12.7.25

Muchos gobiernos europeos aceptan la imposición de Trump ante su amenaza de abandonar Europa a su suerte, aunque eso no va a pasar porque EEUU no está en Europa para defender a los europeos, sino para defenderse a sí mismo y controlar a sus aliados... Sánchez ha sido el único que ha tenido coraje para defender ante Trump la soberanía de su país, sin perjuicio de la solidaridad en la OTAN, que no se puede abandonar alegremente... Las acusaciones de que el presidente español “firmó” el 5%, y que estaría mintiendo a los españoles, no se sostienen... han sido desmentidas por dirigentes europeos que han acusado de insolidaridad a nuestro país, y por el propio Trump que ha declarado que España “es el único país que no va a pagar todo, se va a quedar en el 2%, así que van a pagar a través del comercio”... pero el comercio exterior español se gestiona a través de la UE... ¿Se trata de pagar a EEUU, comprándole armas a cambio de protección, sujetos a represalias si no se paga, en la mejor tradición gangsteril? Sánchez también exigió la suspensión del acuerdo de asociación que tiene la UE con Israel... Sánchez debería decidirse por actuar unilateralmente, y suspender completamente las relaciones con Israel, con la seguridad de que tendrá el apoyo de la mayoría de los españoles... Sánchez comprometió en Sevilla el esperado 0,7% del PIB para ayuda al desarrollo... Como el rey de Washington pasa olímpicamente de ayudar a nadie que no sean los suyos, muchos otros aprovechan para subirse al carro del egoísta “primero nosotros”, sin darse cuenta de que las desigualdades terminan por alcanzar a todos... Tal vez sea ya el momento de lanzar una idea que puede parecer utópica, la de considerar la ayuda al desarrollo como un gasto más de defensa. Esa ayuda no solo incrementa la seguridad humana en los países a los que se dirige, sino que contribuye a la seguridad global, probablemente más que lo que se gasta en armamento... lo que nos jugamos en la OTAN, en la UE y en NNUU es mucho más que la posición de España en la defensa de unos principios políticos, humanitarios y legales elementales, pero que en el contexto actual resultan casi heroicos, lo que honra a nuestro país y le sitúa en una senda ética y solidaria que muchos españoles – espero que la mayoría– llevamos en nuestro corazón... Está creciendo un mundo despiadado, insolidario y cruel en el que no existe ningún límite al egoísmo ni al poder del que puede ejercerlo con absoluta impunidad... Es de agradecer que el presidente Sánchez haya plantado cara a esa deriva insana y peligrosa, tanto en la OTAN, negándose a seguir las órdenes del jefe, como en la UE exigiendo el rechazo al genocidio israelí, y en NNUU promoviendo el aumento de la ayuda al desarrollo y el alivio de la deuda a los países más pobres. Hay que seguir resistiendo (José Enrique de Ayala, general retirado)

 "Las acusaciones del PP y Podemos –que cada vez convergen más en su obsesión por desacreditar a Sánchez– de que el presidente “firmó” el objetivo del 5%, y por tanto mintió a los españoles, no se sostienen desde el momento en que EEUU aceptó también la declaración final –muy genérica– y ya había dicho antes que ellos no tienen intención de llegar a ese porcentaje.

Sánchez subraya que es el Gobierno, no Rutte, quien sabe el gasto en defensa necesario

El enorme ruido político y mediático de la sesión plenaria del Congreso sobre medidas contra la corrupción, que tuvo lugar en la mañana del miércoles, ha opacado el debate que se celebró el mismo día por la tarde sobre política exterior y de seguridad, que tal vez es más importante que el primero para el futuro de España, en el que se trataron asuntos que exceden el marco interno de nuestro país para afectar al escenario europeo e incluso mundial. Unos asuntos que al parecer no interesan en absoluto al Partido Popular ni a Vox, cuya única obsesión es expulsar del poder al presidente del Gobierno, al que acusan de utilizar estos temas, de enorme trascendencia, como cortina de humo para tapar o eludir los problemas internos que los casos de corrupción en su partido le están ocasionando.

