"(...) El Banco Santander a través de su filial la financiera Unión de
Créditos Inmobiliarios (UCI) captó a miles de familias a través de
inmobiliarias y promotores que a pie de obra les ofrecían un subproducto
de hipoteca que el banco de Emilio Botín no se atrevía a
comercializar en sus oficinas por la toxicidad del producto ya que ni
tan siquiera se le puede calificar de sucedáneo.
Las oficinas del
Santander solo sirven para que los hipotecados abran una cuenta donde
depositar las cuotas mensuales ya que UCI no está autorizada a recibir
depósitos de su clientela. Pregunta: ¿Si la financiera no tiene
depósitos de sus clientes, de donde salen los miles de millones de euros
que lleva prestados en hipotecas? Respuesta: del mercado
financiero.
La financiera UCI esta autorizada por el Banco de España
para que titularice los préstamos hipotecarios que ha otorgado, los
“empaqueta” y emite series de cédulas hipotecarias, de ahí sale el
dinero: de un carrusel de cédulas que son bendecidas por una sociedad de rating, que cobra del emisor, que las califica como “buenas, bonitas y baratas” a pesar que son cédulas basura.
La operación se repite una y otra vez. Consecuentemente, si las hipotecas son basura las cédulas hipotecarias que se camuflan en el mercado financiero también lo son.
En los EE.UU. este tipo de préstamos con garantía hipotecaria fueron conocidos como “hipotecas subprime”
que en el momento álgido de expansión de crédito se le concedía al
primero que pasara por la calle sin tener en cuenta los requisitos
básicos de una elemental solvencia.
Los bancos que otorgaban este tipo de hipotecas las dirigieron a los clientes con menos garantía de devolver lo prestado, se centraron en emigrantes, empleados con una nomina a precario y dejaron a un lado el requisito antes exigido de que los ingresos destinados al pago de la hipoteca no excediera del 33%
por lo que alargaron los años de vigencia. Para tratar de cubrir estas
deficiencias les zumbaron un tipo de interés elevado y los cargaron de
condiciones dinerarias imposibles de cumplir.
La ganancia para las entidades financieras que se lanzaron a “fabricar hipotecas basura” estaba en su propia expansión,
el hipotecado sería un cliente atrapado al que se le colocaría,
forzando las condiciones, un seguro de vida y de hogar vinculado a la
hipoteca con la obligatoriedad de domiciliar la nomina.
La razón suprema, para los bancos, estaba en el propio sistema de la titulación al
“empaquetar” las hipotecas en series que contuviera una variedad entre
buenas, regulares y malas respecto a su solvencia, pero en subproductos
como la UCI la mayoría, por no decir la totalidad, llevan el marchamo de
malas al carecer el deudor de solvencia.
Solo faltó la llegada de la
crisis para que el castillo de naipes se viniera a bajo. La cadena de
hipotecas se rompió por el eslabón más débil y con peores condiciones
contractuales. La “fabricación de hipotecas basura” se sustentaba en
que rápidamente se iban a vender el en mercado financiero y poco
importaba si el producto estaba contaminado por la carencia de solvencia
del deudor.
El mercado internacional se ha infectado de deuda (de la
peor calidad) que se vende y revende y es causa del derrumbe de los
principios básicos de la emisión de dinero. (...)" (Ataque al poder, 06/11/2013)
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