Porque sabe como nadie que la morosidad real es aún superior, pues se ha quedado con ingentes activos inmobiliarios (que comercializa directamente) a cambio de los créditos que sobre ellos concedió, para evitar apuntarlos como fallidos, lo que aumentaría esa morosidad en ¿dos, tres puntos? Sobre el alcance de ese fenómeno, la solvencia real del sistema financiero español, versa el reciente duelo de las agencias Moody's y Fitch.
Porque calcula, en suma, que si la morosidad llega al 10%, llegarán las bancarrotas.
De modo que la banca anida buenas razones para una puntillosa prudencia (tardía). El problema es que así dimite de su función y deja en desamparo a las empresas.
Sólo en parte el Instituto de Crédito Oficial (ICO) repara el daño, aportando a día de hoy unos 50.000 millones de euros. Dice el bancario C que "los únicos créditos a empresas" de su sucursal, son los que ésta gestiona entre las líneas del ICO. Unas, poco usadas; otras, desbordadas; todas, replanteándose bajo la nueva dirección de José María Ayala. El drama es que las empresas solventes aplazan invertir y pues, no demandan crédito. Y las que piden liquidez circulante y van flojas, si no pagan el crédito, aumentan la mora (50%) al banco gestor de la línea ICO (el otro 50%).
Así que el problema es de oferta crediticia suficiente de los bancos. O de sus duras condiciones, como acusó el 65% de las empresas en la última encuesta del Banco de España. Es también de solvencia de la demanda. Aunque no esté de moda subrayarlo. Como explica S, jefe de una tribu empresarial, para soltar el dinero la banca exige ahora garantías personales sobre el capital prestado en torno del 30%; hace un año, un 10%. Juega sobre seguro. Pero también muchos empresarios, como el gato escaldado, huyen de poner su patrimonio en garantía de su empresa." (XAVIER VIDAL-FOLCH: Los bancos que no hacen banca. El País, ed. Galicia, Economía, 22/10/2009, p. 20)
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