El primero de estos asuntos, y el más mediático, era el informe de Sánchez al Congreso sobre la cumbre de la OTAN celebrada en la Haya el día 25 de junio, que se dedicó casi monográficamente al aumento del presupuesto de defensa de los aliados hasta el 5% del PIB en 2035, excepto el de EEUU –el promotor de esta iniciativa– que no tiene ninguna intención de alcanzarlo. Sánchez informó de su negativa a aceptar llegar a ese porcentaje, y de su compromiso de cumplir los objetivos de fuerza señalados por la Alianza, para lo que solo haría falta alrededor del 2% –lo que fue ratificado al día siguiente por el jefe de Estado Mayor de la Defensa–, y explicó que la excepción española había sido confirmada por una carta del secretario general de la Alianza y por otra suya, que son claras y vinculantes.

El 5% es un porcentaje arbitrario que no está relacionado con el Plan de Capacidades de la OTAN ni responde a ningún estudio real de necesidades, sino exclusivamente a la voluntad del presidente de EEUU, Donald Trump, que considera que EEUU ha gastado mucho dinero en Europa –aunque es evidente que lo ha gastado por su propio interés– y ahora toca que los europeos gasten más para compensarles, naturalmente comprando material estadounidense, puesto que es sabido que la industria europea no está en condiciones de absorber esos aumentos desmesurados de la inversión. Trump trata esto como un negocio, no hace ninguna referencia a que el incremento de gasto sea necesario para hacer frente a una amenaza rusa, porque no la considera – él quiere acuerdos con Putin– mientras los dirigentes europeos se afanan en esgrimir esa amenaza –irreal– porque no osan decirles a sus votantes que aceptan ese aumento, en detrimento del gasto social, solo porque se lo exige el presidente de EEUU.

La realidad es que muchos de los gobiernos europeos aceptan la imposición de Trump ante su amenaza de abandonar Europa a su suerte, cuando aún la Unión Europea no ha sido capaz de construir su propia defensa autónoma, aunque eso no va a pasar en ningún caso porque EEUU no está en Europa para defender a los europeos, sino para defenderse a sí mismo y controlar a sus aliados. Otros han aceptado pensando en no cumplirlo para no enfrentarse con el poderoso agente naranja, y reprochan a nuestro gobierno que no haya adoptado también esa postura más inteligente. Pero Sánchez lo ha entendido muy bien, no se trata de no cumplirlo, sino de no aceptarlo, de plantarse ante una decisión que no mejora la seguridad de España y va en detrimento de mejorar la vida de los españoles. Sánchez ha sido el único que ha tenido coraje para defender ante Trump la soberanía de su país, sin perjuicio de la solidaridad en el seno de la OTAN, que no se puede abandonar alegremente –como pidieron algunos portavoces en el debate, y como a muchos nos gustaría– hasta que no exista una alternativa europea autónoma, sólida y suficiente que asegure la defensa colectiva.

Las acusaciones por parte del PP y de Podemos –que cada vez convergen más en su obsesión por desacreditar a Sánchez– de que el presidente español “firmó” el objetivo del 5%, y que por tanto estaría mintiendo a los españoles, no se sostienen desde el momento en que EEUU aceptó también la declaración final –muy genérica‐ y ya había dicho antes que ellos no tienen intención de llegar a ese porcentaje. Además, ese planteamiento ha sido desmentido por varios dirigentes europeos que han acusado de insolidaridad a nuestro país, y por el propio Trump que ha declarado literalmente que España “es el único país que no va a pagar todo, se va a quedar en el 2%, así que van a pagar a través del comercio”. Va a ser difícil que España pague a través del comercio ya que el comercio exterior español se gestiona a través de la UE, y cualquier sanción o arancel tiene necesariamente que afectar a toda la Unión por igual Pero, en todo caso, nótese que Trump nunca habla de invertir o gastar en defensa, sino de pagar. A veces el lenguaje delata a quien lo emplea. Pagar ¿a quién? Y sobre todo ¿por qué? ¿Se trata de pagar a EEUU, comprándole armas a cambio de protección, sujetos a represalias si no se paga, en la mejor tradición gangsteril de Chicago en los años 20 del siglo pasado? ¿A ese punto de descaro y falta del mínimo pudor político hemos llegado?

