1.2.22

Es cierto que el proceso inmediato de reproducción del capital, la unidad de su proceso de producción y de su proceso de circulación, se ha "globalizado": Esto se manifiesta en la "globalización" de la circulación de mercancías y capitales, así como en la "globalización" de las "cadenas de valor"... Pero no es así, o lo es a un nivel muy inferior, en lo que tiene que ver con la producción y reproducción de todas las condiciones sociales generales del proceso inmediato de reproducción del capital, del que los Estados siguen siendo los que dictan las normas e incluso, en gran medida, los principales ejecutores. Por ejemplo, a través del aparato familiar (la familia nuclear, su división desigual del trabajo entre los sexos y su tutela estatal), el aparato escolar, el aparato sanitario, el aparato policial y judicial, etc., la reproducción de la fuerza de trabajo social (la que, como hemos visto es indispensable para la valorización del capital) sigue siendo una competencia de los Estados-nación...

 "(...) Pero esta pandemia reveló mucho más profundamente ciertos límites, fracturas y, en última instancia, contradicciones dentro de esta "globalización" que, ayer, algunos periodistas anunciaban como feliz y luminosa. Tanto es así que, bajo el régimen del capital, el planeta no tiene nada en común con una comunidad aldeana unificada y pacífica.

Cuando los Estados se comportan como traperos

Para empezar, y contrariamente a lo que la vulgata neoliberal, reforzada por numerosos estudios académicos, viene sugiriendo desde hace décadas, la "globalización" no convirtió en absoluto a los Estados en algo obsoleto e inútil, ni siquiera en su forma y dimensión nacional (los Estados-nación). 

Es cierto que el proceso inmediato de reproducción del capital, la unidad de su proceso de producción y de su proceso de circulación, se ha "globalizado": Esto se manifiesta en la "globalización" de la circulación de mercancías y capitales, así como en la "globalización" de las "cadenas de valor" (la segmentación de los procesos de producción entre lugares dispersos, en este caso situados en diferentes Estados, que recurren a fuerzas de trabajo desigualmente calificadas y productivas y desigualmente remuneradas), dando así una dimensión planetaria a la "fábrica fluida, flexible, difusa y nómada" auspiciada por las empresas transnacionales.

Pero no es así, o lo es a un nivel muy inferior, en lo que tiene que ver con la producción y reproducción de todas las condiciones sociales generales del proceso inmediato de reproducción del capital, del que los Estados siguen siendo los que dictan las normas e incluso, en gran medida, los principales ejecutores. Por ejemplo, a través del aparato familiar (la familia nuclear, su división desigual del trabajo entre los sexos y su tutela estatal), el aparato escolar, el aparato sanitario, el aparato policial y judicial, etc., la reproducción de la fuerza de trabajo social (la que, como hemos visto es indispensable para la valorización del capital) sigue siendo una competencia de los Estados-nación, tanto en sus instancias centrales como en las descentralizadas (regiones, metrópolis, municipios, etc.). Esto es lo que justifica que no se deba hablar de "globalización" sino, más precisamente, de transnacionalización del capitalismo.

Esta arquitectura de la reproducción del capital, que parece funcional y que lo es en el transcurso ordinario de la reproducción, manifiesta, en las condiciones actuales, la contradicción potencial sobre la que se basa: la que existe entre un espacio de reproducción inmediata del capital a escala planetaria mientras que los aparatos que aseguran la (re)producción de sus condiciones sociales generales siguen dimensionados y regulados a escala nacional. Si un virus aparecido en el centro de China fue capaz de provocar una pandemia planetaria en pocas semanas, se debe obviamente a la extensión e intensificación de la circulación de mercancías y personas, inherente a la "globalización" del proceso de reproducción inmediata del capital. 

 Pero, al mismo tiempo, se supone que este fenómeno patológico global debe ser frenado por los Estados-nación que actúan de forma dispersa y cada uno por su propia cuenta, erigiendo como prioritaria la defensa de la salud de sus respectivas poblaciones. Esto lleva a la transformación de un mundo que hasta ayer estaba abierto a los cuatro vientos de la "globalización" (siempre que no se trate de acoger a un "migrante económico", un solicitante de asilo o un "refugiado climático") en un mosaico de Estados que se cierran unos a otros, levantando de nuevo barreras en sus fronteras y reafirmando, a veces con manu militari, el principio de su soberanía territorial.

 En estas condiciones, los sistemas nacionales de salud no sólo se vieron privados de cooperar entre sí, sino que la Organización Mundial de la Salud (OMS) se limitó a emitir en repetidas ocasiones alertas y recomendaciones de prácticas correctas. Los Estados entraron rápidamente en competencia cuando todos se dirigieron al mismo tiempo a las únicas industrias capaces de suministrarles medicamentos y material sanitario para luchar contra el Covid-19. Así, al principio de la pandemia, los Estados miembros de la muy civilizada Unión Europea se disputaron lotes de mascarillas como vulgares ropavejeros. 

Su competencia era tanto más aguda y feroz cuanto que, además, la "globalización" del capital había intervenido también dentro de estas industrias, llevando a su deslocalización y concentración en ciertos "Estados emergentes" (China e India, en particular), por lo que muchos Estados centrales (incluso en Europa) se vieron privados de todos los recursos de este tipo en su propio territorio. Entonces se dieron de cómo este proceso - fomentado también por las políticas neoliberales de restricción presupuestaria- los había hecho dependientes y había precarizado también la seguridad sanitaria de sus poblaciones.  (...)"                 

(Alain Bihr  , Sociólogo, especialista del movimiento obrero y socialista, miembro del laboratorio de sociología y antropología de la Universidad del Franco Condado, Sin Permiso, 30/12/21)

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