"Los tiroteos suenan en las calles. Hombres armados y enmascarados sacan a la gente de sus casas. Hay cuerpos mutilados tirados en las banquetas. Durante casi un año, el estado de Sinaloa, en el noroeste de México, ha estado asediado por facciones enfrentadas del Cártel de Sinaloa, una de las organizaciones criminales más poderosas del mundo, que han librado un brutal conflicto interno.
Las autoridades mexicanas han tomado medidas enérgicas deteniendo a más de 1500 presuntos miembros del cártel en el estado, desde octubre, según el jefe de seguridad de México. Pero no han logrado detener el baño de sangre que se está produciendo allí ni en otros lugares de México, donde los cárteles desde hace tiempo son una fuerza dominante.
Durante años, el presidente Donald Trump ha amenazado con implicar al ejército estadounidense en esta lucha. El gobierno ya ha designado al Cártel de Sinaloa como una organización terrorista extranjera, junto con otros grupos delictivos mexicanos. La CIA ha estado realizando vuelos encubiertos con drones sobre México para identificar laboratorios de fentanilo y otros objetivos de los cárteles.
Hoy, la posibilidad de ataques militares directos y unilaterales contra los cárteles en suelo mexicano parece más cercana que nunca.
Al parecer, Trump ha firmado una directiva que autoriza el uso de la fuerza militar contra los cárteles. Se ha informado que el Pentágono ha estado estudiando estos planes y ha desplegado miles de soldados adicionales en aguas de América Latina y el Caribe.
Las autoridades en Ciudad de México, que habían afirmado que estaban a punto de alcanzar un importante acuerdo de seguridad con Washington, se vieron aparentemente sorprendidas por la noticia. “Jamás permitiríamos, jamás, que el ejército norteamericano o alguna otra institución de los Estados Unidos pisara territorio mexicano, nunca”, dijo la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, el 11 de agosto.
Tras más de dos décadas cubriendo las guerras de los cárteles en México, tengo claro que una acción militar unilateral estadounidense no desmantelará a estos grupos. Los cárteles son redes criminales cada vez más transnacionales que dirigen una serie de actividades delictivas en enormes extensiones de territorio. Los ataques estadounidenses con aviones no tripulados u otros ataques selectivos apenas les harían mella y enardecerían las relaciones con el gobierno mexicano, impidiendo la cooperación necesaria para acabar con estas organizaciones. Trump quiere una demostración de fuerza, pero un ataque estadounidense solo empeoraría una situación ya de por sí mala.
Para algunos halcones de Washington, los ataques al sur de la frontera serían un uso justo del poder militar estadounidense. “Los cárteles mexicanos de la droga son tan peligrosos y asesinos como los grupos terroristas”, escribió en la red social X el senador Tom Cotton, por Arkansas, en respuesta al informe.
Esta lógica sitúa la lucha contra los cárteles de la droga mexicanos en el mismo plano que la guerra contra el terrorismo, durante la cual Estados Unidos ejecutó miles de ataques con drones contra objetivos terroristas en Pakistán, Afganistán y otros lugares, y durante la cual el Equipo 6 de los SEAL asesinó a Osama bin Laden en Abbottabad en 2011. Estas operaciones ayudaron a desmantelar Al Qaeda y otras redes terroristas, aunque las guerras más amplias de Afganistán e Irak fueran un fracaso en última instancia.
Sin embargo, los cárteles mexicanos operan de forma muy diferente a los grupos extremistas internacionales. Los cárteles no se mueven por una doctrina religiosa o política concreta, sino por las enormes ganancias del mercado negro, de las cuales la más importante viene del tráfico de drogas estadounidense, que solo en 2017 ascendió a más de 150.000 millones de dólares, además de otros miles de millones procedentes del contrabando de personas, el robo de petróleo y la extorsión en gran parte de la economía mexicana. Esta empresa a gran escala puede financiar amplias redes de operativos y pagar a las autoridades y funcionarios que de otro modo podrían interponerse en su camino, convirtiendo de hecho a estos grupos en un poder en la sombra en gran parte del país.