Pues sí, hemos llegado a una falta de pudor tal que el Consejo Europeo se ha negado, en su reunión del día 26 de junio, a tomar ninguna medida contra Israel a pesar de tener sobre la mesa un informe de la Comisión en el que se establece claramente la vulneración por parte del gobierno israelí de los derechos humanos y la legalidad internacional. Un informe que nunca hubiera visto la luz sin la insistencia de España y Bélgica para que se elaborara, y que deja bien claro que Israel incumple el artículo 2 del acuerdo preferencial de asociación que tiene con la Unión Europea, en el que se establece el respeto a los derechos humanos como un elemento “esencial” del acuerdo. ¿Qué más se necesita?

Apoyándose en este informe, Sánchez exigió la suspensión inmediata del acuerdo, pero no hubo la unanimidad necesaria. Hay varios estados miembros que por una mal entendida y peor aplicada responsabilidad histórica con los judíos, prefieren aceptar un genocidio similar al que se hizo con ellos antes que revisar su sentimiento de culpa para situarlo en dimensiones éticas y humanitarias que impidan que se repita. Y otros que simplemente no quieren meterse en líos con el gran valedor de Israel, el presidente Trump. La responsabilidad europea en consentir, cuando no apoyar con entusiasmo, los crímenes de guerra de Netanyahu, el asesinato de miles de mujeres y niños, la limpieza étnica en Gaza, el robo de terrenos y asesinatos en Cisjordania, no solo es una vergüenza que mancha la reputación que pudiera tener la UE en el mundo como modelo democrático, sino que envenena a la UE por dentro, destruyendo sus principios, sus fundamentos éticos, sin los cuales es solo una estructura comercial sin ningún futuro político. El día 15 se reúne de nuevo el Consejo Europeo y es de esperar que se tome alguna medida contundente, como la suspensión del acuerdo preferente. Si no es así, el presidente Sánchez debería decidirse por actuar unilateralmente, como han hecho otros en otros casos, y suspender completamente las relaciones políticas y comerciales con Israel, con la seguridad de que tendrá el apoyo de la mayoría de los españoles.

El tercer asunto que llevó Sánchez al Congreso, la Conferencia de Naciones Unidas sobre financiación al desarrollo que se celebró en Sevilla entre el 30 de junio y el 3 de julio, fue el que menos interés suscitó en el debate, tal vez porque era el menos político o en el que la polémica interesaba menos. Y no obstante es de enorme importancia, porque la ayuda al desarrollo se ha reducido en un tercio y está en su punto más bajo en las últimas décadas. Solo la supresión de USAID por parte de Trump puede causar 14 millones de muertes en el mundo. A ello se une una deuda descomunal que está asfixiando a los países menos desarrollados, y que es la forma actual de neocolonialismo de los países ricos con los pobres.

En Sevilla se adoptaron decisiones de gran importancia en cuanto a la reducción o renegociación de la deuda y en respecto al aumento de la ayuda al desarrollo, y se estableció un mecanismo permanente de seguimiento de las resoluciones adoptadas. Sánchez comprometió el tantas veces esperado 0,7% del PIB para este objetivo, en 2030. Si es que es presidente en esa fecha, claro, porque en el documento programático del reciente congreso del PP figura justo lo contrario, la disminución de lo que ahora se dedica. Como el rey de Washington se desvincula de este asunto, pasa olímpicamente de ayudar a nadie que no sean los suyos, muchos otros aprovechan para subirse al carro del egoísta “primero nosotros”, sin darse cuenta de que las desigualdades terminan por alcanzar, de una manera u otra, a todos.

Tal vez sea ya el momento de poner sobre la mesa una idea que puede parecer ahora utópica, incluso extravagante, pero no más que tantas otras que fueron consideradas así en el pasado y luego fueron progresivamente asimiladas e incluso hechas realidad. Se trata de considerar la ayuda al desarrollo como un gasto más de defensa, y por tanto contabilizarla en ese capítulo. Esa ayuda no solo incrementa la seguridad humana en los países a los que se dirige, sino que contribuye a la seguridad global, probablemente más que lo que se gasta en armamento, porque sociedades que tienen cubiertas sus necesidades esenciales, y no sufren tensiones sociales, son menos propensas a la violencia, a los enfrentamientos civiles o con sus vecinos, a incurrir en tráficos de personas, drogas o armas, o a que surjan células terroristas en su seno. Si se superaran las terribles desigualdades entre naciones y todas las sociedades humanas tuvieran un bienestar material, y un nivel cultural adecuado y similar a los demás, los enfrentamientos podrían ser cada vez menos frecuentes hasta desaparecer. La ayuda al desarrollo, con la entidad que tiene, no va a lograr eso por sí sola, pero sin duda puede contribuir a un mundo más estable, más justo, y por ende más pacífico.

