"Cuando las cosas marchan con más o menos normalidad todos los relatos “cuelan” y cada uno se suma al que más le gusta. Pero cuando hay una verdadera crisis los relatos se ponen a prueba. Las crisis son “la prueba del algodón” de los relatos y la actual catástrofe de los incendios no es una excepción. Esta crisis una vez más desmonta el relato de la derecha:
- Demuestra que el cambio climático es una realidad insoslayable y que negarlo es suicida
- Demuestra el papel imprescindible del Estado. Ahora los más «libertari@s» piden desesperadamente la intervención del Estado, como lo hacen siempre ante las crisis.
- Desmonta el mito de que la gestión privada vía externalización es más eficiente. Los temas de interés público prioritario no pueden ser a la vez un negocio como se está viendo ahora.
Demuestra en definitiva la incapacidad congénita de la derecha para gestionar grandes o pequeñas crisis. El gobierno de coalición lleva ya gestionando bien varias crisis graves (isla La Palma, pandemia, guerra de Ucrania y sus consecuencias…) mientras la derecha ha sido un desastre en las que le ha tocado gestionar (Prestige, crisis financiera, Dana, Incendios, por citar algunas).
Pero esto no es algo aislado ni propia de nuestra derecha patria. A Trump le iba relativamente bien en su primer mandato: su índice de aceptación se mantenía alto, la economía marchaba bastante bien, con bajas tasa de paro, Wall Street, su índice de aceptación alto… hasta que llegó la COVID, y ahí quedó al desnudo su incompetencia, hasta niveles ridículos. Primero negando la pandemia, luego proponiendo beber lejía, luego cogiendo el virus él mismo para terminar tomando medidas contrarias a su relato y… perdiendo las elecciones que antes las tenía ganadas según todas las encuestas. Lo mismo le pasó a Bolsonaro.
Y antes fue el caso de George Bush. Frente al atentado de las Torres Gemelas, su reacción fue un desastre total tanto con la invasión de Irak (origen de buena parte de los problemas que tenemos ahora: terrorismo, crisis migratoria, inestabilidad de toda la zona a cambio de nada), como la de Afganistán donde terminaron venciendo los talibanes y los americanos tuvieron que salir con el rabo entre las piernas (¡qué diferencia con la sensatez con que se gestionó aquí el atentado del 11M! salvo por algunos energúmenos, como no, de la derecha). Luego fue el Katrina, cuya gestión no pudo ser más desastrosa, abonando el camino para el triunfo de Obama en las siguientes elecciones. Y fue su política económica de desregulaciones (sin quitar responsabilidad a Clinton, versión USA de la “Tercera Vía”) la causa del crack financiero del 2007-2008 al que otra vez se enfrentó mal hasta que con Obama se empezaron a tomar medidas razonables.
Y lo mismo podemos decir de la derecha europea (aquí también con el seguidismo de las “terceras vías” de los partidos socialistas) frente a la crisis financiera del 2008, cuando se tomaron las medidas exactamente opuestas a lo que correspondía (como denunció desde el principio Economistas frente a la Crisis EFC), causando un innecesario sufrimiento a la población y retrasando la recuperación que solo vino cuando se tomaron las medidas lógicas y bien conocidas ante este tipo de crisis.
Y, ya puestos, recordemos el crack del 29 en el que la derecha americana e inglesa en el poder tomaron las medidas más inapropiadas posibles, llevando al mundo occidental a una depresión sin precedentes, de la que nuevamente se salió con políticas progresistas.
El crack del 29 desprestigió por mucho tiempo la teoría económica neoclásica, pero a partir de los 80 volvió a ponerse de moda con el “neoliberalismo” y ya lleva en su haber varios fracasos culminados con la gran recesión del 2008. Pero la memoria es débil, por eso es importante ante cada crisis poner en evidencia la falacia de las ideas en que se apoyan en esa doctrina económica: desregulación, mitificación del mercado, “achicamiento” del estado, rechazo a las políticas sociales, privatización de los servicios públicos, disminución de impuestos a las rentas más altas y desprecio por su papel redistributivo… En definitiva, rechazo a todo lo que supone restricciones al afán ilimitado de acumular riquezas de unos pocos. Como negar el gravísimo problema del cambio climático y rechazar las restricciones y acciones necesarias para evitar que acabe con la vida en el planeta. Algo que no puede resolver “el mercado” sino una acción decidida y costosa de un Estado fuerte.
Es importante plantear este debate ahora porque seguirá habiendo crisis y ya hay voces autorizadas, como la del Premio Novel y execonomista jefe del FMI Simon Johnson, que advierte que con el auge exponencial de las criptomonedas se está creando un sistema financiero paralelo totalmente desregulado que, vía las “stablecoins”, se está conectando con el sistema financiero regulado, lo que puede terminar en un crack que deje pequeños los anteriores cuando estalle la burbuja[i].
Luchemos porque la próxima crisis no se gestione desde los mitos neoliberales como sucedió en 2008 sino con los criterios más razonables con los que se gestionó la crisis del COVID.
[i] 1 “Las leyes Genius y Clarity [leyes que está aprobando el Congreso de EEUU sobre criptomonedas y stablecoins] han sido diseñadas para impedir una regulación razonable. Lo más probable es que el resultado sea un ciclo de auge y caída de proporciones épicas.” Simon Johnson “Llegan las crisis de las criptomonedas” LA VANGUARDIA 06/08/2025"
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