19.1.12

La deflación de los salarios no es la solución a la falta de competitividad de la economía española, porque son los precios y no los salarios los que determinan la competitividad exterior

"Un razonamiento va tomando fuerza. Los más audaces se atreven ahora a plantearlo abiertamente, y los demás, aunque no lo hagan de forma explícita, lo tienen muy en cuenta a la hora de implementar la política económica.

Hasta el mismo Paul Krugman ha utilizado ese argumento a menudo. “En la Unión Monetaria, a los países en dificultades como España, al no poder devaluar, la única vía que les queda para recobrar la competitividad perdida es la deflación interior”. (...)

Lo primero a señalar, aunque sea únicamente por un prurito de exactitud y de rigor, es que existe una cuarta opción, consistente en crear en la Unión Monetaria una verdadera unión fiscal, al modo que se da en cualquier Estado moderno, una hacienda pública potente que al mismo tiempo que corrige las desigualdades entre los ciudadanos, minimiza los desequilibrios regionales que el mercado y la moneda única producen.

Esta alternativa es, ciertamente, desechable por utópica, ya que los países ricos como Alemania nunca permitirán un flujo de recursos tan importante hacia los otros Estados. Pero no menos inviable resulta la tercera opción propuesta, que en realidad no representa ninguna solución, porque para que un país como España recuperase la competitividad perdida a lo largo de estos 10 años frente a Alemania y lograse equilibrar así su balanza de pagos sería necesario depreciar su moneda cerca del 20%.

¿Cuánto deberían reducirse los salarios para tener un efecto similar a esa hipotética devaluación que no puede realizarse al estar en la Eurozona? Es evidente que ni política ni social ni económicamente resulta factible tamaño dislate.

Por otra parte, parece que todo el mundo está empeñado en ignorar que son los precios y no los salarios los que determinan la competitividad exterior, y que el incremento de estos tan solo es relevante en cuanto influye en aquellos. Muy bien puede ocurrir que la evolución de los precios no siga a la de los salarios.

Así ha sucedido en la última década en la que la retribución de los trabajadores ha perdido poder adquisitivo. En los momentos actuales, en plena crisis, casi en recesión, el ajuste de los salarios en España no está impidiendo que los precios continúen sufriendo incrementos superiores a la media de la Eurozona.

La deflación de los salarios, esa tercera opción fijada como la única posible en el discurso oficial, está muy lejos de constituir una verdadera solución.

Lo único que se consigue con ella es castigar aún más a los trabajadores modificando la distribución funcional de la renta a favor del excedente empresarial y en contra de las remuneraciones salariales, al tiempo que se deprime aún más la economía y se genera paro.

En realidad, las únicas alternativas reales consisten en que o bien se cree en la Eurozona una auténtica integración fiscal con una robusta hacienda pública común y un sistema de seguridad social integrado -lo que no parece muy viable- o que cada país retorne a su moneda, con los costes que tal situación puede comportar."              (Rebelión, 19/01/2012, 'La deflación salarial', de Juan Francisco Martín Seco,Rebelión)

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