En todo caso, lo que nos jugamos en la OTAN, en la UE y en NNUU es mucho más que la posición de España en la defensa de unos principios políticos, humanitarios y legales elementales, pero que en el contexto actual resultan casi heroicos, lo que honra a nuestro país y le sitúa en una senda ética y solidaria que muchos españoles – espero que la mayoría– llevamos en nuestro corazón. Es más incluso que un revulsivo para una Europa anquilosada, débil, desorientada, que no encuentra otro camino que acatar ciegamente las decisiones y deseos del sátrapa americano. Se trata de algo más importante: la resistencia de un sistema internacional basado en normas, en los derechos humanos y en la legalidad, frente al regreso de la ley de la selva donde el más fuerte tiene todos los derechos y ninguna responsabilidad.

Está creciendo un mundo despiadado, insolidario y cruel en el que no existe ningún límite al egoísmo ni al poder del que puede ejercerlo con absoluta impunidad. Un mundo en el que los derechos humanos no son para todos, sino que vuelven a depender del color de la piel, de la religión, del género, de la orientación sexual, o del lado en el que hayas nacido de una raya pintada en un mapa. Un mundo en el que un dirigente de una potencia hegemónica puede ordenar bombardear otro país por su única decisión, sin haber sufrido ninguna agresión por parte de él, solo por si acaso, vulnerando toda la legalidad internacional, para ser después elogiado hasta la adulación por muchos de sus aliados europeos por su acción, e incluso propuesto para el premio Nobel de la paz por el responsable de un genocidio que está exterminando al pueblo palestino, dejando morir a niños de hambre, ante la indiferencia de gobiernos y sociedades que se consideran democráticos. Un mundo en el que el futuro del planeta no importa nada ante la posibilidad de obtener beneficios pingües e inmediatos.

Es una regresión a un pasado siniestro que no podemos dejar volver. La elección no es solo entre armas o escuelas, es entre civilización o barbarie, como dijo el portavoz de los Comuns en el debate. Es el neoimperialismo que vuelve a imponerse a los que no osan plantarle cara, y les dice lo que tienen que gastar y en qué, lo que tienen que aplaudir y lo que tienen que condenar, con razón o sin ella. Es el neofascismo que intenta de nuevo marginar a los pobres, los desheredados, los diferentes, cuando no directamente eliminarlos, en favor de los privilegiados, los que comulgan con las buenas costumbres, los nuestros, los que acatan y sostienen el sistema que coloca a cada uno en su sitio, los que obedecen al poderoso.

Es de agradecer que el presidente Sánchez haya plantado cara a esa deriva insana y peligrosa, tanto en la OTAN, negándose a seguir las órdenes del jefe, como en la UE exigiendo el rechazo al genocidio israelí, y en NNUU promoviendo el aumento de la ayuda al desarrollo y el alivio de la deuda a los países más pobres. Todas las disfunciones en estos organismos, su deterioro democrático, tienen un solo origen: Donald Trump, aunque naturalmente él no está solo. Las opciones que sostiene el gobierno español son sociales, éticas y humanitarias, y colocan a nuestro país en el lado correcto de la historia. Se trata de una posición valiente y justa, digna de ser apoyada por todos, aunque a algunos nos parezca aún demasiado tímida. En todo caso, es una pequeña llama entre las cenizas que cubren cada vez más el mundo, porque España sola no tiene fuerza suficiente para cambiar el rumbo de lo que deciden los más poderosos. Pero tal vez esa pequeña llama pueda reanimar las brasas que aún arden, bajo las cenizas, en la mente y el corazón de millones de personas. Entonces el fuego iluminará el horizonte y devorará el lado oscuro. Hay que seguir resistiendo."                 ( José Enrique de Ayala, eldiario.es, 10/07/25)

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