18.10.25

A medida que las medidas enérgicas del presidente Donald Trump contra la migración han comenzado a dirigirse contra más migrantes menores de edad, las escuelas de Nueva York se han convertido en un silencioso foco de resistencia... consternadas por lo que describieron como intimidación hacia los niños por parte del gobierno federal, han creado una red informal de aliados y refugios para acoger a los estudiantes de la ciudad, y en algunos casos les han ofrecido alojamiento o los han escoltado de ida y vuelta a la escuela para que sus padres eviten interacciones con las fuerzas del orden... Dado que sus esfuerzos corren el riesgo de llamar la atención de los funcionarios del gobierno, que a veces han tomado represalias contra quienes obstaculizan sus restricciones, muchos defensores y educadores han actuado en secreto... Turcios, de 23 años y recién graduado en el instituto de Rhinebeck, montó un negocio de jardinería, y fue detenido tras cortar el jardín de la residente Jenny Friedberg, quien dio la voz de alarma para que sus amigos entraran en acción. En pocos días, una colecta de fondos había reunido más de 100.000 dólares, incluidos donativos del actor Paul Rudd y del cineasta Andrew Jarecki. Poco después, un autobús fletado y una caravana de simpatizantes viajaron más de dos horas hasta Manhattan con la esperanza de que un juez impidiera el traslado de Turcios fuera de la ciudad y a un bastión republicano donde era más probable que lo deportaran. Desde entonces, Turcios ha sido trasladado a varios centros de detención del ICE, incluidos dos de Luisiana... Muchas escuelas han elaborado directrices para los niños y los padres durante la recogida y la entrega, así como para que los directores compartan las noticias sobre avistamientos del ICE. Entre clase y clase, los migrantes en edad escolar intercambian entre sí información sobre organizaciones comunitarias que pueden ayudarles a permanecer en Nueva York (Ana Ley, The New York Times)

 "Había poca esperanza para Joel Camas, de 16 años, el invierno pasado. Su madre se había gastado 11.000 dólares —casi todo su dinero— en abogados, pero madre e hijo seguían camino a la deportación de vuelta a Ecuador, y la vida de Joel en Nueva York parecía desmoronarse.

En el Bronx, su instituto fue un salvavidas. En medio de un aluvión de detenciones de migrantes, los maestros le ofrecieron consuelo y le ayudaron a planificar el futuro que soñaba como mecánico de automóviles o soldado del ejército. En su tiempo libre, le gustaba quedar con sus compañeros para jugar futbol y comer pizza de pepperoni.

Y, lo que es más importante, los miembros del personal de la escuela y sus amigos trabajaron con un abogado gratuito para intentar convencer a los funcionarios de migración que le permitieran a Joel, que está indocumentado, quedarse en Estados Unidos.

A medida que las medidas enérgicas del presidente Donald Trump contra la migración han comenzado a dirigirse contra más migrantes menores de edad, las escuelas de Nueva York se han convertido en un silencioso foco de resistencia, en el que maestros, compañeros de clase y vecinos se han unido en su defensa. Al menos cinco estudiantes migrantes han sido detenidos o deportados desde enero en la ciudad de Nueva York.

En entrevistas, más de una docena de personas relacionadas con migrantes en edad escolar dijeron estar consternadas por lo que describieron como intimidación hacia los niños por parte del gobierno federal. Han creado una red informal de aliados y refugios para acoger a los estudiantes de la ciudad, y en algunos casos les han ofrecido alojamiento o los han escoltado de ida y vuelta a la escuela para que sus padres eviten interacciones con las fuerzas del orden. No se ha informado de ningún caso de agentes federales que hayan detenido a niños en la escuela, ni en Nueva York ni en ningún otro lugar.

Dado que sus esfuerzos corren el riesgo de llamar la atención de los funcionarios del gobierno, que a veces han tomado represalias contra quienes obstaculizan sus restricciones, muchos defensores y educadores han actuado en secreto.

“Eso es lo que mejor se les da a los neoyorquinos: ser capaces de unirse en una crisis”, dijo Norma Vega, directora de la Ellis Preparatory Academy, cuyo alumno Dylan Lopez Contreras fue detenido por funcionarios de migración a principios de año. Y añadió: “Hay mucho más bien que mal”.

Lopez Contreras, de 20 años, fue el primer estudiante de una escuela pública de la ciudad detenido durante el segundo mandato de Trump. Vega dijo que las muestras de apoyo de la ciudad hacia él y otros jóvenes migrantes le recordaban la amabilidad que los desconocidos mostraron hacia su madre tras sobrevivir a los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001.

En el caso de otro estudiante —Mamadou Mouctar Diallo, de 20 años, que asistía al Instituto Brooklyn Frontiers—, los maestros hicieron una concentración en la escalinata de la sede del Departamento de Educación de la ciudad después de que fuera detenido en agosto por agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas durante una comparecencia judicial rutinaria en el 26 de Federal Plaza, en el Bajo Manhattan. Ese edificio, y los juzgados de migración de su interior, se han convertido en el epicentro de las detenciones en la ciudad de Nueva York.

Diallo, de 20 años, es un solicitante de asilo de Guinea que entró en el país el año pasado. Sigue recluido en Lords Valley, Pensilvania.

Tricia McLaughlin, portavoz del Departamento de Seguridad Nacional, dijo en un correo electrónico que el ICE no tiene como objetivo a las escuelas ni a los niños.

“Lamentablemente, los medios de comunicación intentan crear un clima de miedo y difamar a las fuerzas del orden”, dijo McLaughlin. Y añadió: “El ICE no lleva a cabo operaciones de aplicación de la ley en las escuelas ni ‘redadas’ en ellas”.

A veces, la ayuda viene de más allá de las paredes del aula.

