"(...) la crisis es general o no es crisis. Y en este caso, está alimentada por
la falta de demanda efectiva, o lo que es lo mismo, por la
sobreproducción en algunos sectores clave. Por otra parte, la escasa
demanda está sostenida artificialmente por bajas tasas de interés (que
pueden continuar) y petróleo barato (que es dudoso que se mantenga).
Es
decir, la solución de los últimos años fue la creación de una burbuja
económica en el mercado de valores en los años 90, en el inmobiliario
entre 2002 y 2007 y ahora de nuevo activos financieros inundados de
liquidez generada por los bancos centrales. El capitalismo financiero
genera la burbuja, vive de la burbuja, y tiene miedo que reviente.
En una palabra, en estas economías lo que faltan son salarios e inversiones. Ahora ya hay indicios de que la inversión de capital se va a reducir a nivel mundial, y las inversiones en capacidad productiva, generadoras de empleo, hace mucho que caen. La incertidumbre resultante está enmascarada por el efecto positivo de este temor: las inversiones financieras corren a refugiarse en la deuda pública, que está garantizada, por lo que las tasas de interés caen, aliviando las presiones presupuestarias en países con un alto ratio de deuda soberana. La inversión no existe.
En una palabra, en estas economías lo que faltan son salarios e inversiones. Ahora ya hay indicios de que la inversión de capital se va a reducir a nivel mundial, y las inversiones en capacidad productiva, generadoras de empleo, hace mucho que caen. La incertidumbre resultante está enmascarada por el efecto positivo de este temor: las inversiones financieras corren a refugiarse en la deuda pública, que está garantizada, por lo que las tasas de interés caen, aliviando las presiones presupuestarias en países con un alto ratio de deuda soberana. La inversión no existe.
El peligro alemán
Aquí es donde aparece el
"problema alemán", como dice Paul Krugman. La "locura de la austeridad" o
la "ruinosa obsesión alemana contra la deuda pública", escribe, ha
reducido la capacidad productiva y el empleo sostenible, impone normas
absurdas, tales como la prohibición constitucional de aumentar el gasto
para financiar un déficit estructural superior al 0,35% del PIB.
Alemania tiene ahora un exceso de cuenta corriente del 7,4% del PIB y un
superávit fiscal del 1,7%, incluso con estas espléndidas cifras va
camino de una recesión (...)
Esta política de austeridad externa con excedente nacional fue la forma
germánica y egoísta de extender la restricción de la demanda agregada,
lo que agrava los problemas inmediatos y futuros: ni siquiera se ha
comenzado a crear una economía que responda al envejecimiento de la
población ni ha habido la inversión necesaria en infraestructura para la
transición climática.
Por el contrario, se ha impuesto a toda Europa un
mecanismo de austeridad que precipitó la privatización, aumentó los
impuestos, las fusiones bancarias y otras desafortunadas aventuras. Pero
eso reforzó la compresión de la demanda y por lo tanto se multiplicaron
las condiciones de la crisis. Ahora, desesperada y en recesión, Merkel
pondera poner en marcha un programa de gasto de 50 mil millones de
euros.
Las señales de humo
Si el riesgo para la economía europea es el peligro alemán (y el miedo al 'Brexit'), para la economía mundial es Trump. (...)"
(Francisco Louça
, catedrático de economía de la Universidad de Lisboa, Sin Permiso, 27/08/19)
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