"La promesa de Mario Draghi de “hacer lo que sea necesario” ha sido
ampliamente aclamada como un acontecimiento clave. Desde entonces, tanto
los mercados como la política sobre el euro han actuado partiendo de la
premisa de que la supervivencia del euro está asegurada.
Lamentablemente, esa es una hipótesis nada segura. (...)
El problema es que la estrategia política para superar la crisis, con o
sin una promesa de liquidez del BCE en apoyo de la deuda pública, está
condenada al fracaso. (...)
Un pecado original fue el de no poner a nadie al cuidado del almacén de
la gigantesca economía integrada del euro. No se previó gestión alguna
de la demanda en los buenos tiempos, ni prestador de última instancia en
los malos.
Previsiblemente, la economía de Eurolandia ha demostrado ser
propensa a un prolongado estancamiento de la demanda doméstica y a una
conspicua dependencia de las exportaciones para su pobre crecimiento,
mientras que la gestión de la crisis lo ha sido mediante el método de
ensayo y error; y de errores sin fin, al parecer. (...)
Una austeridad fiscal aplicada mecánicamente es contraproducente
cuando se inflige a un sector privado que trata de reducir su
endeudamiento y sus efectos multiplicadores fiscales son importantes
cuando ni las condiciones monetarias ni las exportaciones pueden
proporcionar mucho alivio.
En una persecución simultánea por todo el
continente, los países europeos están deflactando el uno al otro sus
principales mercados de exportación, confiando implícitamente en sus
exportaciones extra-regionales para compensar esas persecuciones
suicidas.
Al forzar el ajuste solamente sobre los países deudores, en
los que los excedentes de deuda están naturalmente concentrados, los
problemas de solvencia de estos no hacen sino empeorar. Resistiéndose
denodadamente al reajuste salarial, Alemania está empujando a sus
socios, incluida Francia, a la deuda-deflación.
La reforma estructural no está compensando en absoluto a la
estrategia de crecimiento. Funcionó con Alemania, y solo con gran
retraso, porque Alemania la hacía por su cuenta mientras la economía
mundial estaba fuerte. Alemania necesitó de un gigantesco superávit
exterior para poder equilibrar finalmente su presupuesto público.
Hoy,
la economía mundial no está en condiciones de soportar la repetición de
ese logro para Eurolandia como conjunto. En resumen, el euro sigue firme
en la senda de su disolución. Es solo una cuestión de tiempo el que la
liquidez del señor Draghi resulte ser un farol." (
Jörg Bibow , El País, 3 ENE 2013)
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