11.9.15

Efectos de la devaluación salarial en España: 30% de las personas en la miseria

"(...) ¿cuáles han sido sus consecuencias y efectos? Los argumentos esgrimidos a favor de la devaluación salarial por parte de sus defensores, como los economistas neoliberales y la práctica totalidad de los organismos económicos nacionales (Banco de España) e internacionales (OCDE, FMI, BCE y Comisión Europea), es que la reducción de los costes laborales que supone favorecerá el aumento de la producción y el empleo de la economía y, asimismo, mejorará la competitividad del conjunto de esa economía y de sus empresas. Pues bien, no parece que esas dos consecuencias se tengan que producir necesaria e ineludiblemente y mucho menos que se hayan producido en España. 

En primer lugar, hay que tener en cuenta que, aunque la reducción de los costes laborales que acompaña a la devaluación salarial pueda favorecer el aumento de la producción de algunas empresas, ese aumento de la producción no tendrá lugar a nivel del conjunto de la economía si la reducción de los ingresos de los trabajadores, que también acompaña a la devaluación, frena y limita la demanda agregada, máxime cuando el 80% de los ocupados son asalariados y en torno al 60% del PIB se explica por el consumo privado.

 Y, en segundo lugar, tampoco parece que la devaluación salarial produzca necesariamente una mejora de la competitividad de la economía, porque esa mejora depende de la relación de los precios nacionales y de los precios extranjeros en una moneda común y esa relación ha seguido empeorando hasta 2013 y solo ha mejorado en 2014, año en el que el fuerte retroceso acumulado desde el inicio de la crisis de la demanda interna ha provocado una notable deflación de los precios, más intensa que la de otros países europeos. 

Y ello porque la posición de la competitividad de la economía depende de la evolución de los costes laborales pero también de otros factores que han podido contrarrestar el efecto de la reducción de esos costes, entre los que destacan tres; el primero, que han aumentado en los últimos años otros costes de producción, como los energéticos y los impositivos, que han podido contrarrestar el descenso de los salariales; el segundo, que la reducción de los costes laborales de las empresas no siempre se han trasladado a los precios de los productos porque muchas empresas, sobre todo las pertenecientes a sectores muy estratégicos de la economía con elevado control monopolístico, como el energético, el de transporte o el de comunicaciones, han aprovechado las circunstancias del descenso salarial para aumentar el margen de ganancia empresarial y no para disminuir los precios; y, el tercero, que la evolución de la competitividad de una economía no depende solo de los precios internos sino que también depende de la evolución del tipo de cambios de la moneda, es decir del euro, en el que, además, no tiene ninguna influencia una economía como la española, relativamente pequeña y muy dependiente económicamente, y ese tipo de cambio, con la excepción clara de 2014, en el que el euro se ha depreciado (lo que, junto a la caída de los precios internos, ha explicado la mejora de la competitividad de ese año), ha tendido desde su creación a apreciarse considerablemente, abaratando las importaciones y encareciendo las exportaciones de los países integrantes de la zona del euro.

 Entonces ¿cuáles son los efectos y consecuencias más inmediatos de la devaluación salarial?

 Si a ese proceso de reducción de los salarios se añade que se concentra en el 30% de los trabajadores que menos ganan y se tiene en cuenta el fuerte aumento del paro, en gran medida, de larga duración, parece que ese proceso no es ajeno al aumento de las personas en situación de pobreza o exclusión social, que en 2013 afecta a casi el 30% de las personas (el 27,3%), y al considerable aumento de la desigualdad de rentas, que ha convertido a nuestro país en el más desigual de la UE."                  (José Ignacio Pérez Infante, Economistas frente a la crisis, 02/09/2015)

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