"(...) Estados
Unidos fue el epicentro de la crisis financiera mundial y la recesión
en 2008. Pero los hacedores de política de este país respondieron a la
recesión con políticas diferentes de las de Europa. La más importante
fue la política monetaria. La Reserva Federal bajó las tasas de interés
de corto plazo a alrededor de cero en 2008 y las ha mantenido allí desde
entonces.
La Fed también mostró su intención de mantener estas tasas de
interés por un largo tiempo y, aventurándose en territorios sin
explorar, se involucró en tres rounds de “relajamiento monetario”
(quantitative easing) de más de 2 billones de emisión de dinero. Esto le
posibilitó al organismo estimular la recuperación a través de una baja
en la tasa de interés de largo plazo, incluyendo la crucial tasa de
hipotecas, la cual ayudó a la recuperación del mercado inmobiliario.
Luego de algunos estímulos en ambas áreas, los gobiernos de la Eurozona
se involucraron en un ajuste presupuestario más temprano y mayor que el
de los Estados Unidos, y el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha
mostrado una clara relación entre el ajuste fiscal y el reducido
crecimiento del Producto Bruto Interno.
Ahora la pregunta es por qué nuestras hermanas y hermanos europeos han
sido tan desafortunados de estar sometidos a unas políticas económicas
mucho más brutales que las que experimentó Estados Unidos.
Hay algunas
razones simples, pero fundamentales. Lo más importante es la
responsabilidad o, mejor dicho, la falta de responsabilidad de las
instituciones que toman las decisiones.
En Europa está la llamada “troika”, integrada por el Banco Central
Europeo, la Comisión Europea y –reclutado más recientemente– el FMI.
Estas instituciones no responden tan directamente a los ciudadanos de la
Eurozona, especialmente a los de aquellos países más victimizados
(España, Grecia, Portugal, Irlanda e Italia), como lo hacen la Reserva
Federal, el Congreso y el Poder Ejecutivo ante los ciudadanos
estadounidenses.
Mucho de esto les debe sonar familiar a los argentinos
que atravesaron la recesión de 1998-2002 y donde el gobierno tuvo que
amenazar con defoltear al FMI para poder retornar a políticas económicas
tendientes al crecimiento.
Aun peor, las autoridades europeas han impulsado una agenda política que
involucra aprovechar la crisis para promover ciertas “reformas” que los
ciudadanos de los países afectados nunca votarían.
Esta no es una
teoría conspirativa: en el paper “Consejo de Política Macroeconómica y
consultas del artículo IV: El caso de la Unión Europea”, una revisión de
67 reportes del FMI sobre 27 países de la Unión Europea desde 2008 a
2011, mostré un diseño consistente: reducir el tamaño del gobierno,
reducir el poder de negociación de la fuerza laboral, cortar gastos de
pensiones y salud e incrementar la oferta de mano de obra. (...)
En julio de 2012, el presidente del Banco Central Europeo, Mario
Draghi, dijo estas famosas palabras: “Lo que sea necesario”. Las cuales
fueron respaldadas unas semanas más tarde por el nuevo programa
“Outright Monetary Transactions”, que puso fin a la amenaza de un
colapso financiero.
Hasta entonces, las autoridades europeas vieron a la crisis como una
oportunidad para implementar sus “reformas”. Como el FMI lo pone en el
“Reporte 2009”, “la experiencia histórica indica que la consolidación
fiscal exitosa fue generalmente lanzada en el medio de problemas
económicos o en las primeras etapas de la recuperación”. (...)" (Mark Weisbrot, The Guardian, en Jaque al neoliberalismo, 21/01/2014)
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