En una calurosa tarde de junio, antes de que terminaran las clases de verano, una alianza de media docena de vecinos aterrorizados se reunió a pocas manzanas de la escuela PS 015, en el barrio de Red Hook, en Brooklyn. Una persona de la escuela primaria había llamado a una madre que vivía cerca en medio de rumores de que los agentes del ICE la estaban esperando fuera del campus. Los vecinos debatieron qué hacer.

¿Y si los agentes del ICE también estaban al acecho cerca de la casa de la familia? ¿Debía quedarse alguien con la madre? ¿Estaba el Departamento de Policía al tanto?

Unos minutos más tarde, le indicaron a la mujer que se atrincherara dentro, y juntos marcharon a la escuela y llevaron al niño a casa. El ICE nunca apareció.

En otros lugares de Nueva York este año, un director y la madre de un maestro asistieron a las audiencias de deportación de dos alumnos. Al norte del estado, un maestro le dio refugio a una familia que tenía demasiado miedo de volver a casa tras ser detenida y puesta en libertad por funcionarios de migración.

Con el respaldo del sindicato de maestros de Nueva York, la Federación Unida de Maestros, las escuelas han formado a educadores y padres para distribuir tarjetas rojas, documentos que aseveran los derechos constitucionales de las personas, independientemente de su situación migratoria.

Los educadores también han ayudado a los alumnos a comprender cómo evitar interacciones con los funcionarios de migración, como parte de un plan más amplio para ayudar a las familias que buscan asilo en Estados Unidos. Un programa de escuelas públicas de la ciudad de Nueva York dedica recursos a los alumnos migrantes, incluido el transporte a la escuela y clases de inglés.

La rectora de las escuelas de Nueva York, Melissa Avilés-Ramos, ha denunciado la detención de estudiantes, y ha prometido mantenerlos a salvo y defender sus derechos. Los educadores han expresado su preocupación por el hecho de que muchos niños indocumentados no acudan a la escuela debido al aumento de las medidas de control de la migración.

“Las escuelas públicas son la base de la democracia, así que me alegra ver que algunas escuelas públicas se levantan”, dijo Sari Beth Rosenberg, maestra de un instituto público de Nueva York y cofundadora de la organización sin fines de lucro Teachers Unify to End Gun Violence. “Creo que si podemos utilizar las escuelas públicas para educar y empoderar a los jóvenes, espero que puedan volver a casa y educar a sus familiares, quienes están muy asustados en estos momentos”.

El personal del concejal Lincoln Restler y del senador estatal Andrew Gounardes, ambos demócratas que representan a distritos donde los residentes se han reunido para ayudar a los estudiantes indocumentados, les ha ofrecido su apoyo a las escuelas que se están preparando para una posible actividad. Muchas escuelas han elaborado directrices para los niños y los padres durante la recogida y la entrega, así como para que los directores compartan las noticias sobre avistamientos del ICE.

Entre clase y clase, los migrantes en edad escolar intercambian entre sí información sobre organizaciones comunitarias que pueden ayudarles a permanecer en Nueva York.

Joel, el adolescente del Bronx, conoció a su abogada, Beth Baltimore, a través de un centro de servicios sociales para jóvenes llamado the Door, que ofrece a los jóvenes de 12 a 24 años servicios esenciales como atención a la salud, asesoramiento psicológico y asistencia jurídica.

“Alguien se convierte en miembro de the Door y, de repente, a la semana siguiente, todos sus amigos se convierten también en miembros de the Door”, dijo Baltimore. “Si estás en el instituto, hay una especie de acceso inmediato a otras personas que están en la misma situación. Y creo que gracias a eso la gente no se siente como: ‘Estaba solo y no tenía adónde ir’”.

Miles de migrantes menores de edad llegan a Nueva York cada año sin sus padres, a menudo huyendo de la pobreza o la violencia en sus países de origen. Muchos han formado profundos vínculos con estadounidenses que no quieren que se vayan.

En algunos casos, los vínculos desarrollados durante el instituto se prolongan después de la graduación.

Gerson Josué Santamaría Turcios, de 23 años y recién graduado en el instituto de Rhinebeck, en el valle del Hudson de Nueva York, llegó a Estados Unidos procedente de Honduras hace casi seis años. Después del bachillerato, montó un negocio de jardinería en la idílica campiña neoyorquina, donde los vecinos le trataban como si fuera de la familia.

Turcios, que está indocumentado, fue detenido tras cortar el jardín de la residente Jenny Friedberg, quien dio la voz de alarma para que sus amigos entraran en acción. En pocos días, una colecta de fondos había reunido más de 100.000 dólares, incluidos donativos del actor Paul Rudd y del cineasta Andrew Jarecki.

Poco después, un autobús fletado y una caravana de simpatizantes viajaron más de dos horas hasta Manhattan con la esperanza de que un juez impidiera el traslado de Turcios fuera de la ciudad y a un bastión republicano donde era más probable que lo deportaran. Desde entonces, Turcios ha sido trasladado a varios centros de detención del ICE, incluidos dos de Luisiana.

Fuera del juzgado, su mejor amigo, Brendan Dougherty, de 20 años, dijo que se sentía decepcionado por su país.

“Cuando le dije que el ICE estaba en Rhinebeck, le dije que podía buscar refugio en mi casa”, dijo Dougherty. “Este chico había pasado los últimos seis años construyendo una vida aquí. Deberían deportarme a mí por él”.

Para Joel Camas, el adolescente de Ecuador, el futuro sigue siendo incierto, pues su caso de migración sigue sin resolverse. Su madre ha regresado a su patria, luego de decidir marcharse en lugar de esperar a ser deportada por las autoridades. Joel sigue en Nueva York y sigue yendo a la escuela." 

 , The New York Times, 16/10/25)

No hay comentarios: