23.1.24

Imaginemos que Irán, Siria, Líbano o Turquía, plenamente respaldados, armados y protegidos diplomáticamente por Rusia y China, tuvieran la voluntad y los recursos para bombardear Tel Aviv durante tres meses, día y noche, asesinar a decenas de miles de israelíes, mutilar a otros tantos, dejar a millones de personas sin hogar, y convertir la ciudad en un montón de escombros inhabitables como está ocurriendo actualmente en Gaza... Preguntémonos qué harían EE UU, Reino Unido, la UE, Canadá, Australia y Alemania en particular en las 24 horas siguientes al ataque en este escenario ficticio... El orden internacional existente no toleraría ni un día este mencionado escenario ficticio... Frente a la brutalidad militar de EE UU, Europa, Australia, Canadá, y su respaldo sin fisuras a Israel, nosotros, las gentes indefensas del mundo, al igual que los y las palestinas, no contamos. Esto no es solo una realidad política, concierne también al imaginario moral y al universo filosófico de eso que se llama a sí mismo “Occidente”... Gracias a Gaza, se ha expuesto la quiebra ética de la filosofía europea (Hamid Dabashi, filósofo iraní, profesor en la Universidad de Columbia)

 "Imaginemos que Irán, Siria, Líbano o Turquía, plenamente respaldados, armados y protegidos diplomáticamente por Rusia y China, tuvieran la voluntad y los recursos para bombardear Tel Aviv durante tres meses, día y noche, asesinar a decenas de miles de israelíes, mutilar a otros tantos, dejar a millones de personas sin hogar, y convertir la ciudad en un montón de escombros inhabitables como está ocurriendo actualmente en Gaza.

Imaginemos por un momento a Irán y sus aliados atacando deliberadamente zonas pobladas de Tel Aviv, hospitales, sinagogas, escuelas, universidades, bibliotecas, incluso cualquier lugar poblado, para asegurarse el máximo número de víctimas civiles. Dirían al mundo que sólo buscaban al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y a su gabinete de guerra.

Preguntémonos qué harían EE UU, Reino Unido, la UE, Canadá, Australia y Alemania en particular en las 24 horas siguientes al ataque en este escenario ficticio.

Ahora volvamos a la realidad y consideremos el hecho de que desde el 7 de octubre (y durante décadas antes de esa fecha), los aliados occidentales de Tel Aviv no sólo han sido testigos de lo que Israel le ha hecho al pueblo palestino sino que también le han proporcionado equipamiento militar, bombas, municiones y cobertura diplomática, a la vez que los medios de comunicación estadounidenses han ofrecido justificaciones ideológicas para la matanza y el genocidio de palestinos y palestinas.

El orden internacional existente no toleraría ni un día este mencionado escenario ficticio. Frente a la brutalidad militar de EE UU, Europa, Australia, Canadá, y su respaldo sin fisuras a Israel, nosotros, las gentes indefensas del mundo, al igual que los y las palestinas, no contamos. Esto no es solo una realidad política, concierne también al imaginario moral y al universo filosófico de eso que se llama a sí mismo “Occidente”.

Quienes quedamos fuera de la esfera del imaginario moral europeo no existimos en su universo filosófico. Árabes, iraníes, musulmanes, o los pueblos de Asia, África y Latinoamérica, no constituimos ninguna realidad ontológica para los filósofos europeos, excepto como amenaza metafísica que debe ser conquistada y silenciada. Empezando por Emmanuel Kant y George Wilhelm Friedrich Hegel, y siguiendo por Emmanuel Levinas y Slavoj Zizek, para quienes somos rarezas, cosas, objetos cognoscibles que los orientalistas se dedicaron a descifrar. Como tales, que Israel o EE UU y sus aliados europeos asesinen a cientos de miles de nosotros no provoca ni una mínima pausa en la ocupación de los filósofos europeos.

Audiencias europeas tribales

Si dudan de ello, echen un simple vistazo al destacado filósofo europeo Jurgen Habermas y a algunos de sus colegas, quienes en un acto asombrosamente cínico de cruel vulgaridad han salido a legitimar a Israel en sus matanzas de palestinos y palestinas. La cuestión ya no es qué deberíamos pensar de Habermas, a sus 94 años, como ser humano. La cuestión es qué podemos pensar sobre él en tanto que científico social, filósofo y pensador crítico. ¿Al mundo le importa algo aún lo que él piense, si es que alguna vez importó?

El mundo se ha hecho preguntas similares sobre otro gran filósofo alemán, Martin Heidegger, a la luz de sus perniciosas filiaciones con el nazismo. En mi opinión, ahora debemos preguntarnos sobre el violento sionismo de Habermas y las importantes consecuencias para lo que podamos pensar sobre todo su proyecto filosófico. Si Habermas no tiene en su imaginario moral un ápice de espacio para pueblos como el palestino, ¿hay alguna razón para que consideremos que la integridad de su proyecto filosófico tiene algo que ver con el resto de la humanidad, más allá de sus inmediatas tribales audiencias europeas?

