"Un razonamiento va tomando fuerza. Los más audaces se atreven ahora a
plantearlo abiertamente, y los demás, aunque no lo hagan de forma
explícita, lo tienen muy en cuenta a la hora de implementar la política
económica.
Hasta el mismo Paul Krugman ha utilizado ese argumento a
menudo. “En la Unión Monetaria, a los países en dificultades como
España, al no poder devaluar, la única vía que les queda para recobrar
la competitividad perdida es la deflación interior”. (...)
Lo primero a señalar, aunque sea únicamente por un prurito de exactitud y
de rigor, es que existe una cuarta opción, consistente en crear en la
Unión Monetaria una verdadera unión fiscal, al modo que se da en
cualquier Estado moderno, una hacienda pública potente que al mismo
tiempo que corrige las desigualdades entre los ciudadanos, minimiza los
desequilibrios regionales que el mercado y la moneda única producen.
Esta alternativa es, ciertamente, desechable por utópica, ya que los
países ricos como Alemania nunca permitirán un flujo de recursos tan
importante hacia los otros Estados. Pero no menos inviable resulta la
tercera opción propuesta, que en realidad no representa ninguna
solución, porque para que un país como España recuperase la
competitividad perdida a lo largo de estos 10 años frente a Alemania y
lograse equilibrar así su balanza de pagos sería necesario depreciar su
moneda cerca del 20%.
¿Cuánto deberían reducirse los salarios para tener
un efecto similar a esa hipotética devaluación que no puede realizarse
al estar en la Eurozona? Es evidente que ni política ni social ni
económicamente resulta factible tamaño dislate.
Por otra parte,
parece que todo el mundo está empeñado en ignorar que son los precios y
no los salarios los que determinan la competitividad exterior, y que el
incremento de estos tan solo es relevante en cuanto influye en aquellos.
Muy bien puede ocurrir que la evolución de los precios no siga a la de
los salarios.
Así ha sucedido en la última década en la que la
retribución de los trabajadores ha perdido poder adquisitivo. En los
momentos actuales, en plena crisis, casi en recesión, el ajuste de los
salarios en España no está impidiendo que los precios continúen
sufriendo incrementos superiores a la media de la Eurozona.
La
deflación de los salarios, esa tercera opción fijada como la única
posible en el discurso oficial, está muy lejos de constituir una
verdadera solución.
Lo único que se consigue con ella es castigar aún
más a los trabajadores modificando la distribución funcional de la renta
a favor del excedente empresarial y en contra de las remuneraciones
salariales, al tiempo que se deprime aún más la economía y se genera
paro.
En realidad, las únicas alternativas reales consisten en que o
bien se cree en la Eurozona una auténtica integración fiscal con una
robusta hacienda pública común y un sistema de seguridad social
integrado -lo que no parece muy viable- o que cada país retorne a su
moneda, con los costes que tal situación puede comportar." (Rebelión, 19/01/2012, 'La deflación salarial', de Juan Francisco Martín Seco,Rebelión)
Artículo 129 de la Constitución española: Los poderes públicos... establecerán los medios que faciliten el acceso de los trabajadores a la propiedad de los medios de producción - Implantar la democracia económica en España es constitucional
19.1.12
La deflación de los salarios no es la solución a la falta de competitividad de la economía española, porque son los precios y no los salarios los que determinan la competitividad exterior
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