Estos recursos también han convertido a los grupos del crimen organizado en uno de los mayores empleadores de México, según un estudio publicado en la revista Science en 2023. Pueden seguir operando frente a la enorme presión de las fuerzas gubernamentales y los grupos rivales. Y acabar con los jefes máximos, como probablemente trataría de hacer Trump, solo provocaría que los cárteles se dividieran en facciones más pequeñas y violentas.
Por ejemplo, la lucha por el poder dentro del Cártel de Sinaloa estalló en respuesta a la detención del veterano narcotraficante Ismael Zambada García. Al parecer, en julio de 2024, un hijo del tristemente célebre Joaquín Guzmán, conocido como El Chapo, atrajo a Zambada, líder de una facción competidora del Cártel de Sinaloa, a un avión en el que fue trasladado a un aeródromo de Nuevo México y entregado a las autoridades estadounidenses. En lugar de que se desmantelara el grupo, como esperaban las autoridades, la traición desencadenó una lucha por el control del floreciente imperio de la organización, lo cual fue la última versión de una sangrienta regularidad que vengo observando desde hace décadas.
Las amenazas del gobierno de Trump corren el riesgo de socavar un notable momento de cooperación entre ambos gobiernos. Desde que asumió el poder en octubre, Sheinbaum ha colaborado de manera estrecha con funcionarios estadounidenses para sofocar la actividad de los cárteles, y las fuerzas de seguridad se han centrado más quirúrgicamente en los laboratorios de drogas, los traficantes de fentanilo y los contrabandistas de personas.
Esta colaboración ha dado resultados, como el descenso de más del 50 por ciento de las incautaciones de fentanilo en la frontera desde que Sheinbaum asumió el cargo, según datos estadounidenses. México ha colaborado con las fuerzas de seguridad estadounidenses para detener y eliminar a los principales miembros; la semana pasada, México envió a Estados Unidos a 26 personas acusadas de ser miembros de alto rango de un cártel. Un ataque unilateral de Estados Unidos, sobre todo si corre el riesgo de causar bajas civiles, agravaría el sentimiento antiestadounidense existente y dificultaría políticamente que Sheinbaum siguiera colaborando con Washington en temas vitales como los cárteles y la migración.
Despojar a los cárteles de su poder requerirá años de duro trabajo a ambos lados del río Grande. México tiene que hacer más para hacer frente a la creciente violencia y eliminar a los políticos y funcionarios corruptos que facilitan la actividad de los cárteles y se benefician de ella. Si Washington se toma en serio el desmantelamiento de los cárteles, debería empezar por su lado de la frontera: reduciendo la enorme demanda estadounidense de drogas, tomando medidas enérgicas contra el blanqueo de dinero en Estados Unidos y deteniendo el flujo de armas de fuego ilegales hacia México.
En 1916, Estados Unidos envió miles de soldados a México para dar caza al bandido convertido en revolucionario Pancho Villa, después de que este realizara una violenta incursión en Nuevo México. Aunque los soldados nunca atraparon a Villa, Newton D. Baker, entonces secretario de Guerra, declaró que la empresa había sido un éxito. El verdadero propósito de la misión, dijo, era “una extensión del poder de Estados Unidos en un país perturbado más allá de todo control”.
El mismo imperativo parece impulsar hoy a los partidarios de la acción militar estadounidense en México. Quieren una demostración de poderío militar estadounidense en un país que, según afirman, es caótico y carece de ley, no abordar los profundos problemas que han permitido el florecimiento de los cárteles. Un ataque estadounidense contra un laboratorio de fentanilo podría hacer que Trump pareciera fuerte ante su base. Pero las vastas redes del crimen organizado, y el mercado de la droga estadounidense que las mantiene en funcionamiento, no se pueden dinamitar tan fácilmente."
(Ioan Grillo, Revista de prensa, 22/08/25, fuente The New York Times)
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