En una carta abierta a Habermas, el distinguido sociólogo iraní Asif Bayat sostiene que “se contradice en sus propias ideas” en lo que se refiere a la situación de Gaza. Con el debido respeto, siento discrepar. Creo que la indiferencia de Habermas respecto a las vidas palestinas es del todo coherente con su sionismo. Es perfectamente coherente con esa cosmovisión según la cual los no europeos no son del todo humanos, o son como el ministro de Defensa israelí Yoah Gallant ha declarado abiertamente, “animales humanos”. En su desprecio por las vidas palestinas, el sionismo de Habermas se ha unido así al nazismo de Heidegger.

Este desprecio absoluto por los palestinos y las palestinas está profundamente enraizado en el imaginario filosófico europeo y alemán. La opinión generalizada es que como consecuencia de la culpa por el Holocausto, los alemanes han desarrollado un sólido compromiso con Israel. Pero para el resto del mundo, como se evidencia ahora gracias al magnífico documento que Sudáfrica ha presentado en la Corte Internacional de Justicia, hay una coherencia perfecta entre lo que hizo Alemania durante su época nazi y lo que está haciendo ahora, en su era sionista.

Creo que la posición de Habermas está en la línea de la política del Estado alemán de tomar partido [a favor de Israel] en la matanza sionista de palestinos. Está asimismo en la línea de lo que ocurre con la “izquierda alemana”, con su odio igualmente racista, islamófobo y xenófobo hacia árabes y musulmanes, y su respaldo sin fisuras a las acciones genocidas de la colonia de asentamiento israelí.

Que nos perdonen si hemos llegado a pensar que lo que tendría Alemania hoy en día no es culpa por el Holocausto sino nostalgia de genocidio, pues lleva consintiendo vicariamente la matanza israelí de palestinos y palestinas desde el siglo pasado  (y no solo desde los últimos cien días).

Depravación moral

La acusación de eurocentrismo que apunta sistemáticamente contra la concepción del mundo de los filósofos europeos no se basa meramente en un defecto epistémico de su pensamiento. Es un signo constante de depravación moral. En multitud de ocasiones del pasado he señalado el racismo incurable que alberga el núcleo del pensamiento filosófico europeo dominante y sus más célebres representantes actuales.

Esta depravación moral no es solo un paso en falso en lo político o un ángulo muerto en lo ideológico. Está profundamente arraigado en su imaginario filosófico que ha seguido siendo incurablemente tribal.

En este punto debemos reseñar la famosa declaración del glorioso poeta de Martinica, Aimé Césaire:

“Sí, merecería la pena estudiar clínicamente, en detalle, los pasos seguidos por Hitler y el hitlerismo, y revelar al muy distinguido, muy humanista, muy cristiano burgués del siglo XX que sin ser consciente de ello lleva un Hitler en su interior, que Hitler le habita, que Hitler es su demonio, que si lo maldice no está siendo consecuente y que, en el fondo, lo que no puede perdonar a Hitler no es su crimen en sí, el crimen contra el ser humano, no es la humillación del ser humano como tal, es su crimen contra el hombre blanco, la humillación del hombre blanco, y el hecho de que aplicara en Europa métodos coloniales que hasta entonces se habían reservado exclusivamente a los pueblos árabes, indios, y africanos”.

Palestina es hoy una extensión de las atrocidades coloniales que Césaire cita en este pasaje. Habermas parece ignorar que su adhesión a la matanza de palestinos y palestinas es del todo coherente con lo que hicieron sus antepasados en Namibia, durante el genocidio de los Herero y los Namaqua. Como la proverbial avestruz, los filósofos alemanes esconden la cabeza en sus delirios europeos creyendo que el mundo no los ve tal como son.

Ahora el mundo se siente desengañado por ese falso sentido de universalidad. Filósofos como VY Mudimbe, de la República Democrática del Congo, Walter Mignolo o Enrique Dussel, de Argentina, o Kojin Karatani, de Japón, tienen pretensiones de universalidad mucho más legítimas que las que Habermas y los de su clase tuvieron nunca.

En mi opinión, la quiebra moral que expone la declaración de Habermas sobre Palestina marca un punto de inflexión en la relación colonial entre la filosofía europea y el resto del mundo. El mundo ha despertado del falso sueño de la etnofilosofía europea. Hoy debemos esta liberación al sufrimiento global de pueblos como el palestino, cuyo prolongado e histórico heroísmo y sacrificio ha desenmascarado finalmente la arrogante barbarie en la que se fundó la “civilización occidental”.

(Hamid Dabashi, filósofo iraní, es profesor de Estudios Iraníes y Literatura Comparada en la Universidad de Columbia (Nueva York), Viento sur, 23/01/24; fuente: MIDDLE EAST EYE)

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