“La guerra podría haber terminado en la primavera de 2022 si Ucrania hubiera aceptado la neutralidad. Así lo afirmó el líder del partido Servidores del Pueblo, David Arakhamia, en una entrevista con la periodista Natalya Moseychuk." Así comienza un artículo publicado por Strana el 24 de noviembre.
La revelación de Arakhamia: sabotaje.
Así lo afirma Arakhamia en la entrevista: “El objetivo de Rusia era presionarnos para que aceptemos la neutralidad. Ésta era su principal exigencia: estaban dispuestos a poner fin a la guerra si aceptábamos la neutralidad, como ocurrió en su momento con Finlandia [ver continuación guerra nrd].
Deberíamos haber prometido no unirnos a la OTAN: ésta era la petición principal". “Cuando se le preguntó por qué Ucrania no estaba de acuerdo – continúa Strana – respondió que, en primer lugar, era necesario cambiar la Constitución y, en segundo lugar, no se confiaba en el compromiso de los rusos. Y recordó que Boris Johnson, en ese momento, había llegado a Kiev y había dicho que no firmaría nada con los rusos, añadiendo: 'Simplemente luchemos'".
En otras notas habíamos tocado este tema, explicando cómo, precisamente, a finales de marzo de 2022, Ucrania y Rusia estaban a un paso de un acuerdo de paz, pero que la intervención de Boris Johnson, que habló en nombre de los anglosajones, Occidente liderado por los sajones impidió que las negociaciones llegaran a una conclusión positiva. Estos antecedentes fueron confirmados recientemente por el excanciller alemán Gerhard Schröder, quien en una entrevista con el periódico Berliner Zeitung reveló que había desempeñado un papel de mediador en la situación, añadiendo que "en las negociaciones de paz de marzo de 2022, celebradas en Estambul, en las que Rustem Umerov [actual Ministro de Defensa de Ucrania] estuvo presente, los ucranianos no aceptaron la paz porque no se les permitió hacerlo.
De hecho, primero tuvieron que preguntar a los americanos". Y sólo los estadounidenses “pueden resolver la guerra”. Schröder puede parecer una figura parcial, con estrechas relaciones con Rusia, de ahí la poca respuesta que tuvo su revelación en los medios occidentales. Pero ciertamente no se puede acusar a Arakhamia de partidismo, dado su papel político y su indiscutible participación en la guerra contra Rusia. Así que su revelación permanece.
El J'accuse oscurecido
La revelación de Arakhamia sobre la intervención de Johnson, aunque oscurecida por los medios, confirma con autoridad lo que ha trascendido de muchas fuentes diferentes (ver Smallnotes: "Ucrania: los tres niets estadounidenses al final de la guerra"). Y suena como una crítica a Occidente, que impidió la resolución del conflicto, condenando a Ucrania a continuar una guerra que todos los analistas serios consideraban perdida desde el principio.
El resultado de esta imposición fue una carnicería sin precedentes en la historia reciente de Europa, una nación devastada que nunca saldrá de los escombros y que se verá obligada a perder parte de su territorio nacional, como incluso los más adversos a Moscú. Un país sobre el que se cierne un futuro tan incierto que incluso su propia supervivencia como Estado nacional está en entredicho. Tal es el desastroso resultado de la guerra contra Rusia hasta el último ucraniano, tal es el destino que ha corrido otra víctima más de las guerras interminables forjadas en los oscuros think tanks neoconservadores. Lo que queda es que el telón, o más bien el velo, tarda en caer sobre este espectáculo cinematográfico de terror rocoso de Europa del Este.
Lo que juega en su contra es la obstinación de Zelensky, que no quiere acabar como Juan Guaidó (a quien todo Occidente aclama como líder de la Venezuela libre y ahora se ha visto reducido a profesor invitado en la Universidad Internacional de Florida), siempre que logra evitar la prisión. Pero los círculos neoconservadores y liberales que lo han apoyado hasta ahora y lo han obligado a no llegar a un acuerdo con Rusia, que no quiere renunciar a su guerra interminable, son sobre todo obstáculos para el final del juego. Tampoco ayuda la fecha límite para las elecciones estadounidenses.
Se acercan las elecciones presidenciales y los demócratas siguen indecisos entre dos males: si es mejor sufrir las invectivas de los republicanos por su ilusorio y derrochador apoyo a Kiev o por haber perdido su guerra contra Rusia. Veremos."
(L'Antidiplomatico, 27/11/23; traducción google)
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