21.8.25

Lecciones de Bolivia: Evo Morales logró sacar a más de 3 millones de bolivianos de la pobreza en sus 13 años de gobierno. Más aún. La pobreza extrema, una de las condiciones sociales más difíciles de erradicar, bajó del 38 al 15 % y la desigualdad se redujo, según el coeficiente de Gini, de 0.60 a 0.47. Por ello, Bolivia fue clasificada en el Informe Mundial de Desarrollo Humano de 2018 como un país de “desarrollo alto”. Su bonanza estaba cimentada en cuatro ejes: la nacionalización de recursos estratégicos, el estímulo al mercado interno, la inversión pública en infraestructura y la industrialización del el gas y el litio... Bolivia era entonces ejemplo a seguir para las izquierdas en América latina. El golpe de Estado de 2019 provocó una grave crisis política, social, institucional y económica, que se vio profundizada por la pandemia. Pero, los sectores populares que sostuvieron el proceso de cambio lograron una proeza: recuperarse del golpe y regresar al poder en un año, por la vía democrática... Sin embargo, algo falló en el plan. La responsabilidad de mantener el proyecto político fue entregada a Luis Arce. Y Arce arrastró a Bolivia a un precipicio con decisiones equivocadas, el retroceso del Estado como actor económico central y la obsesión por quitar a Evo del camino. Arce hizo todo lo que pudo para destruir el liderazgo de Evo Morales, con la toma violenta de las organizaciones sociales, la inhabilitación de Evo Morales, el atentado contra su vida, la persecución y el encarcelamiento de más de cien personas que protestaron contra la proscripción y pagos a jueces y vocales el Tribunal Supremo Electoral para sacarlo del tablero electoral... Hacia el final de su gestión, la combinación de desabastecimiento, inflación y falta de dólares había provocado una crisis multidimensional... la lección que dejan los resultados electorales de Bolivia tiene que ver con las fracturas en los movimientos populares y la incapacidad de sus líderes de llegar a acuerdos ante un enemigo común... En medio de esa refriega entre los candidatos del movimiento popular, nadie vio venir el crecimiento de Rodrigo Paz, un centroderechista que se presenta como un outsider, ni el corrimiento del voto popular de jóvenes que, hartos de la situación económica y la crisis política, eligieron a la derecha (Diario Red)

 "Evo Morales logró sacar a más de 3 millones de bolivianos de la pobreza en sus 13 años de gobierno. Más aún. La pobreza extrema, una de las condiciones sociales más difíciles de erradicar, bajó del 38 al 15 % y la desigualdad se redujo, según el coeficiente de Gini, de 0.60 a 0.47. Por ello, Bolivia fue clasificada en el Informe Mundial de Desarrollo Humano de 2018 como un país de “desarrollo alto”.

Su bonanza estaba cimentada en cuatro ejes: la nacionalización de recursos estratégicos, el estímulo al mercado interno, la inversión pública en infraestructura y la industrialización del el gas y el litio. A ese crecimiento económico sostenido se agregaba una transformación política, con una nueva Constitución que debatió las bases del Estado Plurinacional. Bolivia era entonces ejemplo a seguir para las izquierdas en América latina.

El golpe de Estado de 2019 provocó una grave crisis política, social, institucional y económica, que se vio profundizada por la pandemia. Pero, los sectores populares que sostuvieron el proceso de cambio lograron una proeza: recuperarse del golpe y regresar al poder en un año, por la vía democrática. Sin embargo, algo falló en el plan. La responsabilidad de mantener el proyecto político fue entregada a Luis Arce, quien había sido Ministro de Economía del gobierno de Morales. Y Arce arrastró a Bolivia a un precipicio con decisiones equivocadas, el retroceso del Estado como actor económico central y la obsesión por quitar a Evo del camino. Hacia el final de su gestión, la combinación de desabastecimiento, inflación y falta de dólares había provocado una crisis multidimensional que debilitó la capacidad del Estado para cumplir funciones redistributivas, estabilizadoras y productivas

Bolivia vive hoy una crisis energética de magnitudes impensadas, contaba hace dos meses Adriana Salvatierra en Diario Red. «Desde fines de 2023, el país sufre constantes olas de escasez de combustibles. En los momentos más críticos, las personas pasan más de seis horas en fila para conseguir gasolina o diésel, afectando la producción y el transporte, mientras camiones, maquinarias y buses pueden esperar hasta tres días para abastecerse». Arce, quien fue electo en 2020 con 55% de los votos, terminó su mandato con apenas 1% de intención de voto, tuvo que renunciar a la candidatura presidencial y puso en la cuerda floja la existencia del MAS-IPSP, partido que ganó cinco elecciones consecutivas desde 2005.

Al desastre económico y social hay que agregarle otro elemento: Arce hizo todo lo que pudo para destruir el liderazgo de Evo Morales, como dice Sacha Llorenti en estas mismas páginas: ”el robo de la sigla del MAS-IPSP, la anulación de toda posibilidad de participación con otra sigla, la toma violenta de las organizaciones sociales, la inhabilitación de Evo Morales, el atentado contra su vida, la persecución y el encarcelamiento de más de cien personas que protestaron contra la proscripción y, como fue denunciado por Diario Red, pagos a jueces y vocales el Tribunal Supremo Electoral para sacarlo del tablero electoral”.

La primera lección que nos dejan los resultados electorales de Bolivia, entonces, obliga a pensar en la elección del sucesor de quienes encabezan los grandes proyectos transformadores. Lo mismo en Ecuador, con Lenin Moreno, que en Argentina, con Albero Fernández, y ahora en Bolivia, dejar la responsabilidad de mantener un proyecto político en las manos equivocadas puede llevar el país a un barranco.

Una segunda lección tiene que ver con las fracturas en los movimientos populares y la incapacidad de sus líderes de llegar a acuerdos ante un enemigo común. Así, Andrónico Rodríguez decidió postularse sin escuchar al bloque popular que pedía respaldar a Morales y el expresidente decidió acusar traición de Rodríguez, negando un respaldo que habría puesto la candidatura del joven político en el campo de batalla.

En medio de esa refriega entre los candidatos del movimiento popular, nadie vio venir el crecimiento de Rodrigo Paz, un centroderechista que se presenta como un outsider, y que, en esta primera vuelta, sorprendió a propios y extraños al ponerse a la cabeza del proceso. Nadie vio venir, tampoco, el corrimiento del voto popular de jóvenes que, hartos de la situación económica y la crisis política, eligieron a la derecha." 

( Editorial, Diario Red, 18/08/25)

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