Bajo los nuevos “intercambios” establecidos por la ley para que los no asegurados adquieran un seguro, la gente tendrá que gastar un 9,5 % de su renta para pólizas que cubren solamente el 70% de los costes sanitarios. Por lo tanto nos encontramos todavía en la situación de que tenemos un seguro tan raquítico que será difícil tener los cuidados necesarios cuando ello haga falta.
Como sabe, Massachusetts es el prototipo de esta reforma. Si mira en Internet nuestro sistema de seguro se llama Massachusetts Connector.
Para alguien de entre 50-60 años, la política más barata que cumple el mandato respecto a alguien que está pagando la tasa completa –es decir, quienes cobran más de 33.000 $ de renta anual –cuesta más de 5.000 $ anuales en primas. Si te pones enfermo tienes una deducción de 2.000 $, o sea, que tienes que poner otros 2.000 $ de tu bolsillo antes de que el seguro actúe. Luego, por los restantes 15.000 $ de gastos médicos, eres responsable del 20% de todos los gastos, 3.000 $.
Por ejemplo, hay una prohibición de la llamada política de rescisión. En esencia, significa que una vez tienes un seguro, si enfermas y utilizas tu seguro la compañía de seguros no puede volverse atrás y cancelar. Esto se llamaría rescisión.
Pero lo que la ley dice es que la compañía no puede hacer una rescisión a no ser que haya habido fraude. Bien, esto es lo que las compañías siempre dicen cuando hacen una rescisión. Siempre ha sido ilegal, bajo la ley de contratos, acordar hacer algo y luego no hacerlo. Por lo tanto las rescisiones siempre se basaban en que las compañías de seguros alegaban que el asegurado había cometido fraude.
Suena bien decir “nada de rescisiones a no ser que haya fraude”, pero la escapatoria, respecto al fraude, es grande. Pueden decirte, “Era fraude porque usted olvidó decirnos hace 20 años que una vez tuvo una citología anormal. ¡Oh! Usted no nos dijo que una vez, hace 10 años, su presión sanguínea fue alta, aunque después siempre haya sido normal”.
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