"(...) Por mucho que la ministra de Educación, Isabel Celaá, haya lanzado una y
otra vez mensajes de confianza, y por mucho que las comunidades hayan
dedicado buena parte de junio y de julio a difundir sus protocolos de
seguridad para la vuelta al cole, crecen las voces de profesores y de
padres que auguran desastres y se están movilizando para reclamar más
medios (sobre todo, para reducir los alumnos por clase). Algunas
familias amenazan, incluso, con no llevar a sus hijos al colegio. (...)
El principal punto en común es la necesidad de recuperar, en la medida de lo posible, las clases presenciales. La cuestión es cómo hacerlo sin que los centros escolares se conviertan en focos de propagación del virus.
Uno
de los modelos más parecidos al que se está perfilando en España es el
alemán. En ambos países existe un gran nivel de autonomía de las
regiones en cuanto a la organización escolar. Y en ambos casos resulta
clave el concepto de grupo de convivencia estable: intentar reducir al
mínimo el contacto entre las clases para que si se detecta un positivo
solo haya que aislar al grupo al que pertenece, sin tener que cerrar
automáticamente toda la escuela.
En España, las comunidades elaboraron sus protocolos
justo después de la declaración de la nueva normalidad. Y están
inspirados en el optimismo sobre la epidemia que reinaba entonces. El
plan gallego contempla, por ejemplo, que los alumnos puedan estar sin
mascarilla dentro de clase guardando un metro de distancia, en vez del
metro y medio que recomendaron los ministerios de Sanidad y Educación y
han adoptado las demás comunidades.
Las mayoría de autonomías prevé,
además, formar grupos burbujas, que son estancos, no tienen relación con
los estudiantes de otras clases, y pueden relacionarse con sus
compañeros de aula sin mantener distancia ni usar mascarillas, de hasta
25 alumnos en infantil y primaria. Y grupos de tamaño todavía mayor
(aunque utilizando mascarilla) en las etapas educativas posteriores. (...)
Los protocolos de las autonomías contemplan entre tres y
cuatro niveles de organización de los centros, con restricciones
crecientes a medida que empeora el contexto sanitario. A finales de
junio todas esperaban poder empezar en el nivel de alerta inferior. Pero
a la vista de la evolución del virus es posible que tengan que empezar,
al menos, en el siguiente escalón, que incluye grupos más reducidos y
que los alumnos, al menos a partir de la ESO, asistan a clase en días o
semanas alternos.
Alemania. Grupos separados. Los
niños berlineses cruzaban el lunes pasado las puertas de sus colegios en
medio de una gran algarabía. Grandes mochilas con reflectores
fluorescentes, los nervios propios del primer día de colegio después del
verano…, y la mascarilla. Este año no entran todos a la misma hora,
para evitar aglomeraciones en la puerta. Aún así, queda claro que el
roce es inevitable y el riesgo de contagio, evidente. Profesores, padres
y alumnos cruzan los dedos y se resignan a ser parte de la suerte de
experimento epidemiológico que este año implica la vuelta al cole. (...)
En Alemania, cada land traza las líneas generales para la
reapertura y luego cada centro desarrolla su propio plan de higiene.
Solo en Renania del Norte-Westfalia, el land que acumula más
infecciones, la mascarilla es obligatoria en las aulas. En el resto, los
alumnos deben llevarla en pasillos y patios, pero pueden quitársela una
vez que estén sentados. (...)
Escocia. Sin distancia entre alumnos. El martes pasado empezaron a
volver a clase los 700.000 alumnos escoceses de infantil, primaria y
secundaria. Lo hicieron entre medidas de seguridad que ponen el énfasis
en la higiene continua y los controles (los profesores pueden someterse a
un test en el momento que quieran), pero no fijan distanciamiento
mínimo entre alumnos, aunque sí entre ellos y los profesores: de al
menos dos metros, siempre que sea posible.
Escocia registra una cifra
alta de muertes por coronavirus, pero baja de contagios (352 por cada
100.000 habitantes desde el inicio de la pandemia, menos de la mitad que
España) y el Gobierno esgrime estudios que apuntan a que los niños se
contagian menos, tienen síntomas más leves y transmiten menos la
enfermedad. Sin embargo, el principal sindicato docente (EIS) ha
protestado porque las medidas de seguridad le parecen insuficientes. (...)
Finlandia. Clases de 15 a 17 alumnos. El miércoles volvieron a
clase los alumnos finlandeses. Por la mañana, el profesorado del colegio
de Itäkeskus, en la zona oriental de Helsinki, mostraba su
satisfacción, pues prácticamente todos los estudiantes (de un total de
460) se habían presentado. Según la directora del centro, Jutta-Riina
Karhunen, no debería haber problemas para mantener la distancia de
seguridad, establecida en dos metros, pues las clases son pequeñas, de
15 a 17 alumnos.
