16.6.23

La recesión alemana no es una recesión económica normal y corriente... Alemania, al igual que otros países europeos, se perdió la revolución digital... La economía alemana es una bestia de la era analógica. Sus principales industrias son los automóviles de combustión, la ingeniería mecánica y los productos químicos. El país cuenta con excelentes científicos e ingenieros, pero por desgracia, están excesivamente especializados en tecnologías predigitales y no se les da bien convertir la innovación científica en éxito comercial...La excesiva dependencia alemana de la producción industrial puso al país en manos de los vínculos con China y Rusia para las cadenas mundiales de suministro. Formaba parte de una estrategia de profunda integración de las cadenas de suministro en todo el continente euroasiático, con Alemania como eje de la red. La estrategia se vino abajo con la pandemia y la invasión rusa de Ucrania... Esta es la depresión estructural de Alemania

 "(...) Alemania ha caído en lo que los economistas denominan recesión técnica, tras dos trimestres consecutivos de caída del crecimiento económico. Pero esta no es la verdadera definición de recesión. La Oficina Nacional de Investigación Económica de Estados Unidos la describe como “un descenso significativo de la actividad económica que se extiende por toda la economía y dura más de unos meses”. Aquí es donde la cosa se vuelve anómala. 

Sin duda, esta caída del producto interior bruto ha durado más de unos cuantos meses. El consumo interno ha disminuido. Pero la desaceleración no se ha extendido uniformemente por toda la economía. El desempleo se sitúa en el 5,5%, uno de los niveles más bajos que se recuerdan. Lo más relevante del empleo en Alemania son la escasez de trabajadores y las subidas salariales. Conozco restaurantes que han cerrado porque no encontraban personal. Esto no es lo que ocurre durante una recesión normal.

El paralelismo más cercano a lo que está ocurriendo en Alemania en estos momentos es lo que sucedió en el Reino Unido en la década de 1970, un periodo caracterizado por la estanflación (inflación alta y crecimiento bajo) combinada con un desempleo relativamente bajo. Según la Oficina Nacional de Estadística británica, la tasa de desempleo del Reino Unido en esa década fluctuó entre el 3,7% y el 5,6%. La década de 1970 y principios de la de 1980 estuvieron marcadas por dos recesiones graves. La primera de ellas, desde 1973 hasta 1975, fue provocada por la crisis de los precios del petróleo. La segunda, desde 1980 hasta 1981, por las políticas económicas del Gobierno de Margaret Thatcher.

 Pero lo verdaderamente reseñable de esos años en el Reino Unido no fueron los ciclos, sino las estructuras. En mi opinión, lo que explica de manera más convincente lo que ocurrió en aquella época en muchos países es la teoría de las depresiones estructurales, un superciclo largo de declive, que planteaba el premio Nobel de Economía estadounidense Edmund Phelps en un libro de 1994. Su análisis difiere de la perspectiva ortodoxa estándar, según la cual la economía fluctúa en torno a una tendencia fija. Pero eso no fue lo que ocurrió en la década de 1970. En aquella época se produjeron muchas sacudidas: el fin del sistema de tipos de cambio semifijos de Bretton-Woods que había proporcionado estabilidad macroeconómica en todo el mundo después de la guerra; las crisis consecutivas de los precios del petróleo; y en el Reino Unido, un fuerte aumento de las huelgas promovidas por los sindicatos. Todo ello desbancó al ciclo.

 Para la Alemania moderna, las grandes crisis estructurales actuales son de carácter geopolítico y tecnológico. La economía alemana es una bestia de la era analógica. Sus principales industrias son los automóviles de combustión, la ingeniería mecánica y los productos químicos. El país cuenta con excelentes científicos e ingenieros, pero por desgracia, están excesivamente especializados en tecnologías predigitales y no se les da bien convertir la innovación científica en éxito comercial. Alemania, al igual que otros países europeos, se perdió la revolución digital. Lo que mejor refleja el aislamiento del país respecto a todo lo digital es el comentario que hizo Angela Merkel en 2013, cuando calificó internet de “territorio inexplorado”. Me pregunto qué tendrá que decir sobre la inteligencia artificial.

La excesiva dependencia alemana de la producción industrial puso al país en manos de los vínculos con China y Rusia para las cadenas mundiales de suministro. Formaba parte de una estrategia de profunda integración de las cadenas de suministro en todo el continente euroasiático, con Alemania como eje de la red. La estrategia se vino abajo con la pandemia y la invasión rusa de Ucrania.

 Esta es la depresión estructural de Alemania. Lógicamente, el ciclo económico acabará repuntando. Las recesiones se acaban. En 1978, el crecimiento económico del Reino Unido había vuelto al 4%. Pero esas cifras generales no nos dicen lo que ocurrió realmente.

El Reino Unido salió de la recesión estructural mediante un completo relanzamiento de la economía durante la década siguiente. Ahí es donde veo la mayor diferencia con la Alemania moderna. Olaf Scholz, el canciller alemán, habló de un “cambio de era” en un discurso ahora famoso del año pasado. La gran idea de su Gobierno es la transición ecológica. Pero no quieren reducir su excesiva dependencia de la industria manufacturera, solo hacerla más ecológica. Las vulnerabilidades de la cadena de suministro persistirán.

La industria automovilística alemana sigue siendo relativamente rentable. Pero no lo será durante mucho más tiempo. Los coches de combustión se eliminarán progresivamente a partir de 2035. El gran negocio de la próxima generación de coches eléctricos está en las baterías y el software, áreas en las que no destacan los fabricantes europeos y alemanes.

En teoría, la UE tiene capacidad para igualar a Estados Unidos y China en gasto en investigación. Horizonte Europa, el programa de ciencia e investigación de la UE, se cita a menudo como un éxito de la política comunitaria. No estoy de acuerdo. La realidad es que Europa ha ido perdiendo la ventaja científica y tecnológica que tuvo en otro tiempo.

 La razón principal es que los gobiernos de la UE no están tan centrados en la tecnología como los de Estados Unidos y China. Mientras que Joe Biden se interesa personalmente por la fusión nuclear, los líderes luditas europeos prefieren la regulación. Si uno no invierte en tecnología, tiende a considerarla una amenaza. Así es como la UE acabó teniendo la normativa de protección de datos más restrictiva del mundo.

Salir de un bache estructural es difícil. Requeriría un reinicio político de escala similar al que vivió la propia Alemania tras la II Guerra Mundial y hacer lo que hicieron el Reino Unido y Estados Unidos a principios de la década de 1980. Aún no hay indicios de que esto vaya a ocurrir. No digo que no vaya a suceder en algún momento en el futuro, pero ahora mismo ni siquiera hay un apoyo político para el cambio.

Por tanto, el trofeo de enfermo de Europa seguirá a salvo en Berlín en un futuro previsible."               (Wolfgang Münchau, El País, 12/06/23)

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