El problema es la política corrupta y la pérdida de moral cívica de EE UU. Un partido político, los republicanos, apuesta a poco más que a reducir los impuestos, objetivo que pone por encima de cualquier otro. Los demócratas tienen una gama algo más amplia de intereses, como el apoyo a la atención de la salud, la educación, la formación y las infraestructuras.
Pero, al igual que los republicanos, también están interesados en regalar con profusión recortes de impuestos a sus grandes contribuyentes de campaña, entre los que predominan los estadounidenses ricos.
El resultado es una paradoja peligrosa. El déficit presupuestario de EE UU es enorme e insostenible. Los pobres se ven exprimidos por los recortes en los programas sociales y un mercado laboral débil. Uno de cada ocho estadounidenses depende de cupones de alimentos para comer.
Sin embargo, a pesar de estas circunstancias, un partido político quiere acabar con los ingresos fiscales por completo y el otro se ve arrastrado fácilmente, contra sus mejores instintos, en aras de mantener contentos a sus contribuyentes ricos.
Este frenesí de recortes de impuestos viene, increíblemente, después de tres décadas de un régimen fiscal de élite en EE UU que ha favorecido a los ricos y poderosos. (...)El verdadero juego del Partido Republicano es tratar de fijar en su lugar esa ventaja de ingresos y riquezas. Temen, correctamente, que tarde o temprano todo el mundo comience a exigir que el déficit presupuestario se cierre, en parte, elevando los impuestos a los ricos.
Después de todo, los ricos viven mejor que nunca, mientras que el resto de la sociedad estadounidense está sufriendo. Tiene sentido aplicarles más impuestos.
Los republicanos se proponen evitar esto por cualquier medio. (...)Predigo que, con la espalda contra la pared, los estadounidenses pobres y de clase trabajadora comenzarán a manifestarse por justicia social.Esto puede llevar un tiempo. El nivel de corrupción política en EE UU es asombroso. Ahora todo gira en torno al dinero para las campañas electorales, que han llegado a ser increíblemente costosas. (...)
Ya se habla de que Obama va a recaudar 1.000 millones o más para su campaña de reelección. Esta suma no vendrá de los pobres.
El problema para los ricos es que, aparte de los gastos militares, no hay espacio para recortar el presupuesto más que en áreas de apoyo básico para la clase pobre y trabajadora. ¿En EE UU realmente se van a recortar los beneficios de salud y las jubilaciones?
¿De verdad va a equilibrar el presupuesto reduciendo el gasto en educación en momentos en que los estudiantes de EE UU ya están siendo superados por sus contrapartes de Asia? ¿Realmente va EE UU a permitir que su infraestructura pública siga deteriorándose? Los ricos van a tratar de impulsar ese programa, pero al final fracasarán." (El País, Negocios, 23/01/2011, p. 5)
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