideraciones relevantes para la ejecución de dicha política […]. Estos objetivos incluyen un crecimiento económico equilibrado, una economía social de mercado altamente competitiva que aspire al pleno empleo y al progreso social, y un alto nivel de protección y mejora de la calidad del medio ambiente”.

La inflación de beneficios

La economista Isabella M. Weber, una de las investigadoras que primero demostró la avaricia de las empresas y la inflación de vendedores desde 2021, ha vuelvo a publicar un informe, recientemente, en el que incide en que “los shocks de costes que afectan a toda la economía son un mecanismo implícito de coordinación para los aumentos de precios”.

“Los shocks de oferta son ampliamente reconocidos como un factor determinante del reciente repunte inflacionario, pero el papel de las estrategias de precios de las empresas en la propagación de los shocks de costes de insumos sigue siendo controvertido”, dice la investigación de esta economista y de sus coautores.El Euríbor se estanca en junio en el 2,08% y rompe una racha de catorce meses de bajadas

“Los grandes shocks de precios de insumos (así como su coexistencia con restricciones de oferta) se correlacionan con sentimientos positivos expresados en las declaraciones de los ejecutivos sobre el aumento de costos. El análisis cualitativo proporciona mayor comprensión del razonamiento que subyace al optimismo de los ejecutivos respecto a su capacidad para convertir un shock de costes a nivel de toda la economía en una oportunidad para subir los precios y proteger o incluso aumentar las ganancias”, recoge la investigación."

(Daniel Yebra, Gaceta Crítica, 03/07/25, fuente eldiario.es

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