“Hemos unificado los comedores con el gimnasio para
ganar espacio. Además, hemos escalonado las horas de comida, en ningún
momento habrá más de 50 alumnos almorzando al mismo tiempo. También se
trata de mantener los grupos cohesionados y no mezclarlos”, explica. El
uso de mascarilla es opcional. (...)
Uruguay. Asistencia opcional. Tras un breve periodo de cierre,
las escuelas uruguayas se fueron reabriendo poco a poco, empezando por
las rurales, a partir del 22 de abril. Se acondicionaron los espacios
para asegurar medidas de higiene y distanciamiento de 1,5 metros y se
redujo a cuatro horas el tiempo de permanencia en la escuela (desde la
semana pasada, en secundaria se elevó a seis). Los grupos de alumnos,
divididos en dos o tres, van a clase unos días a la semana y se trata de
completar la docencia a través de la Red. (...)
Tailandia. Vuelta a la normalidad (o casi). Tailandia
lleva más de dos meses libre de coronavirus, según sus autoridades, por
lo que el jueves todas las escuelas recuperaron su horario normal
después de un larguísimo periodo de adaptación que comenzó al retomar
las clases en julio.
Durante este mes y medio, los alumnos estaban
obligados a mantener un metro y medio de distancia y los colegios e
institutos han desplegado soluciones como el uso de una especie de
cubículos de plástico para separar los pupitres, cuya imagen ha dado la
vuelta al mundo. A partir de ahora, la distancia ya no es necesaria,
pero se seguirán haciendo controles de temperatura y los estudiantes
debe entregar a los profesores un informe sobre donde estuvieron el día
anterior al salir de la escuela.
EE UU. Todas las
modalidades. El viernes pasado, 1.100 estudiantes y profesores del
distrito escolar del condado de Cherokee, al norte de Atlanta (Georgia),
permanecían en cuarentena por un brote que ha obligado a cerrar dos
institutos apenas unos días despúes de reabrirlos. Este foco ha
impactado de lleno en el encendido debate —con fuertes tintes políticos—
que recorre todo Estados Unidos sobre la vuelta a clase en el país con más casos de covid del mundo: 5,3 millones.
La
decisión no será única, pues está principalmente en manos de los 13.506
distritos escolares en los que se divide el país. Así, mientras el
curso ya ha comenzado en algunos puntos con la reapertura de escuelas,
en otros han decidido que la educación seguirá siendo a distancia y
muchos aún no han tomado una determinación.
El condado de Cherokee ha optado por un plan híbrido. En este caso, los padres eligieron entre volver a clase o seguir el curso online (opción
que tomó el 20%). A los que van a clase no se les exigen distancias
mínimas, ni controles de temperatura (deben hacerlos las familias) ni
uso obligatorio de mascarilla para los alumnos; sí para los profesores
cuando la distancia no sea posible. (...)
En Israel, las autoridades sanitarias y educativas parecen incapaces de
ponerse de acuerdo tras el fiasco y el desconcierto del pasado mes de
mayo, cuando las escuelas reabrieron pero el contagio de 180 alumnos de
un instituto de Jerusalén provocó que buena parte de los padres dejaran
de mandar a sus hijos a clase.
A principios de agosto, el comisionado del Gobierno para el coronavirus,
Ronni Gamzu, planteó aplazar a octubre la vuelta al colegio y un
sistema para abrir o no las escuelas según los índices de contagio en
cada localidad. Pero poco después, el pasado lunes, el ministro de
Educación, Yoav Gallant, presentó un plan completamente distinto para
volver el 1 de septiembre.
Los niños de infantil y hasta segundo de
primaria (hasta los ocho años), irán a la escuela cinco o seis días por
semana sin mascarillas. A partir de tercero, deberán ir al centro solo
unos días a la semana y llevarán siempre la mascarilla en unas clases
de, como máximo, 18 alumnos para mantener las distancias.
Las autoridades mexicanas, por su parte, han renunciado directamente a
las clases presenciales: el curso, que comenzará el 24 de agosto, se
impartirá a través de canales de televisión privados. Maestros como
Pedro Hernández cuestionan la viabilidad de una estrategia que puede
empeorar las ya profundas desigualdades sociales.(...)"
(Con información de Ana Carbajosa (Berlín), Adrián Soto (Helsinki), Pablo Guimón (Washington), Elías Zaldívar (Jerusalén), Carlos Salinas (México), J. A. Aunión (Madrid) e I. Zafra (Valencia). El País, 17/08/20)
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