"Alemania es, de hecho, estructuralmente dependiente del des-ahorro de
los demás para poder simplemente crecer. Los déficits por cuenta
corriente en otras partes de la zona euro resultan de todo punto
necesarios para el creamiento alemán.
Es el colmo de la hipocresía que
los alemanes protesten contra el exceso de gasto de los países
meridionales, cuando es ese exceso de gasto lo único que ha permitido a
la economía alemana crecer.
Resulta asimismo necio que los alemanes
aboguen por una dura austeridad para los países meridionales e
interfieran en su potencial de gasto, sin caer siquiera en la cuenta de
que eso va a terminar reverberando en la propia Alemania.
Merkel juega un póquer de alto riesgo
Huelga
decir que la Canciller Merkel no tiene por qué tener cabal consciencia
de todo eso. Acaba de decir que las acusaciones, según las cuales
Alemania busca dominar Europa, le parecen “extravagantes”.
Pero para
cualquier espectador objetivo es claro que el quid pro quo político de
una mayor implicación del BCE en la resolución de la crisis de la
solvencia nacional europea es el control alemán del comportamiento
fiscal de países como Grecia, Italia, etc.
Mario Draghi es italiano,
pero la cabeza del BCE está jugando un juego alemán del gallina [1]:
está adoptando exactamente la estrategia que el director político de
Angela Merkel, Klaus Schüler, diseñó hace ya algunas semanas: sacarles a
los debilitados países del “Club Mediterráneo” compromisos para la
unión fiscal, a cambio de convertir al BCE en un prestamista de último
recurso.
De modo que, mientras muchos alemanes podrían creer que desean
una zona euro más pequeña y más cohesionada, sin los países manirrotos,
lo cierto es que las elites políticas reconocen que unos “Estados Unidos
de Alemania”, so color de unos Estados Unidos de Europa, se aprestan
realmente a realizar sus aspiraciones de dominar política y
económicamente a Europa.
Esa es la razón por la cual estamos viendo los
borradores de un acuerdo, conforme al cual un BCE más implicado es el
quid pro quo para un mayor control alemán de la política fiscal en toda
la Eurozona. Es el equivalente a la regla aúrea: “Quien paga, manda”.
Es
una jugada de póquer de alto riesgo: un farol que terminará llevando a
más derramamiento de sangre, según ha observado muy pertinentemente mi
amigo Warren Mosler en un artículo reciente:
“No hay plan B. Se
limitan a subir impuestos y recortar gastos, aun cuando esas políticas
generan mayores déficits, no menores. De modo que, mientras se encara el
problema de la solvencia y la financiación, el alivio no perdura en la
medida en que la financiación sigue condicionada a la austeridad en
curso y al crecimiento negativo.
Y la austeridad no tiene visos de
perseverar, sino de intensificarse, aun cuando la Eurozona ya se ha
deslizado hacia la recesión.
De lo que puede observarse, se colige, así
pues, que resulta imposible que el BCE pueda financiar y, al mismo
tiempo, gobernar los elevados déficits necesarios para una recuperación.
En tal caso, en la única cosa que puede desembocar la austeridad es en
sangre en las calles, y en cantidad suficiente para disparar el caos y
un cambio en la manera de gobernar” (las cursivas son mías, M.A.)." (Rebelión, 09/12/2011, 'Una guía para orientarse en el laberinto económico de la actual crisis del euro' ,Marshall Auerback,New Economic Perspectives)
Artículo 129 de la Constitución española: Los poderes públicos... establecerán los medios que faciliten el acceso de los trabajadores a la propiedad de los medios de producción - Implantar la democracia económica en España es constitucional
13.12.11
La estrategia que el director político de Angela Merkel, Klaus Schüler, diseñó: sacarles a los debilitados países del “Club Mediterráneo” compromisos para la unión fiscal, a cambio de convertir al BCE en un prestamista de último recurso
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario