Han sido cuatro años de sobresaltos, de dolor, frustración e impotencia frente a la barbarie. Sé que 'Trump' suena como algo abstracto para muchos, pero sus políticas perversas han calado en la cotidianeidad con consecuencias insoportables. Cuando fue elegido, yo era voluntaria
en una ONG con niños inmigrantes. Vi cómo escupían a los carteles electorales (con 7-8 años), ocultaban la identidad de sus padres (indocumentados) y me rogaban que no viajase a España porque "no te dejarán volver a entrar", tan asumido tenían el miedo. En la universidad,
cada restricción migratoria me ha supuesto miles de horas de trabajo (enmendar los programas para que nadie fuese deportado) y he visto a mis estudiantes chinos, musulmanes, latinos, negros... sufrir un racismo brutal y venir a pedir ayuda, consuelo, a pesar de que mi poder es
limitado. Hemos pasado miedo, visto nuestras ciudades completamente militarizadas. En mi barrio, un grupo de supremacistas blancos se dedicó a amenazar a la gente con palos de béisbol. He temido por la seguridad de mi pareja cuando iba a votar, a pesar de que lo animaba a ello.
La crisis económica ha golpeado a muchos de los míos: en el paro, con contratos firmados pero sin poder entrar al país, sin techo de repente, sin seguro médico. La pandemia -de cuya gestión es responsable- no me ha matado a nadie cercano, pero sí a familiares de gente q aprecio.
La tragedia ha sido diaria, por una razón o por otra, desde ver a seres queridos destrozados hasta la fragmentación en mi familia política (trumpistas) y mi propia salud mental. Ha roto la convivencia. No era una broma el fascismo y espero que haya quedado claro. No les votéis.
No les deis coba en los medios. No alimentéis sus mentiras, sus ansias de confrontación. Un día crees que vives en una democracia -con todas sus desigualdades estructurales- y al día siguiente te levantas en el peor de los regímenes totalitarios. El horror no tiene nombre.
2:11 p. m. · 20 ene. 2021
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Valeria Canelas @vale_neko
En respuesta a @Zahr_Bloom
Cuando ganó las elecciones, yo iba a una centro q ayudaba a familias latinas, recuerdo q los niños nos decían q sus compañeros d clase les decían q ahora sí iban a deportar a sus padres. Tenían 7-11 años y el discurso ya estaba ahí, implantado. Ojalá ese odio vaya perdiendo lugar
Azahara Palomeque @Zahr_Bloom
Ojalá, Valeria. Fue una de las cosas que más me impactó, ver cómo los niños tenían completamente internalizado ese odio externo, y el miedo. Luego di clases de inglés a refugiados adultos y lo disimulaban muy bien, pero los niños son transparentes.
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